Mujer de las manos verdes

@elzejo Nombro su nombre y abro una ventana que con palabras diseño en el viento; si la has visto, ella es fuego y movimiento: Volcán que erupciona cada mañana. Nombro su nombre, parece lejana, pero está a mi lado y está sensible; su historia no permite lo imposible: Con ella la vida se hace liviana. Cuando ríe golpea toda mesa, cuando se pone nerviosa se calla, cuando la beso en la boca me besa, cuando pido paz, pide una batalla; cuando finalmente gana regresa, cuando se pierde en ella misma se halla. *** Nombro su nombre, pero desconfía que hasta el sol se prolongue por su pelo, que su piel rompe el silencio del cielo, que por ella, en cada intento, ardería. Nombro su nombre, despacio y de prisa, pese a que la siento, no me confundo: Tanta es su desconfianza en este mundo porque la vida pasa, pesa y pisa. Yo, por ejemplo, soy sal y comino, mas cuando digo basta digo toca, cuando nombro su cama digo vino y si pronuncio almohada suena roca; porque al verla, se rearma el camino que hacia sus manos verdes desemboca. *** Nombro su nombre como un laberinto de palabras que llegan a su oído; tiene un estilo de estar y haberse ido: Ella es color mientras yo me despinto. Nombro su nombre y su voz es recinto de timidez, alegrías y sueños; como cuando jugamos de pequeños y aún hoy, creo, no somos distintos. Porque en sus ojeras soy extranjero, porque quisiera me dé su confianza porque cada sílaba dice quiero, porque es una profesional que avanza, porque en la oncena resulto sincero: Porque el soneto no sabe si alcanza. (*) Poeta, dramaturgo y periodista.