Necesitamos una política energética y un consenso de largo plazo sobre el rol de Petroperú. Eso no existe, como lo demuestra la escasa ‘visión’ de Perupetro. Basta ya.,Hace dos semanas, el presidente de Perupetro, Seferino Yesquén, propuso que, ante los problemas generados por las continuas paralizaciones del Oleoducto Nor Peruano de Petroperú (ONP), una de las “soluciones” sería “la evacuación de la producción de la selva norte a través de Ecuador, empleando el Oleoducto de Crudos Pesados (OCP)”. Sorprendente. Veamos primero algunos hechos y luego el tema de fondo. Ecuador tiene dos oleoductos que van desde los campos en el noriente hasta el Pacífico y pasan a la altura de Quito: el SOTE, de la estatal PetroEcuador, y el OCP, de propiedad de empresas privadas. Desde Lago Agrio –punto de partida del SOTE– hasta Andoas (adonde llega el Ramal Norte del ONP) hay cerca de 400 kilómetros. La distancia podría ser menor si se conecta con alguno de los oleoductos secundarios. ¿A cuánto ascendería la inversión? 400 millones de dólares, por lo menos. ¿Quién invertiría? Por otro lado, cuando Ecuador licitó cinco lotes en la XI Ronda Petrolera del 2012 al 2014, hubo fuertes protestas de las comunidades indígenas y de la sociedad civil. Por allí tendría que pasar el “nuevo oleoducto”, lo que aumentaría las protestas. Quizá por eso hace solo 3 meses Carlos Pérez, ministro de Energía de Ecuador, dijo que “los lotes 86 y 87, que están en la frontera con Perú, podrían ser desarrollados en una alianza entre Petroperú, Petroamazonas y una empresa privada” (https://peru21.pe/economia/peru-ecuador-discuten-exploracion-conjunta-bloques-crudo-gas-nndc-434012). Claro. Ya hay un convenio del 2012 entre Petroperú y Ecuador para que ese petróleo salga por el ONP. Lógico: hay apenas 40 km a 80 km entre Andoas y esos lotes. Añadió Pérez: “El crudo que se produciría en forma conjunta alimentaría la refinería de Talara; mientras que el gas peruano se exportaría a Ecuador para aliviar su déficit” (ídem). Nadie hablaba de un ducto de sur a norte, todo lo contrario. El tema central es tener visión de país y de política energética. Ecuador la tiene (Bolivia también). Para el Perú hay sinergias entre la Refinería de Talara (que ahora podrá procesar crudo pesado), el ONP y la producción en la selva norte –con respeto a las normas ambientales y los derechos de las comunidades indígenas– que puede llegar a 100,000 barriles diarios en pocos años. Estos ingresos disminuirán la balanza comercial, pagarán impuesto a la renta y canon a las regiones productoras. Para lograrlo, hay que reparar el ONP, lo que ya ha comenzado, y garantizar que no haya más atentados, lo que pasa por afinar el diálogo con las comunidades de la zona. Luego hay que incentivar las inversiones para aumentar la producción, lo que reducirá la tarifa de transporte desde US$ 10 por barril hasta US$ 3 o US$ 4 por barril. Si para ello hay que reducir las regalías, esto se puede hacer contra la garantía de un Plan de Inversiones adecuado (eso no rige para Talara, pues esos contratos están por agotarse y deben ser licitados). Esta es la llave para la fórmula económico-financiera que reduzca la tarifa de transporte del ONP. Necesitamos una política energética y, también, un consenso de largo plazo sobre el rol de Petroperú. Eso no existe, como lo demuestra la escasa “visión” de Perupetro, dedicada a satisfacer los intereses de las empresas y que atenta contra los intereses nacionales. Basta ya. Nota: en nuestro artículo del 27/2 dijimos que la reducción del precio del diésel se debió a la rebaja de la banda de precios, lo que no fue así. La reducción fue producto de la decisión de Petroperú, y también de Repsol, de rebajar el precio de venta del diésel para alinearlo al precio internacional.