El nuevo golpe de la ivermectina
Y ahora quieren poner a Otto Guibovich como presidente.
Con el mismo argumento de siempre, el de la deficiencia del gobierno para enfrentar a la pandemia, el candidato Rafael López Aliaga ha anunciado otro golpe de estado en el Perú.
“El Congreso actual debe tomar una decisión. Cambian la mesa directiva, se cae Sagasti, y ponen a Otto Guibovich”, expresó el autollamado Porky, quien agregó que, “si el congreso no se pone los pantalones y hace algo, es cómplice por omisión (y) el siguiente congreso va a investigar a este congreso por ser genocida también”.
López Aliaga lanzó su proclama golpista el viernes en la noche en el canal de televisión de Erasmo Wong, en el que el postulante presidencial de Renovación Popular ha establecido el reducto principal de la candidatura más conservadora de este proceso electoral, luego de la presentación, en el mismo medio, de un reporte incompleto sobre la efectividad de la vacuna china.
Más allá del debate e interpretación del estudio en proceso de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, cuya reputación es, junto con la verdad en el actual contexto electoral, una de las víctimas principales de esta pandemia, lo relevante es la reiteración del intento de algunas fuerzas políticas del país por tomar control del gobierno por la puerta falsa.
Es un objetivo en el que están involucrados, desde hace tiempo, sectores conservadores del país –desde Rosa Bartra hasta hoy López Aliaga–, además de los partidos que perdieron el rumbo como los aliados del fujiaprismo, y, entre otros, el sector de Acción Popular perdido entre la ambición y la mediocridad, en el que viajan Manuel Merino, Ricardo Burga o el hoy mascarón de proa del nuevo golpe, Guibovich, quien no puede tomar distancia del nuevo conato antidemocrático.
De paso, el planteamiento golpista de López Aliaga revela su escaso compromiso con la democracia.
No hay espacio político en el país para que pueda tener éxito un nuevo intento golpista como el planteado el viernes por López Aliaga con el fin de poner en Palacio a Guibovich, como antes pretendieron hacerlo con Merino, pero no se puede dejar de rechazar con firmeza estos embates de inestabilidad y de defender la transparencia del proceso electoral en marcha.
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