Murió Lika Mutal, la piedra sigue viva

SENSIBLE. Lika Mutal asumió la defensa de derechos humanos con su obra “El ojo que llora”, en homenaje a las víctimas del terrorismo en nuestro país. ,Lika Mutal ha muerto. La escultura que trabajó la piedra con la más honda sensibilidad para ponerse de lado de las víctimas de una guerra absurda como cruenta, dejó de existir ayer. La artista, que era de nacionalidad holandesa, residía en el Perú desde 1968. Aunque ya no está entre nosotros, su obra más representativa “El ojo que llora”, ubicada en el Campo de Marte, nos recuerda su papel de artista y humanista. La artista nació en Holanda en 1939. Creció en un hogar donde cultivó su sensibilidad para el arte. Su madre era pianista y cantante, de modo que desde pequeña escuchó melodías de Debussy, Schubert y Chopin. Su padre también comulgaba con el arte, pues era pintor.Inicialmente Lika Mutal quiso ser una artista de escena y estudió danza y teatro académico, tradicional. Pero su espíritu inconforme la llevó hacia un teatro político, llamado teatro “cabaret” por su naturaleza turbulenta. Lika Mutal siguió cambiando, sobre todo cuando migró hacia Colombia, en 1964, donde estudió arte en la Universidad de los Andes. En 1968, se enrumba a Lima para estudiar en la Escuela de Arte de la Universidad Católica, bajo la tutoría de Anna Maccagno. De su mano, Lika Mutal conoció al escultor de piedra Juan Arias, quien sería su maestro de ahí en adelante. Arias le enseñó que las piedras no eran seres inertes, por el contrario tenían un lenguaje que había que desentrañar.“En tres minutos me enseñó lo que ha permanecido conmigo desde entonces: no use guantes, interfiere en su forma de sentir la piedra; mire su trabajo, no su martillo o su cincel; trabaje por encima o por debajo de su abdomen para proteger sus riñones”, recuerda que le dijo.Antes de esta revelación, la artista solo había trabajado con metal, madera y arena.Una de sus obras, quizás con la que más demuestra que la piedra es un ser vivo, es la instalación “El ojo que llora”. Una obra que rinde homenaje a las víctimas de la guerra interna que vivió el país entre los años 1980 y 2000. Sin duda, su obra es una valiente invitación a reflexionar sobre lo que ocurrió en el Perú en aquellos años. Sin embargo, no todos estuvieron de acuerdo con su propuesta, por lo que más de una vez la escultura ha sido atacada. Pese a ello, Lika Mutal siempre la defendió con un temple también de piedra.La artista realizó en el 2008 una exposición junto a su esposo, el también artista Gam Klutier, en el Centro Cultural Inca Garcilaso denominado “De Holanda a Sudamérica”, en la que ella, con la piedra, y él, con la pintura, demuestran la trascendencia del Perú en sus propios devenires artísticos. La última muestra que Mutal realizó fue expuesta el año pasado en el Museo de Arte Contemporáneo con el título “El espejo de piedra”. “La naturaleza está presente en sus esculturas, con el vigor y la indiferencia con que lo está en las cumbres de los Andes y con el misterio grácil de las rocas talladas por el mar en los desiertos costeños. A la vez, lo humano está también allí, animando con sus ideas y sus ardientes deseos, con su trabajo y su técnica, esa potente materia a la que organiza sin borrar, de la que saca los modelos y prototipos que sobre ella misma aplica”, dijo Mario Vargas Llosa sobre la muestra.Por su parte, Clementina Ferreyros, directora ejecutiva del MAC, sostiene que la partida de Mutal es una “sorpresa triste”. “El arte de Lika es coherente con su forma de ser y sus creencias, ya que en él el ser humano armoniza con su entorno y la naturaleza”, considera Ferreyros. Lika Mutal convirtió a la piedra en un ser social. Le dio una voz, que aunque ella ya no esté entre nosotros, no se apaga. La artista es velada en su casa en Barranco en compañía de sus seres más cercanos. Sin embargo, al cierre de edición no se sabe en qué camposanto descansarán sus restos. ❧