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Una muralla de jeringas

“Que la vacuna no nos haga olvidar que ella no es el único factor de desigualdad hoy en el mundo”.

Israel acaba de disponer pases solo para vacunados, pero en un contexto donde ya casi todo el mundo ya ha sido inmunizado a toda velocidad. Hoy es un caso excepcional. En el resto del mundo un pase así todavía es una especulación, aunque el nudo de vacunación y desigualdad ya está tocando todas las puertas.

La posibilidad de que los gobiernos emitan un pasaporte inmunológico para el acceso a servicios públicos y privados es algo que probablemente terminará en manos de los abogados. Lo que estará en debate antes de que se alcance la vacunación universal es la desigualdad en un aspecto específico, y a la vez decisivo.

A la carrera por alcanzar la vacuna la ha reemplazado la carrera por vacunar a toda la población de cada país. Pero como esto no se va a poder lograr sin una cola, la humanidad va a estar dividida, es decir separada, en el tema por un tiempo. Además vacunar a poblaciones totales, a sus sectores que se resistirán, no va a ser fácil.

Quizás no hay que ver el pase para los vacunados solo como una señal de privilegio. También puede ser visto como una especie de mecanismo para forzar, o cuando menos alentar, la vacunación de los opuestos a ella. Un recurso igual o parecido ha sido utilizado en otras epidemias, en acceso a colegios o para viajes a ciertas regiones.

En el caso del Perú, más allá del aprovechamiento de unos pocos con temprano acceso a los frasquitos, el ritmo al que puede vacunar el Estado va a marcar fuertes diferencias. Esto no parece algo que un mercado de vacunas pueda resolver, o incluso paliar. Solo ayudaría a los más solventes, lo cual ahondaría las diferencias.

No hay países que siquiera se acerquen a la cómoda situación de Israel. En los EEUU menos de 6% de la población ya está plenamente vacunada, es decir en las dos etapas. Aquí los 120,000+ peruanos vacunados son algo así como un tercio de 1%. Luego del escándalo de Sinopharm, estar vacunado sin ser un trabajador de salud puede resultar sospechoso.

Por último, que la vacuna no nos haga olvidar que ella no es el único factor de desigualdad hoy en el mundo.

La República

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