Cine y series

Oscar 2020: El enigma Parásitos

Cómo una película de la gran fábrica del cine surcoreano se abrió paso hasta ganar los premios más destacados del Óscar 2020, y cómo Bong Joon-ho dejó en el camino a los maestros Tarantino y Scorcese. ¿Se veía venir?

Escena. La elegancia visual y su delicada frialdad al momento de desarrollar la historia hacen de este filme imperdible.
Escena. La elegancia visual y su delicada frialdad al momento de desarrollar la historia hacen de este filme imperdible.

Sandro Mairata

Desde Washigton D.C.

Hacía meses que Parásitos ya venía dando que hablar entre cinéfilos. Se había alzado en marzo del año pasado con la Palma de Oro de Cannes, y la impaciencia por verla llevó a que en los sistemas de visualización piratas ya estuviera disponible casi al tiempo de sus primeros estrenos en salas de todo el mundo. Fue así como medio planeta empezó a ver la Mejor Película del Año.

Bong Jong-hoo, su director, ya traía un destacado prontuario como alborotador profesional, de ahí el interés en su nueva travesura. Anteriores filmes suyos como Memorias de un asesino (2003), El huésped (2006), El expreso del miedo (2013) u Okja (2017) han venido con alguna controversia bajo el brazo. Un pleito con el infame productor Harvey Weinstein por allí (que le quiso recortar El expreso del miedo) y un abucheo y posterior ovación por allá (en el estreno de Okja en Cannes) son parte del legajo del surcoreano Bong.

Parásitos llegó además en el medio año de cine más interesante que se recuerde de tiempos recientes. Si antes de julio de 2019 la emoción era ver el cierre de la saga Avengers, uno tras otro fueron cayendo títulos para la historia. Érase una vez en Hollywood, Joker, Historia de un matrimonio, El irlandés, Mujercitas; la misma 1917 fue lanzada entre gallos y medianoche en diciembre, en Estados Unidos, y la excelente Diamantes en bruto con Adam Sandler se fue directo a Netflix luego de haber hecho una puntual pero incisiva campaña en Estados Unidos, donde se le vio en distribución limitada. Parásitos estuvo rondando salas de Estados Unidos, con una campaña mínima en el inicio.

Entre octubre y diciembre, el boca a boca de Parásitos ya había ganado fuerza y se la recomendaba con emoción. La dirección sobria y su manejo magistral del tiempo dramático. Su elegancia visual y la forma en que la cámara nunca se agita, sino que se contiene y muestra con delicada frialdad el desarrollo de la historia. La química de un elenco que da vida a un guion en apariencia lineal, pero con múltiples niveles de lectura e intrincado en los momentos menos esperados. Uno ve Parásitos convencido de estar ante una comedia, luego se asemeja a un drama o de pronto un thriller. Y lo mejor es que cómo se disfruta de este engaño.

En el último mes de premios y predicciones hubo varias tendencias claras. Nadie le iba a quitar el premio a Mejor Actor a Joaquin Phoenix por su rol en Joker, y Parásitos la tuvo siempre fija como Mejor Película Extranjera. Esto porque en más de cincuenta festivales se reconoció el arrollador mérito de su dirección y guion. Dolor y gloria, el nuevo título de Pedro Almodóvar, fue el único contrapeso en la categoría, aunque fueron muy pocas las voces que ante el filme de Bong apostaban por el manchego.

En el anuncio de los premios Oscar del 13 de enero, sorprendió la inclusión de Parásitos en la tanda de Mejor Película y corrieron las apuestas. También se reconocía con una nominación a Mejor Guion el trabajo al alimón de Bong junto a Han Jin-won. ¿Y lo de Mejor Director? Se tomó por entonces como otro reconocimiento que no llegaría a mucho. Se suponía que Quentin Tarantino se llevaría Mejor Guion por Érase una vez en Hollywood y el premio a Mejor Director tenía el nombre de Martin Scorsese impreso.

El desbalance lo trajo 1917. La épica de Sam Mendes deslumbra por sus proezas técnicas y también trae un trabajo de dirección robusto. Así fueron tambaleando Scorsese –a quien se criticó lo extenso de El irlandés– y Tarantino –cuyo guion enrevesado se fue desluciendo con cada nueva presea que ganaba Parásitos en otro nuevo festival. Ford vs. Ferrari nunca tuvo chances. Jojo Rabbit, bienintencionada y atrevida, tampoco. Mujercitas es un filme sin brío que no aporta mucho a versiones anteriores e Historia de un matrimonio pudo ser una alternativa, pero le faltó el atractivo y pedigree internacional que ya traían Bong y compañía.

La sorpresa la noche del 9 de febrero fue el premio a Mejor Director para Bong. Con eso, el camino a Mejor Película estaba expedito, y no había predicción que se hubiera atrevido a asegurar que esto fuese a ocurrir. Estos premios eran para Scorsese y 1917. Bong se alzó con los premios más grandes como uno de los célebres giros argumentales de un guion escrito por él mismo. Tal parece que vivimos en una historia de Bong Joon-ho, y solo él sabe cómo termina.

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