Leicester City: los zorros no son fábula

Después de 132 años, de accidentada convivencia entre Tercera y Primera División, Leicester City está a un paso de coronarse campeón por primera vez en su historia hoy ante el United en Old Trafford (8:05 a.m.). Historia de un equipo de actores secundarios que se han hecho con el estrellato en la Premier League. , Fotos: AP En agosto del año pasado, a inicios de temporada, era más probable descubrir al monstruo del Lago Ness, hallar a Elvis Presley con vida o que Barack Obama confesara que el hombre jamás pisó la Luna antes de que el Leicester City, el club que posee el honroso récord de perder cuatro finales de Copa FA, campeonara la Premier League. Las apuestas eran brutalmente sinceras. En 130 años, los' Zorros' apenas contaban con tres Copas de la Liga, 62 campañas en Segunda División, y un descenso a Tercera. La actualidad tampoco entusiasmaba: acababan de destituir a Nigel Pearson, el entrenador que había devuelto al equipo a Primera, luego de diez años, y salvado la categoría hacía unos meses, en una remontada de leyenda (22 puntos en las últimas nueve fechas) para contratar a un italiano con pinta de abuelo y aura de embustero: Claudio Ranieri (64), siete títulos (dos de ellos de Segunda) en tres décadas, y ninguna Liga. Encima, venía de ser echado de la selección de Grecia tras caer, en Atenas, ante Islas Feroe. Gary Lineker, máximo artillero de México '86, canterano del club y ahora conductor del bloque deportivo de la BBC, se burló. “Si campeonan, el primer programa de la próxima temporada lo presentaré en calzoncillos”. ¿Cómo se podía confiar en un técnico que teniendo a Nedved y Del Piero en la Juventus solo consiguió una patada en el trasero? ¿Qué expectativa podía despertar un equipo de desconocidos, entre ellos un delantero casi treintón que años atrás trabajaba en una fábrica y jugaba en la Quinta categoría (Jamie Vardy)? Ninguna. Absolutamente nada. Sartre identificaba a la nada con la libertad. "El hombre sin libertad vive pero no existe", decía. El Leicester City, sin ataduras, había echado chispas. Teoría del mensaje Veintiséis jugadores. Veintiséis cerebros diferentes. Pero solo un corazón. Ranieri no es un escritor. Pero en los últimos meses ha encontrado siempre las palabras exactas. O como decía Julio Ramón Ribeyro: Ni las más bellas ni las más justas. Simplemente las propias. Una muestra es este fragmento de la carta que escribió hace un mes sobre sus muchachos. Allí donde llama a Vardy, caballo fantástico y asegura que N’Golo Kanté oculta un paquete de baterías en sus pantalones. Su palabra, sobre todo, ha sido mensaje. Su llanto tras vencer al Sunderland; su presencia, como un chiquillo más, en la fiesta de cumpleaños del lateral Christian Fuchs; y, como buen italiano, en una pizza de incontables tajadas. En la fecha 10, 'cabezón' porque en todos sus partidos les anotaban, Ranieri le prometió a sus jugadores que si dejaban el arco en cero los llevaría a comer esa masa lisa y crocante de mil rellenos. Cada uno trabajó su propia masa, por supuesto. Nadie iba a regalarles nada. Ni siquiera el premio. ¿El resultado? 14 fechas de 25 sin recibir goles. “A veces me asusto cuando veo cuánto comen, pero he decidido que si corren como corren que coman lo que quieran. El fútbol no es química”, señala el entrenador. Ni química ni economía le faltó agregar. El traspaso del volante belga Kevin de Bruyne del Wolfsburgo alemán al Manchester City costó 83,6 millones de dólares. La plantilla completa del Leicester City, los 26 cerebros diferentes, bordean, con las justas, los 62 millones. Riyad Mahrez, el toque fino y sutil de los 'Zorros', quien acaba de ser elegido como el jugador más brillante de la temporada, la joya de Ranieri, costó (medio millón) lo que gana el 'Kun' Agüero en una semana. El Manchester United, por su parte, está valorizado en 561 millones. Casi diez veces más el presupuesto de los azules. Un equipo Durante un año y medio, una de las patas de Vardy, el caballo libre y fantástico, estuvo controlada por un grillete electrónico. Dicen que por defender a un amigo sordo desató una pelea callejera en un bar. Sea como fuere, Vardy nunca pudo apurar el paso. La condena le impidió jugar de visita (no podía alejarse 80 kilómetros a la redonda) con el humilde Stocksbridge Park Steels de la liga regional. En otros equipos, según ha contado, entre lamentos, lo rechazaron por ser un '9' pequeño (1.78 m) y flacucho. Hace poco, incluso, Ralf Rangnick, técnico del RB Leipzig de la segunda alemana, contó que lo descartó hace dos años por ser muy viejo (29). En estos momentos, Vardy no solo es el goleador del equipo y el tercero del torneo con 22 goles (a dos de Kane de Tottenham). Además quebró la marca del holandés Ruud Van Nistelrooy (10 fechas, con el Manchester United, en el 2003) al marcar en once fechas consecutivas, y ha vestido en seis ocasiones la camiseta de la selección de Inglaterra. Con dos goles incluidos. Y sí, 29 años. En el arco propio sucede algo parecido. En realidad, línea por línea. A los 29 años, tras deambular por clubes de poco fuste, Kasper Schmeichel se sacudió, por fin, de la sombra de su padre, el danés Peter Schmeichel, multicampeón con el United, y es un arquero apetitoso para el Barcelona. Huth y el capitán Morgan, la ruda pareja de centrales, pasan los treinta. Drinkwater (26) y Albrighton (26) eran mediocampistas del montón. Al igual que el japonés Okazaki, proveniente del Mainz. El argentino Leonardo Ulloa (el pase más caro del Leicester: 12 millones de dólares) no es precisamente el 'Pipita' Higuaín. “Lo que hacemos es correr, correr, y correr como Forrest Gump”, ironizó Ranieri. No es vistoso el estilo del Leicester, pero sí bello. Es uno de los tres equipos con menor posesión de balón (42%) en la Liga. Su belleza no es como la del Barza, insisto. Su seducción exuda del esfuerzo, de las camisetas empapadas. Sudor incalculable. A chorros. Paso de campeón “Hablaré de esto en los próximos 20 o 30 años. Lo que me quede de vida”; “Los amamos. Estamos orgullosos de ustedes”; “Si me encontrara a Ranieri en la calle le diría: Gracias por ayudarme a conseguir mi casa”. Mensajes como estos se multiplican en las redes sociales. Son turbulencia para una ciudad cuyo lema 'Semper eadem' (siempre igual) refleja una ausencia de emociones. En 132 años de fundados, el Leicester no ha labrado ninguna rivalidad. Su vecino el Nottingham Forest prefiere arrancarse la piel con el Derby County. Hoy los ignorados son ellos, que marchan en Segunda y Tercera, respectivamente. Hoy, el Leicester está a punto de ser campeón. Antes de leer estas líneas, probablemente ya lo sea. Ante el Manchester United (8:05 a.m), en Old Trafford, y sin Vardy por suspensión. Los 76 puntos, siete más que el Tottenham a falta de tres fechas, le dan respiro. Si no es esta mañana podría ser el sábado 7, en casa, ante el Everton o, en el peor de los casos, frente al Chelsea el domingo 15. Desde que la Premier League se creó en 1992, los trofeos se los han repartido entre cinco equipos (United, Arsenal, City, Chelsea, Blackburn Rovers). Hoy, esos 'ricachones', salvo el Blackburn, tendrán que aplaudir. Veintiséis jugadores, veintiséis cerebros diferentes entrarán al campo. Junto a ellos, millones, en solo un corazón.