No cabe duda de que el estado de emergencia declarado por Trump para justificar el uso de partidas presupuestarias y construir el muro apunta a las elecciones del próximo año. En su xenófoba campaña presidencial, prometió que su construcción traería seguridad y paz, lo que haría América grande otra vez. Pero transcurrida la mitad de su gobierno, México no lo pagará y el Congreso tampoco ha aprobado lo requerido. ¿Cómo presentarse a las próximas elecciones sin su muro? Para lograrlo, ha inventado una situación de emergencia que muchos de sus partidarios no justifican. Trump sabe que la declaración de emergencia nacional no se ajusta a los parámetros que permiten invocarla y que se le interpondrán demandas judiciales. Él dice que ganará, pues confía en los jueces conservadores que nombró en la Corte Suprema. Trump no es muy distinto a los líderes que califica como dictadores en la región. La diferencia está en que EEUU tiene una sociedad civil e instituciones fuertes. No obstante, estas acciones podrían preparar el terreno para un autoritarismo generalizado. Nadie, en su sano juicio, cree que los problemas migratorios se solucionarán con un muro y que EEUU está sufriendo una invasión de criminales, pandilleros y narcotraficantes. Se sabe que el grueso de los migrantes huye de la pobreza. Los problemas migratorios y de seguridad solo pueden ser solucionados activando mecanismos de cooperación como la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN), creada en 2005 entre EEUU, Canadá y México.