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Renato Medina- Vassallo: “Monteagudo es un gran ejemplo de cómo el poder puede corromper”

El actor interpreta en teatro al personaje de la exitosa serie El último bastión, y lo compara con un exasesor presidencial.

El actor espera que la acogida de la serie histórica anime a los ejecutivos a producir una segunda temporada. Foto: difusión
El actor espera que la acogida de la serie histórica anime a los ejecutivos a producir una segunda temporada. Foto: difusión

Renato Medina-Vassallo vuelve como Bernardo de Monteagudo en Somos libres, una obra que califica de “necesaria”. Dirigido por Leonardo Torres, el actor retomó al villano creado por Eduardo Adrianzén para El último bastión. “El título de la obra es lindo. La palabra libertad es a veces tan trastocada y malinterpretada para cometer atrocidades. Debemos reexaminar lo que significa ser libre”, señala. Hoy TV Perú transmitirá un especial en el que conversarán de la serie y sobre los inevitables paralelos. “Hemos podido hablar de abuso de poder y misoginia, en el caso de mi personaje”. Por otro lado, no está confirmada la segunda temporada. “Esperamos que la acogida de la serie anime a los ejecutivos a producir la segunda temporada”.

Los seguidores de El último bastión te agradecen que Monteagudo termine siendo un personaje odiado.

(Ríe) Nunca he estado tan agradecido por tanto ‘odio’. De hecho, sí, es uno de esos villanos que no te das cuenta de que lo es. Al comienzo aparece muy poquito, pero poco a poco se va apoderando de la situación…es un gran ejemplo de cómo el poder puede corromper. En Somos libres es como ver un largo capítulo de algo que no se vio en la serie.

¿Qué te parece la respuesta del público luego del estreno de la serie en Netflix?

Les hace justicia a las producciones de TV Perú, las cuales, sin temor a equivocarme, son las mejores del país. Yo lo digo cada vez que puedo porque no tengo contrato absolutamente con nadie (sonríe), no le debo nada a nadie y es lo que creo, porque TV Perú no se basa en el rating, y por eso puede generar contenido de calidad.

Monteagudo está en el ‘lado oscuro’ de la historia. ¿Cómo lo construiste?

Tenía referencia histórica, pero, por supuesto, este no es un intento de interpretar al Monteagudo en sí, porque, por ejemplo, él es muy querido en Argentina... luego en Lima no tanto. Sin embargo, tenía mucha relevancia en la independencia no solo del Perú, sino de Latinoamérica. Entonces, es una suerte de chivo expiatorio, es el villano más villano para que justamente contraste con San Martín, para que se vea el bueno más bueno (sonríe). Teníamos que llevarlo a ese extremo, que se vea muy desalmado, muy inhumano. En El último bastión él propone prácticas similares a las de la Santa Inquisición, es una persona que cree que el fin justifica los medios, y ese es el principal problema para cualquiera.

Claro, es un político sin empatía, no busca la abolición de la esclavitud, por ejemplo. ¿Identifica a un sector?

No tiene empatía...el trabajo con un villano es realizar una suerte de catarsis, muchas veces están diseñados para que el público pueda identificarse con su lado más oscuro. Él dice atrocidades, es racista, misógino, machista, va en contra de toda minoría.

Bueno, en la segunda vuelta electoral se vio reflejado parte de eso.

(Ríe) Creo que en todos nuestros procesos electorales, desde siempre. Tanto es así que yo no había escuchado de Monteagudo en el colegio, o no fui a esa clase, o la profesora de Historia despegó esa hoja, no sé (sonríe). Cuando llego a hacer la prueba de TV Perú leo: ‘Monte...agudo’ y digo: ‘pucha, qué tal nombre que se han inventado’. Pregunté si tenía una referencia con Montesinos y el director me dijo que no. Es que tal como me lo describían sonaba mucho a este oscuro asesor. Sin embargo, creo que tiene muchas similitudes con Vladimiro Montesinos, y de eso conversamos antes de grabar. Ese es un aspecto que integré. Así que sí, todos los días vemos un montón de ‘monteagudismos’ en nuestra política actual, realmente desesperantes. Me gustaría que ese tipo de comportamientos solo puedan quedarse en la ficción, pero lamentablemente no es así.

Opinas de coyuntura en las redes sociales. ¿Coincides en que los artistas no pueden estar al margen?

Un artista no puede estar apartado. Somos herramientas de comunicación, nos debemos a la sociedad. Si bien no somos servidores públicos y no tenemos que rendir cuentas, tenemos responsabilidad social. El artista estudia el comportamiento humano, entonces, se cuestiona, critica, propone, avanza. Una crítica que se hacía antes era que la gente que estaba en redes sociales no salía a la calle. En noviembre, en la marcha que hicimos para sacar al golpista Merino, se demostró lo contrario, y antes se marchó contra la ley pulpín. Nosotros somos parte del pueblo. Este tiempo nos ha mostrado la necesidad de ver a más gente involucrada en la política.

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SOBRE EL AUTOR:

Redactora de la edición impresa de La República. Cubre noticias sobre cine, teatro, música y televisión. Bachiller en Ciencias de la Comunicación. Licenciada en Periodismo.