Guerra avisada

El desborde del río Huaycoloro y las consecuencias que las lluvias tardías en la sierra han tenido en buena parte de la costa del país no solo han generado caos en varias ciudades en los últimos días, sino que han desnudado una realidad que debe atenderse cuanto antes: estamos muy lejos de estar en condiciones de enfrentar con eficiencia razonable un desastre natural de proporciones reales. No pretendo, naturalmente, decir que lo que ha sucedido no sea grave; sin embargo, ha podido ser muchísimo peor. Y la previsión es absolutamente nula.Si un fenómeno de El Niño asolase nuestras costas –y el condicional en realidad no tiene sentido, porque pasará de todas formas– o si un terremoto potente sacudiese alguna de nuestras ciudades, las pérdidas serían incuantificables. Nuestras autoridades no están articuladas para responder de manera integral a una situación de crisis. Y la sociedad civil ignora por completo los protocolos básicos que debería seguir cuando una tragedia suceda. Es realmente impúdico saber lo poco preparados que estamos para algo que –sí o sí– sucederá.Ahora: este comentario no es más que una perogrullada si es que no plantea alguna salida. Y queda claro que el Estado deberá hacer su trabajo. La cuestión está en pensar qué se puede hacer desde la sociedad civil en aras de la prevención y cómo se puede incentivar algo así desde las políticas públicas. ¿Sería posible que se premie con algún estímulo tributario a las empresas que organicen campañas de prevención de la mano de los ciudadanos? No lo sé. Pero creo que es válido empezar por hacernos la pregunta. Porque algo hay que hacer. ❧