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Elecciones, ¿para cuándo?

“Un aplazamiento abre en lo electoral una grieta que puede ser impredecible”.

Empiezan a multiplicarse los pedidos de postergación de las elecciones del 11 de abril. Esto, que ha sido tabú por un buen tiempo, se ha vuelto algo a tomar en cuenta. Por lo pronto Somos Perú (Martín Vizcarra) ha pedido aplazar hasta mayo. Sin embargo es una excepción entre los candidatos, que ya tienen sus campañas montadas, y más bien preferirían no demorar las cosas.

Sin duda el gran argumento para aplazar las elecciones generales sería el Covid-19, sobre todo si el repunte en marcha se mantiene, a pesar de la vacuna. De hecho la segunda ola ya está influyendo mucho con el giro de las campañas electorales hacia reuniones a distancia. Si los mensajes de los candidatos llegaban poco, con más pandemia se verán todavía más asordinados.

La perspectiva de que el virus reduzca el número de votantes en abril puede ser vista de dos maneras. En una de ellas eso quitaría parte de su legitimidad a los resultados. En otra votarían, es decir acudirían a las urnas, sobre todo los ciudadanos más responsables, de los cuales se esperaría entonces decisiones mejores que las habituales.

Rosa María Palacios ha hecho notar que hoy lo único que está creciendo es el anti-voto. ¿Un aplazamiento resolvería ese problema al permitir un mayor contacto con los candidatos, y una mayor valoración? ¿O más bien lanzaría el anti-voto, una forma de rechazo, a niveles inéditos, contribuyendo a deformar la idea misma de unas elecciones democráticas?

Luego están los argumentos claramente en contra de aplazar, todos bajo el signo de una esencial falta de seriedad en el país. Uno de carácter formal es el compromiso asumido con una fecha. Los marginados por impuntuales por supuesto que se van a quejar. Otro argumento es la inconveniencia de acumular más presión sobre la ONPE.

Pero más preocupante que todo lo anterior es que un aplazamiento abre en lo electoral una grieta que puede ser impredecible. No olvidemos que el aplazamiento empezó como la sospecha de que los actuales congresistas podrían buscar la prolongación de su mandato por esa vía. De otra parte, amarrar la fecha de una votación a la pandemia puede llevar más lejos de lo que los postergadores quisieran.

La República

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