A propósito de la entrega de Días de Santiago mañana, dentro del ciclo Cine Peruano, el director Josué Méndez hace un análisis de su trabajo y de los jóvenes cineastas peruanos.Josué Méndez., Renato Arana Conde Han pasado cuatro años desde el estreno de Dioses, tu última cinta ||_ ¿a qué se debe esta ausencia del cine? No es una ausencia total, he hecho televisión, teatro y publicidad. Bueno, también produje las películas Paraíso y Las malas intenciones. ¿Y dónde quedó el cine para ti como director? Tengo ideas para algunos proyectos cinematográficos, pero son ideas muy vagas. Nada muy concreto, así que prefiero no adelantar nada. Quisiera hacer algo diferente a Días de Santiago o Dioses, eso sí. ¿Por qué crees que esta nueva generación de cineastas viene obteniendo diversos premios? A mí me parece buenísima, genial, esta ola de premios que le hacen bien al país. Creo que hay un tema de cantidad. Se han hecho más películas de cineastas de formación, antes como que era muy autodidacta. La tecnología también ayuda mucho en este resurgimiento pues nos facilita las cosas. Muchos percibieron con los casos de César Vilca o Luis Astuquilca que el soldado aún no recibe un trato justo, ¿faltó concientizar más sobre esto en tu ópera prima, Días de Santiago? Yo veo algo pretencioso en eso de concientizar, pero creo que a los soldados nunca se les ha dado el verdadero reconocimiento hasta ahora. Hablemos un poco más de Días de Santiago. En el 2004, los temas del terrorismo estaban, al parecer superados, y la Guerra del Cenepa era un recuerdo. ¿Qué te motivó a abordar esos temas en ese entonces? La película es sobre posguerra, para mucha gente nunca va a pasar. Todo país tiene trauma de posguerra y lo que hacía la película es contar con lo que es fácil relacionarse. Yo siento que es algo que está muy presente aún y debería estarlo. También creo que a los ex combatientes no se les ha dado la atención que merecen. ¿Los problemas eran estos conflictos armados o cómo Santiago asumía estas experiencias? Creo que el problema es la guerra en general. Lo particular de Santiago es que peleó tres guerras: narcotráfico, terrorismo y la guerra con Ecuador. Mi sensación es que los traumas que tiene Santiago, no quiero generalizar, pero un gran número de combatientes también los tienen. El golpe más grande de Santiago es el no hallar reconocimiento a su esfuerzo. Creo que la sensación más grande es que se sienten inútiles a diferencia de la vida militar donde tenían una utilidad, nadie le viene a dar órdenes. Se sienten perdidos, no tienen las herramientas para sobrevivir. O sea el libre albedrío del que ahora gozan es un problema. ¡Por supuesto! El militar tiene una vida organizada, instrucciones. En cambio la vida civil es un caos y eso es complicado, encima son jovencitos, no son gente formada. Además del soldado sin reconocimiento, ¿a quién más representa Santiago? Habiendo tenido una experiencia distante a la de Santiago, me sentía identificado: como joven, como alguien que está tratando de hacer cosas. Uno siente una ciudad muy hostil. Tratas de ser una buena persona pero sientes que la sociedad no ayuda. ¿Por qué obviaste los flashbacks para recrear el pasado bélico de Santiago? La idea era que la película sea de guerra… pero en la ciudad, entonces no me interesaba hacer una película con escenas de guerra. Me parecía un tanto efectista e innecesario. Lo interesante era verlo aquí peleando. Conociste al verdadero Santiago, ¿cuál fue su opinión de la película? Se emocionó mucho. Al principio como quería mantener al margen de la difusión, pero llegado el momento se le entrevistó en los medios. Inclusive una vez fuimos a almorzar y me expresó su deseo de hacer una secuela, me contó su idea…. Pero no era algo que me interese mucho volver a temas que ya toqué. Se dice que las segundas partes no son tan buenas…. Como que agotas ciertas preguntas que tenías. Una película sale de cosas que no entiendes pero cuando pasas por el proceso, las resuelves. Creciste viendo mucho cine de Hollywood. ¿Tuvo algo que ver Rambo con Días de Santiago? Claro, todo este asunto del ex combatiente en el cine americano está muy presente. Puedo mencionar Taxi driver o El francotirador. Son películas que vi y muchas cosas de allí están en Días de Santiago. Estás gestionando la llegada del cineasta uruguayo Pablo Stoll para dictar clases maestras en Lima. ¿Te fue fácil convencerlo? En realidad yo conocía a Pablo desde hace años y estaba encantado de participar en el Lima Cine LAB: Seminario-Taller Internacional de Producción Cinematográfica (del 20 al 23 de noviembre). Además de Pablo también estarán Hernán Musaluppi, de Argentina, Héctor Gálvez, Gastón Vizcarra, entre otros.