Gran corso carnavalesco despidió la fiesta del Rey Momo en Cajamarca

Gran corso carnavalesco despidió la fiesta del Rey Momo en Cajamarca,Edgar Jara. Cajamarca Aquel camino ancestral utilizado por los incas denominado Qhapaq Ñan fue mudo testigo para que años después sea el escenario adecuado por donde desfiló una numerosa caravana de carros alegóricos, reinas, y por segundo día consecutivo patrullas y comparsas que soportaron el cansancio del día anterior, dando marco al espectacular corso carnavalesco. Con esta actividad la ciudad prácticamente despidió el homenaje que cada año hacen miles de pobladores y turistas nacionales y extranjeros que llegan a Cajamarca, considerada la Capital del Carnaval Peruano, para rendir homenaje al Rey Momo. El orden y la seguridad han sido dominantes en los diferentes días de celebración. La Municipalidad Provincial de Cajamarca, a cargo de la organización del evento, ha cumplido con creces este acto, dejando para el olvido jornadas de violencia. Los carnavales, aparte de su singularidad, convocan a gente de toda condición social, económica, de poder político, de edades, todos danzando y cantando las inigualables y picarescas coplas, poniendo de manifiesto la creatividad e ingenio de sus mentores. Este año, casi con exactitud inglesa, cuando el reloj marcaba las once de la mañana empezaría el largo recorrido por las inmediaciones del Complejo Qhapaq Ñan, pasando por el óvalo de las Banderas, para finalmente perderse por el trayecto de la vía de evitamiento sur. Abriendo el desfile estaba la comitiva del gobierno local, sintiéndose la ausencia del alcalde Manuel Becerra Vílchez, que este año prefirió seguir desde las tribunas el corso. Tras de ellos se alinearon representaciones de los barrios populosos, de instituciones públicas y privadas, y por supuesto de las nutridas delegaciones provincianas con sus respectivos burgomaestres a la cabeza, mostrando con sus carros alegóricos lo más bello de las tierras que los vio nacer. Un cordón policial y del Serenazgo se encargaron de la seguridad, sin que se produzcan hechos que alteraran la tranquilidad. En las calles cajamarquinas se vendían tradicionales platos típicos como el frito con ceviche, los chicharrones y el infaltable cuy con papa revuelta, bien asentados con chicha de jora.