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Economía

Un octubre singular

“Pobreza y riqueza se miden por comparación. Por eso, sostener que es inevitable que aumente la desigualdad para disminuir la pobreza es un peligroso y explosivo despropósito”

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Octubre de 2019 ha sido un mes muy movido en América Latina: abdicación del Estado frente a los narcotraficantes en México; revueltas en Ecuador; levantamientos prolongados en Chile; elecciones controvertidas en Bolivia, y pacíficas en Argentina y Uruguay; y disolución del Congreso en el Perú. Algunos de estos acontecimientos merecen particular consideración

Primero: a los pocos días de que el Presidente Piñera declarara que su país es un oasis, se producen las manifestaciones más grandes de las tres últimas décadas de la historia chilena, contra las crecientes y escandalosas desigualdades, corrupciones y abusos existentes en un país considerado como el paradigma para la región. Pero cuyas lacras, como sus logros, nos son comunes a otros. Por ejemplo, el precio de las medicinas. Las manifestaciones prosiguen y Chile tiene que suspender las cumbres de APEC y la COP.

Para entender lo de Chile hay que recordar que los ciudadanos no se dedican a comparar las cifras macroeconómicas de su país con las de otros países, sino sus condiciones concretas de vida con las de sus propios conciudadanos.

De hecho, a pesar de los indicadores de la ONU, la pobreza no es un concepto absoluto, sino relativo. En su libro “El eterno retorno”, Farid Kahhat trae un ejemplo rotundo: Entre los estudiantes de postgrado de Harvard, la mayoría preferiría ganar cincuenta mil dólares anuales siempre y cuando el resto ganara veinticinco mil, a ganar cien mil cuando el resto ganara doscientos mil. Pobreza y riqueza se miden por comparación. Por eso, sostener que es inevitable que aumente la desigualdad para disminuir la pobreza es un peligroso y explosivo despropósito. Precisamente sobre Chile, está circulando un comentario del Presidente de la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO), muy ilustrativo de una saludable conciencia empresarial.

Segundo, en Bolivia se realizan unas elecciones muy sospechosas, por decir lo menos. Sus múltiples semejanzas con el proceso de Fujimori en el 2000 son un pésimo antecedente. Pero, a diferencia de lo que ocurrió en la Venezuela de Maduro, las elecciones bolivianas están siendo auditadas por la OEA, con el apoyo de la ONU y países cuya complicidad con Evo Morales sería inverosímil. Cabe esperar que esta auditoría alcance pleno consenso, lo que sería señal de que los medios civilizados pueden prevalecer sobre la violencia.

Tercero: en Argentina se anuncia un viaje del Presidente electo a México, que puede servir para re-equilibrar las tendencias regionales. El Perú señala, con acierto, que las nuevas iniciativas de Argentina y México pueden ser convergentes con las peruanas.

En este paisaje, el Perú demuestra su capacidad para resolver sus crisis internas en paz, a través de propuestas y medidas en que unos y otros apelan a la Constitución, aun cuando se trata de una constitución cuya aprobación se realizó en un referéndum, cuestionado con abundantes documentos por el entonces magistrado del JNE, Juan Chávez Molina.

Así, el Perú se ha vuelto el verdadero oasis en una región como nunca alborotada y conmocionada. Al menos, por ahora.

Rafael Roncagliolo. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.