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Kim Basinger, la historia de un rodaje violento

Nueve semanas y media. Tras 33 años del estreno de la película, se reveló el método repleto de excesos del mismo director de Atracción fatal.

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El País

Kim Basinger salió llorando de su prueba de casting para Nueve semanas y media (1986). Tras llamar a su agente para gritarle que había sido la peor experiencia de su vida, que se sentía humillada y que no quería saber nada de esa película, condujo hasta su casa sin parar de llorar. Pero al llegar se encontró 24 rosas rojas esperándola con una nota firmada por el director de la película, Adrian Lyne, y su coprotagonista, Mickey Rourke. El juego perverso acababa de empezar, fuera y dentro de la pantalla.

Esta obsesión sexual de Hollywood con Kim Basinger (hace no mucho la vimos en Perú en la secuela de Cincuenta sombras de Grey) hizo que el director Adrian Lyne la eligiese (“por su vulnerabilidad especial”) como primera opción para Nueve semanas y media, basada en la autobiografía de Ingeborg Day. El estudio quería a una actriz más popular, así que Jacqueline Bisset, Isabella Rosselini y Kathleen Turner hicieron el casting. Pero ninguna pasó la prueba como Kim, la única que se negó a dejarse someter.

Cuando entró en la habitación, Lyne apenas habló con ella y solo le daba indicaciones a Mickey Rourke. En la escena, él le tiraría billetes por el suelo y ella tendría que fingir ser una prostituta que los iba recogiendo mientras se desplazaba a cuatro patas y acababa desnudándose y entregándose al actor cuando él por fin se lo ordenaba.

“Era muy sexual y muy extraño”, recordaría la actriz, que tenía 33 años cuando se rodó la película, “yo solo quería levantarme y largarme”. Cuando salió furiosa de la habitación, Lyne llamó al agente de Basinger para decirle que había conseguido el papel. “Resulta que Adrian quería que yo reaccionase exactamente como reaccioné, porque el personaje era una mujer que no entraba en el juego, pero ingenua y transformada después por un hombre en lo que él quería de ella. Esa es la verdadera historia de Nueve semanas y media”, concluyó Basinger. La experiencia de Mickey Rourke era muy distinta. “Adrian es un gran director de actores”, dijo Rourke.

Y añadió: “Durante el rodaje se mostró muy preocupado por mí, asegurándose de que dormía lo suficiente, de que comía sano y de que me sentía cómodo con la gente que me rodeaba”.

Cuando llegó el día de rodar la última escena del guion (que finalmente sería eliminada del montaje definitivo), el personaje de Basinger debía estar al límite de su resistencia física y emocional. Pero la actriz apareció en el rodaje más guapa que nunca, según recordaría Lyne. En la escena, el amo le proponía un juego a su esclava: ir tomándose somníferos, uno a uno, para comprobar hasta dónde era capaz de llegar ella para satisfacerle.

En realidad, las pastillas eran caramelos, pero ella no lo sabía. Al darse cuenta de que había estado a punto de suicidarse por su amante, decidía abandonarlo sin mirar atrás. “La escena no estaba funcionando. Kim tenía un aspecto demasiado adorable”, contó Lyne, “así que teníamos que romperla”. Tras recibir las notas del director, Rourke agarró a Basinger del brazo con fuerza. A pesar de sus súplicas, no la soltó mientras ella gritaba, lloraba y le golpeaba. Rourke le soltó el brazo por fin, pero a continuación le dio una bofetada. Ella sufrió un ataque de pánico. El director exclamó: “Vamos a rodar la escena ahora”.

Nueve semanas y media tardó 18 meses en editarse, en medio de rumores de que ningún estudio distribuiría una película tan sexualmente perturbadora. De los 1.000 espectadores que asistieron a los pases de prueba, 960 salieron de la sala sin terminarla. La escena de las pastillas fue eliminada, según Adrian Lyne, porque el público “odiaba a Mickey por hacerlo, a Kim por dejarse hacer, a mí por rodarlo y a la película entera”.

Al final este “último tango en Manhattan” se estrenó como un drama romántico con más erotismo de videoclip que pornografía. La crítica la definió como “monótona y adolescente” y como “un pato muerto”. El público la ignoró en Estados Unidos, pero en Europa causó sensación (incluía todas las escenas eróticas) y los videoclubs la convirtieron en un clásico. En 2015, Kim Basinger contó que solo ha vuelto a ver a Adrian Lyne una vez más en su vida.

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