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Cine y series

Ron Howard sobre Reconstrucción de Paradise: “Fue una sensación fantasmagórica”

El director ganador del Óscar revela detalles de la filmación del documental sobre el voraz incendio en California en 2018. Se estrena el sábado por NatGeo.

Ron Howard (Foto: NatGeo)
Ron Howard (Foto: NatGeo)

En la mañana del 8 de noviembre de 2018, una devastadora tormenta ígnea envolvió la pintoresca ciudad de Paradise, en California. Cuando finalmente se pudo extinguir el incendio, bautizado Camp Fire, habían muerto 85 personas, 50.000 habían tenido que abandonar sus hogares y el 95 por ciento de las estructuras habían quedado destruidas.

Fue el incendio que produjo mayor cantidad de muertes en los últimos cien años en Estados Unidos y el peor en la historia de California. La reconstrucción de Paradise, del director Ron Howard, ganador de dos premios Óscar por la película A beautiful mind, es una emotiva historia de fuerza y resistencia de cara a la tragedia, cuando una comunidad arrasada por el desastre se une para recuperar lo perdido y comenzar la importante tarea de reconstrucción. Se estrena el sábado a las 9 p. m. por National Geographic. A continuación, una entrevista especial para La República con el destacado cineasta.

-¿Qué lo llevó a querer contar la historia del incendio Camp Fire y de la reconstrucción de Paradise?

En este caso en particular, fue un poco más personal para mí. Tengo muchos parientes en Redding. Y mi suegra, que falleció hace unos años, vivió en Paradise unos cinco años; de modo que yo visité la ciudad y la vi en todo su esplendor. Mi asistente de muchos años, Louisa Velis, que también conocía gente de allá, dijo: “Es muy fuerte. ¿Estuviste viendo las imágenes de Paradise?” Sí, es muy desgarrador porque la devastación es total. Redding sufrió, pero Paradise quedó demolida. Y fue ella misma la que dijo: “Me pregunto cómo harán para reconstruirla. La reconstrucción de Paradise es una buena historia”. Inmediatamente, fui a ver a nuestro grupo de documentales en Imagine Entertainment –Justin Wikes y Sarah Bernstein– y les dije que quería hacer un documental vérité, que había estado buscando un tema. Esta historia me interesa mucho. Me entristece y la siento a un nivel muy personal. Fui a ver la devastación y fue algo que nunca había visto ni había experimentado. Y poco tiempo después de eso, National Geographic se asoció con nosotros, financió la película y nos brindó muchísimo apoyo.

-¿Cómo fue estar en el lugar?

Es una de esas cosas que las imágenes no alcanzan a reflejar completamente. Cuando uno está allí, y lo ve y lo siente, y lo registra en cada mirada con la que uno se cruza, es algo palpable. Y te lo explicaré de una forma muy distinta. En la primera película en la que trabajé, yo era un niño pequeño. Era 1958 y estaba en Europa, y había lugares en la que se podían ver zonas que todavía quedaban destruidas de la Segunda Guerra Mundial, demolidas. Y en el lugar en donde estábamos filmando había partes que no habían sido reconstruidas todavía, y esto se sentía como algo muy parecido, por esa especie de sensación fantasmagórica. En este caso, era tan inmediato, acababa de suceder, y con esa intensidad y velocidad tan impresionante.

-Este no es un documental que ofrece soluciones, no predica sobre el cambio climático y la seguridad contra incendios ni hace responsable a los equipos obsoletos de la compañía de electricidad por las 85 víctimas. En cambio, motiva a los espectadores a reflexionar. ¿Era esa la intención?

Sin ninguna duda. La intención fue siempre observar. Había este grupo de personas que se cuidaban entre ellos y tenían una misión en común. Para mí, el documental nunca tuvo el fin de ser una lección práctica en resolución de problemas comunitarios. Pero vino de la propia gente, de los líderes del pueblo, que se propusieron metas y las lograron, y para mí eso fue inspirador. La gente que asistía a los eventos, que iba a ver el encendido de las luces del árbol de Navidad, que iba a los servicios conmemorativos. Comencé a sentirla como nuestra ciudad. Pensé que las voces de la gente que estaba atravesando la situación iban a ser mucho más importantes que nosotros tratando de presentar una narrativa. Al final, creo que lo que más me sorprendió, ciertamente revela las vulnerabilidades de la sociedad, fue que a pesar de ser una zona incendiada, a pesar de todos los esfuerzos, las conversaciones, la planificación, todavía puede no bastar. Lo inesperado puede suceder. ¿Qué es lo que puede pasar? ¿Están previstas las medidas de seguridad? ¿Qué es lo que necesitamos como seres humanos cuando sucede estos tipos de catástrofes?

Imagen de la devastación que sufrió Paradise, tras el incendio en 2018 (Foto: NatGeo)

Imagen de la devastación que sufrió Paradise, tras el incendio en 2018 (Foto: NatGeo)

-Algunas de las imágenes, especialmente las desgarradoras de los primeros minutos, son de cuando el incendio estaba en su momento más intenso, ¿cómo accedieron a ellas?

Pusimos algo en Facebook y la gente comenzó a contribuir. Y las imágenes eran increíbles. Hubo algunos documentales buenos sobre Katrina en los que pudieron usar videos de teléfonos celulares, pero empezamos a pensar en comenzar con la pesadilla y ocasionalmente recordar al público que estas personas habían atravesado ese incendio y volver a mostrarlo. Ese fue la idea sobre la cual organizamos el documental, el incendio no iba a ser el punto culminante. No se trataba solo del incendio. Se trataba de cómo se lidia con esta situación, cómo se la atraviesa. Si hay una moraleja en esta historia, es la de reconocer y aceptar que esto es así, que es importante estar preparados. Y Paradise estaba preparada, pero no para esto. Esto fue, como dijeron, la tormenta ígnea perfecta.

-El documental es todavía un género relativamente nuevo para usted, ¿cómo encaja su trabajo de realizador cinematográfico?

-Recién en los últimos cinco años comencé a trabajar en documentales, en los que todavía sigo haciendo narrativas, son películas y programas televisivos guionados. Nunca había hecho cine vérité. Algunos se estructuraban en torno a la música, como el de Los Beatles y el de Pavarotti, e hice uno sobre Jay-Z. Y fue fascinante trabajar en ellos, me gustó muchísimo, pero no fueron exploraciones y no trataban sobre una historia concreta. Yo soy un tipo que está acostumbrado a tener un guion. Acá empiezas con un esquema, luego lo reescribes. Lo filmas dos veces, tres veces. Otra vez más. Es una especie de acto de equilibrismo y creo que eso es bueno para mí como realizador. Creo que está influenciando mi trabajo en narrativa guionada de una manera que me gusta. Pero lo que encuentro muy interesante es mi experiencia, especialmente en la posproducción, que es en donde finalmente uno hace la película, porque no importa qué hayas imaginado o pensado o leído en el guion y tratado de filmar ese día, es realmente en la posproducción en donde encuentras la historia.

Ron Howard (Foto: Nat Geo)

Ron Howard (Foto: Nat Geo)

-Aunque los géneros sean tan distintos, ¿tienen similitudes para usted como realizador?

Con todas estas películas, lo que me fascina es que casi siempre, aunque varía, en un momento del proceso se produce un punto de inflexión que uno no veía venir. Incluso en los documentales sobre Los Beatles y sobre Pavarotti, hubo información en entrevistas que nos llegaron que ofrecían algo a la historia, algo importante para el público. Y me pasó lo mismo con Jay-Z y el proyecto de Paradise. Es como que ampliaron mi sentido cinematográfico y lo que significa. Y eso es muy estimulante para mí. A partir de Apolo 13 –Apolo 13 fue la primera película que hice sobre hechos reales, ahora ya hice varias– me resultaron increíblemente gratificantes, pero es un ejercicio diferente y una serie de desafíos diferente. Uno tiene que saber encapsular la historia de manera tal de atrapar y entretener al público, y eso es parte del acuerdo. Es parte de la relación con el público. Con los documentales, hay otro acuerdo tácito que es como mínimo una parte periodismo, y es que, aunque inevitablemente el documental va a reflejar el punto de vista del realizador –no son solo noticias– , si uno trata de operar con cierto grado de integridad, tiene que reflejar la verdad observada.

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