Trump: Entre el ruido y el juramento

Con su clásico estilo populista, y con un discurso dirigido a sus votantes, el magnate republicano fue investido como presidente de los Estados Unidos. Como en pocas ocasiones, la ceremonia estuvo deslucida y la voz de sus críticos se hizo sentir en las calles de Washington. ,Trump: Entre el ruido y el juramento,Trump: Entre el ruido y el juramento,"Trump and (Mike) Pence go away", "Trump and (Mike)Pence go away", gritan unos manifestantes en Union Station, una estación de metro y trenes importantísima en Washington, una ciudad que estos días estuvo tomada por la investidura del nuevo presidente de Estados Unidos. PUEDES VER: Trump y Peña Nieto se reunirán para hablar sobre inmigración Hacia las 7 pm, acaso como corolario de un día complicado, un hombre de unos 40 años se desnudó completamente en la Calle 14, una arteria central de Washington. Fue un día en el que, como no ocurrió en los últimos años, se hizo sentir el desacuerdo con la investidura del nuevo presidente de Estados Unidos. ¿Quién es ese hombre? Donald Trump estaba asumiendo la presidencia de Estados Unidos de Norteamérica, como otros 44 presidentes antes, pero en un ambiente cargado de tensión. En un país que viene dividido desde el comienzo de siglo, pero que ahora llegó a una suerte de paroxismo digno de una causa mayor. Miles de personas se reunieron alrededor del Capitolio, el lugar donde juramentó el nuevo mandatario, hacia las 11 y 30 am, pero no hubo tantas como en las dos investiduras de Barack Obama. Una ceremonia algo deslucida, con pocos cantantes y con muchos manifestantes. "Trump no quiere a los inmigrantes, odia a las mujeres, es un malvado", dice Zoe, una mujer de unos 40 años que se preparaba para la marcha contra el magnate-presidente que se realizó ayer en Washington y en otras 100 ciudades. Una movilización que dio cuenta de las dimensiones del disenso. En rigor, la institucionalidad de EEUU sigue andando, el desfile de reglamento se realizó, con toda su gala y su pompa, aunque en medio de un ambiente de controversia inédito. Hacia las 4 de la tarde, la Pennsylvania Avenue se cargó de una protesta violenta. La masa se desbordó, rompió vidrios, se lanzaron lacrimógenas y se detuvo a 100 personas. Hay que registrarlo: muchas, muchas personas, no pueden aceptar que Trump, con su estilo estrafalario, sea el presidente. Ese hombre que se burló de un periodista con discapacidad. Ese magnate que asume que todas, o casi todas, las mujeres se deben rendir a sus pies. Que le quiere imponer a México un muro que le costará pesos y dignidad. ¨Es un hombre peligroso¨, afirma Heather, una profesora que ha venido especialmente desde el estado de Minessota a protestar contra Trump. Para ella, su llegada a la Casa Blanca significa un real problema. Para Estados Unidos y, como dice, para toda la Humanidad. “Yo soy profesora de árabes, de latinos, incluso de peruanos, él y su gente no los conocen y piensan que todos son un problema. No es así”, dice con convicción. En cierto modo, para sus detractores, representa lo peor de Norteamérica. ¿El verbo se hizo carne? Hay algunos estadounidenses que cumplen con el estereotipo, que piensan que son lo mejor, que le deben poco o nada al mundo, y que tienen que mirarse aún más a sí mismos. “El poder debe volver al pueblo”, dijo Trump en su discurso de investidura. Para ellos iba ese mensaje. Una frase que suena bonita, pero que puesta en la boca de él viene cargada con decibeles altos de nacionalismo y populismo. Al mismo tiempo que hablaba del pueblo norteamericano, dijo que América debía volver a ser “grande”. Para lograr ese objetivo, debía cuidar sus fronteras, traer sus industrias de nuevo a su territorio, devolver el trabajo a sus propia gente. Eso dijo al reafirmar su palabra de campaña, algo que no solo sonó repetitivo, sino que confirmó que algunas de sus díscolas promesas de campaña serán cumplidas. Trump dijo también que se preocupará por los ciudadanos, por dar trabajo. Hacer grande a América de nuevo. Eso era lo que figuraba en gorros, chalinas, pins, carteles. ¿Pero qué significa aquello realmente? Para sus partidarios es la “esperanza”. Es curioso, para quienes votaron por Trump, el nuevo presidente les provoca una sensación similar a la que causaba Barack Obama en el 2008, cuando se lanzó por primera vez. En uno de los Irish Pub de Washington, un grupo de partidarios, o al menos votantes, del magnate, ven cómo se sube a un helicóptero y se despide y gritan “¡Bye, bye!”. Se ríen, se abrazan. Creen y sienten que el nuevo presidente es la “different way”, el camino distinto, el que trae la novedad ahora. Tiempo turbado Lo que se vendría en Estados Unidos, a partir de la juramentación de Trump, es un tiempo inusual, probablemente cargado de tumultos. Poblado a la vez de manifestaciones en las calles. Obama, además, no parece decidido a meterse en closet y dedicarse a su familia. Luego de dejar el poder definitivamente, habló una vez más en la base aérea de Andrews, Washington, desde donde se trasladó a California. Allí, se despidió de sus colaboradores, pero también deslizó la posibilidad de liderar la oposición. “Nuestra democracia no son los edificios, no son los monumentos, es lo que nos hace ser mejores”, dijo, como sugiriendo que no saldrá de la actividad pública. Por el contrario, será una presencia, que reclamará por los derechos civiles, por las feministas, por el movimiento LGTB. Por todas esas personas, que este viernes no sangriento, pero sí movido, salieron a protestar. En los corrillos del National Democratic Woman, situado cerca de una plaza denominada DuPont Circle, más de una líder reconoció que Hillary Clinton no era una buena candidata, que estaba “con los ricos”, que no era el mejor prospecto. Sin embargo, Trump para una buena parte de la población norteamericana, la que en realidad ganó por más de dos millones de votos populares (pero perdió por el anticuado sistema de los colegios electorales), es una maldición. Un mal que hay que resistir, porque podría traer consecuencias desastrosas. Una pesadilla americana Los próximos meses, o incluso los próximos días, aclararán si Trump se viene con todo, si comenzará a tumbar la era Obama (no solo en el tema de salud, sino en temas de política exterior) o se mostrará prudente. No parece, de momento, un hombre sereno. Aunque no se ha mostrado destemplado al dar su breve discurso, sigue en sus trece, mantiene su talento para la confrontación y el populismo. Es un bache difícil en la política norteamericana, acostumbrada a los tumbos, mas no a este terremoto que hace que una persona pierda el pudor en la vía pública y marche desnuda.