Periodismo… algunas reflexiones

Había pensado escribir sobre otro tema. Pero lo ocurrido con Susana Villarán, y la forma en que la prensa, sobre todo la televisión, decidió cubrir la trágica muerte de su hija Soledad me provocaron vergüenza de formar parte de una profesión que no ha sido capaz de superar la decadencia de esos años en la que vivió hipotecada al poder corrupto del fujimorismo. Sigue sometida, pero ahora al ráting en el que todo vale. Ver a periodistas, cámara en mano, correr detrás de la exalcaldesa en la morgue resultó grotesco e indignante. Los canales de televisión se disputaban entre sí la mejor toma de las lágrimas de una madre que acababa de perder a su hija. Ponían sellos de agua para que nadie les robe la “exclusiva” y repetían la imagen en cámara lenta para aumentar el morbo, había que sacarle el jugo a la situación. “Ese momento brutal no merece una cámara carroñera registrándolo” escribió mi amigo Paco Bardales, indignación que muchos compartieron en las redes sociales. La prensa escrita tampoco se salvó, un diario tuvo la hipocresía de expresar sus condolencias al mismo tiempo que ponía entre sus líneas, “habría estado ebria… pero la autopsia lo determinará”. Imagino que en un chispazo de decencia decidieron editar el texto y borrar tan infame comentario. Pero este irrespeto al dolor, al luto, a la pérdida de Susana Villarán no es exclusivo de un personaje mediático como ella. Su caso, más bien, nos permite visibilizar algo de lo que somos testigos a diario: poca compasión y respeto con que los medios –y sigo con mi énfasis en la televisión– tratan a las víctimas y sus familias, porque el llanto y el sufrimiento aumentan el minuto a minuto de los noticieros. Eso también es violencia. Siendo honestos y con capacidad de autocrítica, parece que poco hemos hecho por estar a la altura de lo que la sociedad espera de nosotros. El periodismo, después de todo, se debe a los ciudadanos y no al bolsillo de algunos que persiguen audiencias mal ganadas para aumentar su poder y fortuna.