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Amnesia agresiva

Ante la duración interminable del confinamiento y el fracaso de la estrategia gubernamental, la irracionalidad avanza a la par que el virus.

Les cuento un viejo chiste de psicoterapeutas. Es el diálogo entre un paciente y su psicoanalista, durante la primera entrevista.

Psicoanalista: ¿Cuál es el motivo de su consulta?

Paciente: Padezco de amnesia agresiva.

Psicoanalista: Mmmm (piensa que no conoce ese cuadro). Entonces pregunta: ¿Y desde cuándo?

Paciente: ¡DESDE CUÁNDO QUÉ, CTM!

Como estamos, lamentablemente, en el pozo oscuro de la pandemia, es muy difícil pensarla. Nos afecta de maneras tan impensadas, que carecemos de las herramientas para elaborarla. Como le dijo Zhou Enlai a Nixon, cuando el presidente de los EEUU lo visitó en Pekín en 1972 y le pregunto al dirigente chino su opinión por la Revolución Francesa: “Es muy temprano para saberlo”. Se dice que fue un malentendido. El norteamericano se refería a la de 1789 y el chino pensaba en la de mayo del 68.

Pero el ejemplo es útil. Se requiere distancia −temporal, no solo social− para procesar las situaciones con potencial disruptivo y traumático. Por ejemplo: las personas con las que tenemos los vínculos más entrañables, como nuestros hijos o nietos, pueden ser las que nos traigan el virus letal. El otro ya no es ese ser imaginario que proviene de un mundo ancho y ajeno: puede ser un miembro de tu familia.

Ante esa radical y novedosa extrañeza, los humanos desarrollamos estrategias defensivas complejas. Desde la negación; muchas familias comienzan a reunirse en casa, como si la virulencia del SARS-CoV-2 hubiera disminuido. Ayer una persona con la que tenía una consulta telefónica me dijo que frente a su casa se estaba entonando… ¡una serenata! En la misma “conversación terapéutica” (como las llama mi querido amigo Max Hernández), refirió que cerca de su casa se apilaban los ataúdes en la puerta de una funeraria, mientras las carrozas fúnebres hacían cola. Dos caras de una realidad tan siniestra que ya no podemos contener en nuestro fuero interno.

El chiste de la amnesia agresiva viene a cuento porque, ante la duración interminable del confinamiento −el virus sigue ahí y el contagio no ha bajado de R1− y el fracaso de la estrategia gubernamental, sobre todo la de PCM, el MINSA y Producción, la irracionalidad avanza a la par que el virus. Si a eso se añade la sucesión de disparates del Congreso, no es de extrañar que nuestra subjetividad se rebele y actúe como si todo fuera un mal sueño. O chiste.

La República

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