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Cultural

Poldark Mego: “La gente piensa que elige, pero no sabe que el sistema da las opciones”

El escritor peruano conversó con La República sobre su último libro basado en distopías: El domo. ¿Las nuevas tecnologías cambiarán los paradigmas de la humanidad sin que haya oposiciones?

Poldark Mego y su libro El domo, historias distópicas. Créditos: Composición LR / Óscar Harman.
Poldark Mego y su libro El domo, historias distópicas. Créditos: Composición LR / Óscar Harman.

Ciencia ficción. El literato Poldark Mego Ramírez presenta su segundo libro con el sello de la editorial Torre de papel: El domo, historias distópicas. Esta publicación de literatura de género recopila nueve cuentos del autor. Los relatos advierten —invitan también a la introspección— sobre los peligros del abuso tecnológico y los espejismos del libre albedrío.

Mego Ramírez procura regular su lente crítico bajo los preceptos de la psicología humana, disciplina de la que es licenciado. En otro ángulo de su trayectoria, organizó la Uróboros 2020, primera convención internacional de literatura fantástica. Es autor de la saga Pandemia Z: supervivientes, novela zombie que narra las peripecias de singulares protagonistas para alcanzar lo que parece ser el último bastión: la fortaleza del Real Felipe.

El domo, historias distópicas, contó con una presentación virtual en la Feria Internacional del Libro de Lima 2020 (FIL 2020), el viernes 21 de agosto. Participaron Carlos Echevarría, Laura Ponce y Connie Tapia Monroy.

A continuación, los invitamos a leer la entrevista:

¿Le temes a la tecnología?

No, la verdad no. Lo que ocurre es que no la entiendo del todo. Me gustaría ser más tecnológico. Creo que por eso me es fácil pensar que la tecnología puede ponerse en contra de lo humano. Tal vez si la entendiese más, me sería difícil considerarla una amenaza. En sí, no le temo; admito que me he vuelto más dependiente en esta época de confinamiento.

¿Por qué en la ciencia ficción, como es tu caso, hay una proliferación de obras distópicas por encima de las utópicas?

La ciencia ficción actual recurre a la distopía porque es lo comercial. Está en el cine, en la televisión; todo el material que te muestran es terrible, de futuros catastróficos, en fin, entonces la literatura va por ese mismo lado. Hay obras escritas antes de estas décadas que describen distopías, después de un periplo, que terminan bien. A comparación de obras de hace 30 o 40 años, en las que te mostraban un episodio dentro de un ecosistema funcional o disfuncional, lo actual busca una apertura, un planteamiento y un cierre, es decir, el derrocamiento del villano de turno, o del régimen. Eso responde a las diversas situaciones convulsivas que está pasando el mundo.

Personalmente, estos cuentos (del libro) los escribí porque la mayoría de ellos fueron pulidos en esta era de distanciamiento social. Como le comentaba a mi editor (Carlos Echevarría, Torre de Papel Ediciones), al principio del confinamiento yo estaba tranquilo, cómodo. Soy una persona de casa, introvertida, no era tan difícil pasarlo. Pero transcurrieron los meses y empecé a sentirme agobiado psicológicamente. Justo por ello edité los cuentos, para que reflejasen esa realidad que yo vivía.

Digamos que fue como una terapia.

Sí. En el proceso de edición sentí que me había desprendido de eso. Fue bastante aliviante, terapéutico.

En tus cuentos Extinción Programada y El amor en los tiempos de la Matrix parece haber una influencia de dos capítulos de Black mirror: «15 millones de méritos» y «San Junipero».

Es complicado hablar de influencias tan específicas de capítulos o escenas de una serie. Los escritores somos una mezcla de varias cosas y el resultado es de todo lo que vemos u oímos, etcétera. Sin embargo, hay un cuento que sí tiene una influencia de Black mirror: Bienestar cuantificable (relato abridor). Me encantó un episodio que considero el mejor de esa producción, el cual es «Caída en picada». Allí la gente se calificaba, incluso se desarrolla el tema de la autoestima.

Imágenes de Nosedive o Caída en picada, primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror. | Composición: Pinterest.

Imágenes de Nosedive o Caída en picada, primer capítulo de la tercera temporada de Black Mirror. | Composición: Pinterest.

Te podías mudar a un barrio especial si eras lo suficientemente popular.

Exacto. Hoy medimos todo en ’me gusta’ (Facebook) y ’corazones’ (Instagram). Es la percepción subjetiva del autoestima. Lo que hace este episodio de Black mirror es extrapolar eso y que cada ’me gusta’ no solo signifique que te sientes bien, sino que, a su vez, tengas beneficios sociales, por así decirlo.

Luego, me puse a pensar: “Hay aplicaciones que te dicen cuándo hacer ejercicio, cuándo descansar; otras, manejan tu ruta de caminar, conducir un auto”. Prácticamente hay un aplicativo para cada faceta de tu vida. Hay uno que te dice qué debes comer ‘hoy’. Te pregunta si lo hiciste. En caso de ponerle ’no’, como que se reestructura para que al día siguiente tengas una dieta compensatoria. Pensé: “¿Y si ese aplicativo se molesta contigo”. Buscando tu bienestar, la inteligencia artificial decidiría por ti, ¿no? Y no lo sabrías. La gente piensa que elige, pero en realidad no sabe que son las opciones que el sistema da. ¿Realmente tenemos libre albedrío?

Poldark Mego, Carlos Echevarría, Connie Tapia Monroy y Laura Ponce en la presentación del libro El domo. Foto: Captura de YouTube.

Poldark Mego, Carlos Echevarría, Connie Tapia Monroy y Laura Ponce en la presentación del libro El domo. Foto: Captura de YouTube.

En el prólogo de Daniel Salvo, dice que unos cuentos se relacionan con otros, aunque también son independientes. Sucede con Legado y Herencia de guerra, pues desarrollas el género scrappunk —en clave de ciencia ficción, la tecnología se recompone a partir de elementos residuales—, ¿te animarías a seguir escribiendo acerca de un universo así?

Sí, es interesante la idea. Cuando una semilla germina, hay que ver hacia dónde va. Herencia de guerra nació de un cuento del escritor peruano Carlos Enrique Saldivar. Él escribió un relato llamado Residuos de guerra. Le dije: “Haré un cuento y te lo voy a dedicar”, pero en mi caso particular, la civilización superviviente no es humana, sino una especie mutada que se vuelve ’inteligente’.

Entonces, pasan unos meses y me entero de una convocatoria de la editorial Speedwagon Media Works, de Jeremy Torres, sobre ecofuturismo. Estaba trabajando en mi cuento Legado, que ocurre en una suerte de ciudad chatarrera. En teoría, ambos cuentos del libro pasan en un mismo universo.

Tanto en Herencia de guerra como en Dominio mundial, tú das a entender que otras especies pueden reinar sobre la Tierra. ¿Es parte de una selección natural o se dará por la testarudez del ser humano?

Creo que es cíclico. Siempre hay una especie reinante, en este caso los mamíferos. Estoy convencido que, en los millones de años que le quedan a la Tierra, este trono va a ser pasado entre las demás especies o familias. Hay un documental especulativo de The history channel que vi hace años. Imaginemos la Tierra de aquí a un tiempo. En 200 millones de años, se formará de nuevo la pangea, como en épocas prehistóricas. De acuerdo a los científicos visionarios, para ese entonces, por las extinciones masivas, la nueva inteligencia estaría a merced de los calamares. Me parece fascinante.

El cambio en la cadena alimenticia puede suceder por evolución o porque nosotros mismos lo provocaremos mediante una extinción masiva. Si desaparecemos, algo va a rellenar ese vacío.

El domo postula ciertas críticas contra la contaminación ambiental.

Cada cuento busca esbozar un fin del mundo particular; por ejemplo, en la guerra, la contaminación, las enfermedades, el deshielo polar. Es triste que la gente no crea en las consecuencias de la contaminación ambiental, no creen en el cambio climático.

Las grandes empresas desean que no les pongan tantas restricciones o tantas leyes para que contaminen menos; pero es contradictorio. Si siguen campando a sus anchas, algún día el mundo se va a terminar, no van a haber recursos, todo estará sucio, entonces, ¿de qué sirve esa libertad inicial?

Por otro lado, debido a la pandemia del coronavirus, el 99% de todas las noticias tratan de eso. Se han olvidado que aún hay polución, contaminación orgánica, sonora, incluso temas sociales fuertes como la violencia familiar o personas desaparecidas. Ahora, las mascarillas desechables están llegando al océano; nos protegemos, pero seguimos dañando el medioambiente. Se han encontrado rastros de microplásticos en los hielos antárticos. ¿Cómo diablos pudieron llegar allí? Estamos cerca del acantilado.

Además, en tu libro tocas la controversia de los implantes. El proyecto Neuralink ya probó un chip en el cerebro de un cerda llamada Gertrude. ¿Esta idea de Elon Musk representará un avance en la ciencia o un retroceso?

No es algo nuevo. Lo que Elon Musk está creando es una versión más avanzada. Los chips originales eran del tamaño de latas de bebidas gaseosas conectadas a cables. Al igual que los celulares, que eran más pequeños, el Neuralink, hoy por hoy, es minúsculo.

Ya existen quienes tejen sus teorías de la conspiración...

Para empezar, los que dicen que con el Neuralink tendremos visiones de publicidad de YouTube en el cerebro... eso está lejos de pasar. Lo dudo. Esta star up va a permitir que los circuitos del cerebro interactuen de forma correcta, paliar errores en el sistema. El Neuralink hará que algunas zonas responsables del estrés o la ansiedad se apaguen y se prendan otras. Los científicos esperan eso.

Resulta, por ahora, improbable que nos controlen el cerebro maquiavélicamente. El proyecto se encuentra en fase de pruebas.

Gertrude, la cerca que es conejillo de indias del programa Neuralink de Elon Musk. | Foto: Neuralink.

Gertrude, la cerca que es conejillo de indias del programa Neuralink de Elon Musk. | Foto: Neuralink.

Tu primer cuento, Bienestar cuantificable, se resume en un choque de autos porque el conductor quiso manejar para no dejar que la IA lo haga. Tal vez, más adelante, las conducciones de coches sean vía satelital.

El cambio será paulatino, ni nos daremos cuenta. Así como los que crecimos con los celulares de pantallita verde, que ni juegos tenían. De pronto, llegaron los smarthphones y la gente empezó a usar aplicaciones, la pantalla táctil; de un momento a otro, esto fue aceptado. Las nuevas generaciones nos reemplazarán, y con ese reemplazo habrá tecnologías novedosas.

Leyendo un artículo, vi que Corea del Sur ya están llevando a cabo pruebas teóricas para el 6G. Un automóvil que se maneja sin conductor debe estar conectado a antenas repetidoras y una serie de variables; además de procesar muchísima información en tiempo real. Aún no creo que con ese 6G resulte posible.

¿Llegará el instante en que, por la tecnología, no necesitemos mover ningún músculo como en Matrix o la novela Neuromante de William Gibson? ¿Vamos a atrofiarnos físicamente?

No toda la sociedad va a terminar en este escenario que planteas. Creo, más bien, que nos vamos a volver más dependientes de la tecnología. Es una extensión de la inteligencia humana y, por lo tanto, evoluciona.

Momentos como los actuales nos digitalizan. Las actividades internacionales no se podrían hacer sin Internet. A su vez, no creo que la gente se resista a esto. Hay una necesidad intrínseca en el ser humano por su propio cuidado. Cuando la tecnología sea cada vez más constante y necesaria, algunos preferirán siempre las cosas a la antigua.

Bachiller en Periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza. Periodista de las secciones Ciencia y Culturales. Corrector de estilo de la web de La República. Elabora reseñas de libros y crónicas en suplemento Domingo. Escritor de ciencia ficción, terror y misterio. Sus cuentos han aparecido en diversas antologías nacionales e internacionales.