Circo y herenciaLa tarumba. La compañía circense estrena temporada inspirada en la niñez. De otro lado, el director Fernando Zevallos opina de la competencia. “No la veo como un riesgo; más bien, como una exigencia”.,Mientras se escucha la música de Amador ‘Chebo’ Ballumbrosio, en ‘Ilusión’, un niño llega al circo de la mano de su abuelo, un exartista circense. “Yo fui el mejor acróbata del mundo”, le cuenta antes de caminar sobre una cuerda. La nueva propuesta de La Tarumba es un homenaje a las generaciones que crecieron viendo y siendo parte de las más de tres décadas de la compañía circense. “La idea nació durante la temporada del año pasado. A partir de ello, era cosa de afinar la mirada en los niños de La Tarumba, de los talleres, de mi equipo de trabajo y de mi propio nieto, Máximo. Entonces, lo que estamos haciendo es engreír a nuestros niños”, comenta el director y fundador, Fernando Zevallos. PUEDES LEER: Explosión de danza en el ICPNA ‘Ilusión’, con una puesta en escena teatralizada, tendrá más de 16 números de solo circo, entre ellos, trapecio, acrobacia y malabarismo. En uno de los números, siete artistas que simulan ser un equipo de deporte blanquirrojo desafían la gravedad. “Definitivamente, ahora hay un equilibrio en lo que es el teatro y el circo”. Respecto al grupo de artistas en escena, predominan los nacionales que han sido parte de la escuela circense. Aproximadamente 700 niños llevan clases al año y actualmente son 25 alumnos en la escuela profesional. “El elenco de La Tarumba está cubriendo una cantidad de cosas, incluso tenemos unos números que están esperando allí, algún momento de rotación nada más. Creo que también eso es un motivo de orgullo, el que podamos nutrir un elenco de unas 40 personas y esa es la apuesta de la escuela profesional”. “‘Ilusión’ lleva como eslogan ‘una lección del circo para la vida’”. En ese sentido, Fernando Zevallos considera que un espectáculo circense puede ser siempre una buena forma de demostrar como funciona –o debería funcionar– la democracia. “Es un trabajo en equipo donde hay espacio para todos, para los más fuertes, para los más ágiles, para los gorditos, para los flaquitos. No discrimina ni por físico, ni por raza, ni por nada. Siempre he pensado que el circo es un buen modelo de democracia. Además, el circo demanda de un trabajo muy coordinado y organizado. Si no hay organización, todo se viene abajo”, comenta Zevallos. “Así que el circo sí tiene una lección, quizá para mucha gente”, añade, entre risas. El estreno de su nueva temporada será en julio, fecha en la que coinciden, como todos los años, con varias propuestas, entre ellas, internacionales y algunas mediáticas (otras de ellas se quedaron en el camino). Para Zevallos, la competencia no tiene que ser un riesgo. “No siento la competencia como una forma de riesgo, ni para La Tarumba ni para los otros circos, más bien siento la exigencia del público. Siento que el público espera que nos vayamos superando cada año, y eso es bien interesante. Yo creo que la creatividad y el arte no tienen límites y, mientras el público siga con esa actitud, exigente, estoy seguro de que los artistas de circo podríamos hacer cosas que ni nosotros mismos imaginamos”.