No, por favor, con mis hijos no se metan

Galarreta y su combo tienen en la mira no solo textos escolares, quieren impunidad para (re) privatizar los asuntos públicos, como la violencia contra la mujer. ,Luis Galarreta presentó recientemente un plan para el (re) relanzamiento de Fuerza Popular cuyo principal objetivo era, según palabras del congresista, representar a las mayorías silenciosas, preocupadas por las “porquerías” que los libros de educación meten en la mente de sus hijos. Somos pro vida y pro familia y hay que decirlo sin temor, arengó Galarreta, anunciando reuniones con el par de grupos defensores de la sacralidad de la familia y la inocencia infantil. Este partido, recordemos, tiene un cierto déficit de decencia y vocación familiar al albergar a Moisés –Zaass– Mamani, acusado de tocamientos indebidos a una aeromoza, o a Glider Ushñahua, cuya pareja aún mostraba una cicatriz en la boca causada por un puñete propinado por este padre de la patria, quien tampoco cumplía con pagar la pensión de alimentos a su hijo. O el “asqueroso” masaje al cuello que Luis López, también congresista fujimorista, le hizo a su colega Paloma Noceda. Pero son casos actuales. Retrocedamos. No, no mencionemos las torturas a Susana Higushi en los 90, muy obvio. Ni tampoco la devoción filial y fraternal de la líder de FP en este último período. Viajemos a Iquitos, al hospedaje Toro Bravo donde en el 2014 se prostituían adolescentes de 14 años y menos. Este burdel de tapada, estaba a nombre de la octogenaria madre del congresista fujimorista Víctor Grández. Con él no era, argumentó, y con su mamá tampoco. Un año después, en el 2015, otro congresista fujimorista de auspicioso nombre, José Días Dios, fue acusado –según el parte policial– de propinarle puñetes, patadas y jalar del cabello a su esposa. Como una muestra de coherencia partidaria, Días Dios era Secretario de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos de Fuerza Popular. Quizá estas solo sean manzanas podridas que se escurren en las filas del partido defensor de la familia, pues este se amalgama muy bien con las iglesias en esta cruzada por los valores. Las iglesias Aposento Alto (AA) y Movimiento Misionero Mundial (MMM) apoyaron la candidatura de Keiko en el 2016. El año pasado, el pastor Alberto Santana de AA argumentaba ante su 35 años menor joven amante que él podía tener varias concubinas por su privilegio de líder. Su devoción por la infancia lo llevó a Gonzalo Jiménez (63) del MMM a realizar tocamientos indebidos a una niña de tres años en un templo de Chiclayo, en el 2013. No olvidemos a Guido Casalla (39) de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, prófugo después de violar a una adolescente de 13 años en Cusco. Y a Julio César Hurtado, pastor evangélico de Acobamba, que violó sistemáticamente a una adolescente con retardo mental. Cómo olvidar a Gabino Miranda, obispo de Ayacucho y vinculado al Opus Dei, acusado de pedofilia. Y es innecesario mencionar al Sodalicio, tan bien estudiado por Ugaz y Salinas. Una hipótesis es que Galarreta y su combo tienen en la mira no solo los textos escolares. Quieren impunidad para (re) privatizar los asuntos públicos, como la violencia contra la mujer que se ensaña con siete de cada diez mujeres en el país, y que ocurre justamente dentro del sagrado hogar. Y que resguardar a los hijos y que el Estado no se meta con ellos es una apuesta por esa impunidad, pues ocho de cada diez mujeres violadas son menores de edad, y cuatro de sus perpetradores son miembros de su familia. Para pensarlo.