Entre las figuras icónicas de la peruanidad destaca Ricardo Palma; el famoso creador de las Tradiciones y con ellas de un relato romántico, gracioso y tolerante que imagina al país desde el criollismo. En estos días de fiestas patrias, es uno de los pocos intelectuales del siglo XIX que conserva presencia; aunque su imagen no deja de suscitar controversias; por ejemplo, en la feria del libro dos textos ofrecen una versión algo crítica del famoso “bibliotecario mendigo”. En primer lugar, se encuentra el libro de Gonzalo Portocarrero, La Urgencia por decir nosotros, que es un conjunto de ensayos sobre la idea de nacionalidad en intelectuales republicanos. Empieza por Pancho Fierro y cierra con José María Arguedas, reflexionando sobre las propuestas para integrar un país no sólo fragmentado sino conflictivo entre las partes, cargado de menosprecio e ignorancia de los unos para los otros. Cómo superar el desgarro es el tema de la historia intelectual de Portocarrero. Entre los diversos ensayos, destaca el dedicado a Palma, porque sería el creador del criollismo en clave republicana. En esta versión, la esencia del régimen colonial era el privilegio de unos pocos, que pertenecían a la nobleza de la república de españoles, mientras que las cargas eran pagadas por el resto. Según Portocarrero, la propuesta de Palma habría sido extender los privilegios a toda la sociedad criolla y mestiza urbana. Que no solo los nobles puedan infringir la ley de los comunes. Que lo puedan hacer todos los criollos y que para ellos reine la transgresión aceptada con benevolencia y buen humor. El mundo de Palma habría sido el de la doble moral. Ya que no podemos contra los males coloniales, dejémoslos de considerar problemas y asumamos que todos podemos proceder de esa forma. El sabido si sale adelante merece ser celebrado. Palma habría constituido al Perú dominado por la picardía criolla. El segundo texto proviene de una tesis de licenciatura en San Marcos, escrita por Carlos Alberto Pérez, quien califica a Palma como liberal criollo. Durante su juventud, Palma se formó en el liberalismo como integrante de su segunda generación, liderada por el ideal romántico y defensora del grupo protagonista de la independencia. Pero, Palma y los otros integrantes de su generación habrían sido inconsecuentes, en ocasiones fueron liberales y en otras apoyaron a gobiernos autoritarios. El libro de Pérez revisa minuciosamente las distintas etapas de la actividad política de Palma. Es un hecho que se mueve mucho y no hay una línea consistente. Fue partidario de Echenique, Balta y Piérola, no obstante que Echenique era un general con fama de corrupto, Balta otro general había entregado el guano a la Casa Dreyfus y Piérola era tanto el hilo conductor como el resultado de esta colaboración. En efecto, Piérola fue ministro de Balta y había sido Echenique quien lo había introducido al círculo de poder; luego, había terminado como el demócrata de la revolución nacional de 1895. El apoyo de Palma a estos tres personajes no tiene nada de casual, una línea los vincula. Pero ninguno había sido liberal. Por el contrario, Echenique y Balta eran militares autoritarios y Piérola católico ultramontano. Por ello, Pérez califica a Palma como liberal criollo. En este caso, tanto Portocarrero como Pérez siguen una larga tradición interpretativa, según la cual criollo equivale a blando, transgresor y acomodaticio. En esas características residiría el carácter nacional propuesto por el criollismo. Más adelante, el libro de Pérez ofrece valiosa información sobre los enemigos de Palma, que fueron Castilla y Pardo. Es decir, la burocracia militar engordada por la renta del guano y la plutocracia reconstituida durante la misma era. Ahora, Palma parece más consecuente. A lo largo de su vida, estuvo en contradicción con el militarismo y la oligarquía; esa lucha lo llevaba regularmente a la democracia y al pueblo. Por sus enemigos lo conoceréis.