¿El 30 de abril es feriado o día no laborable en Perú?

Extremo centro, hoy más que nunca

“Me abstengo de tomar una decisión para el próximo 6 de junio. No puedo tomarla y no estoy obligado a tomarla. Es democrático no tomarla”.

Me abstengo de tomar una decisión para el próximo 6 de junio. No puedo tomarla y no estoy obligado a tomarla. Es democrático no tomarla, es democrático tomar la decisión de no tomar ninguna decisión y es democrático que nos respeten a los que optamos por esto.

No solo para evitar la multa iré a votar, iré, sobre todo, a marcar nulo porque creo que un voto nulo es más seguro y simbólico y tampoco apoya a ninguno. Me resisto a aceptar que mi país esté en medio de estas dos opciones en las que yace su futuro. El centro ha perdido calamitosamente.

Llámenos tibios, si lo quieren, ustedes tan definidos y definitorios, pero el punto es que los del centro hemos perdido rotundamente el último 11 de abril y lo aceptamos, porque aceptamos las reglas de juego, imperfectas, pero las que hay.

Sin embargo, no somos “tibios”, pues si algo tenemos definido es el centro radical, el “extremo centro”, tal cual se llama el espacio de esta modesta columna. Nos encanta dialogar, consensuar, convencer y señalar las contradicciones de los fanatismos, de los dogmas de la izquierda y de la derecha que nos fuerzan al binarismo y a la polarización permanente: “O estás conmigo o estás contra mí” nos parece terrible, inaceptable.

No es nuevo, suele pasar, solo que ahora estamos más vulnerables. Nos refugiamos, nos parapetamos, en lo mejor de ambos mundos: en la sensibilidad de la izquierda ecualizando el capitalismo mercantilista de la derecha, en ese centro en donde yace nuestro progresismo, nuestra lucha por la igualdad de derechos y oportunidades, nuestro liberalismo clásico, nuestro socioliberalismo, nuestras libertades, esta vez amenazadas por los dos flancos, porque los del centro recibimos fuego cruzado permanente: Unos nos dicen “rojos proterrucos”, otros nos llaman “pitucos privilegiados”, así es no más la supuesta “tibieza” que nos separa.

También es cierto que, ahora más que nunca, ostentamos de una neutralidad natural ante dos candidaturas que no nos representan. Es tan corto el espacio, pero son tan largas y conocidas las listas de sapos tremendos que me tendría que tragar para votar por alguno.

Ellos quedaron, sí, y a cualquiera que salga elegido lo respetaremos y vigilaremos con las mismas ganas y, por el bien del país, el bien común, desearemos que no lo haga mal.

La República

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