La controversia sobre los aceites de semilla: ¿son peligrosos para la salud o no?
Los aceites de semilla han sido criticados en redes sociales por supuestos efectos negativos en la salud, comentarios que carecen de evidencia científica.
En los últimos años, los aceites de semilla, como los de girasol y maíz, han sido objeto de un debate polarizado. Desde redes sociales hasta discursos políticos, han surgido acusaciones de que están "envenenando" a la población y contribuyendo a enfermedades crónicas. Críticos argumentan que el alto contenido de ácidos grasos omega-6 en los aceites de semilla podría aumentar la inflamación en el cuerpo, agravando afecciones como diabetes, obesidad y problemas cardiovasculares.
Otro punto de crítica se centra en los procesos de refinado utilizados para producir estos aceites. Detractores aseguran que durante este proceso, los pueden degradarse en compuestos tóxicos que dañan las células. Además, su presencia generalizada en alimentos ultraprocesados ha llevado a cuestionamientos sobre si su alto consumo podría estar relacionado con el aumento de enfermedades en las últimas décadas. Sin embargo, las evidencias científicas indican algo distinto a tales afirmaciones.
¿Cuáles son los aceites de semilla?
Los aceites de semilla, también conocidos como aceites vegetales refinados, se elaboran a partir de las semillas de plantas como el girasol, el maíz, la soja, el cártamo, el algodón y el arroz. Contienen principalmente grasas poliinsaturadas, especialmente ácidos grasos omega-6, y pequeñas cantidades de omega-3. Su procesamiento incluye prensado y refinamiento para obtener un producto estable, neutro en sabor y apto para cocinar a altas temperaturas.
Aunque los aceites prensados en frío, como el de oliva virgen extra, son populares por su contenido en antioxidantes, los aceites refinados ofrecen la ventaja de no degradarse fácilmente al calentarse. Según el Dr. Eric Decker, de la Universidad de Massachusetts Amherst, en declaraciones para The New York Times, este refinamiento protege los aceites de la oxidación y la rancidez, lo que asegura su calidad en diferentes aplicaciones culinarias.
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¿Son dañinos los aceites de semilla?
Los aceites de semilla han sido objeto de acusaciones relacionadas con su impacto en la inflamación y el desarrollo de enfermedades crónicas, las cuales carecen de respaldo científico sólido. Investigaciones recientes han demostrado que los ácidos grasos omega-6 presentes en estos aceites ayudan a reducir el colesterol LDL, conocido como "malo", y disminuyen el riesgo de males cardiovasculares. Este efecto beneficioso ha sido confirmado en estudios que comparan el consumo de grasas saturadas con el de grasas poliinsaturadas, mostrando claras ventajas para el corazón.
Uno de los argumentos más repetidos es que los aceites de semilla podrían degradarse en compuestos nocivos durante su refinado o al ser expuestos a altas temperaturas. Sin embargo, expertos como el Dr. Decker explican que los procesos de refinamiento están diseñados precisamente para evitar la oxidación y la formación de sustancias tóxicas. Además, estos aceites contienen vitamina E, un antioxidante natural que contribuye a preservar su calidad y estabilidad.
El vínculo entre los aceites de semilla y patologías suele surgir de su uso en alimentos ultraprocesados. Según el Dr. Christopher Gardner, estos productos contienen múltiples ingredientes perjudiciales, como azúcares añadidos y sodio en exceso, que son los verdaderos responsables de los problemas de salud. Según investigadores, culpar exclusivamente a los aceites de semilla ignora el contexto más amplio de la dieta moderna, que se caracteriza por un alto consumo de alimentos de baja calidad nutricional.
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Una alternativa saludable
Los expertos coinciden en que sustituir las grasas saturadas, como la manteca o la mantequilla, por aceites de semilla es una elección más saludable. Estos aceites son ideales para recetas que requieren grasas neutras o temperaturas altas, como aderezos o salteados. Además, se recomienda almacenarlos adecuadamente, preferiblemente en refrigeración, para evitar su degradación.
Sin embargo, también es crucial moderar el consumo de alimentos ultraprocesados que contengan estos aceites. Priorizar comidas frescas, como vegetales salteados o ensaladas, y utilizar aceites de calidad permite aprovechar sus beneficios sin riesgos.