Historia de vida del Papa (parte II). Desde antes de ser obispo, Jorge Mario Bergoglio dedicó su labor sacerdotal al trabajo con los más pobres. Siempre se alejó del lujo y las comodidades. Como líder de los jesuitas fue denunciado por supuestos vínculos con la dictadura militar, pero eso no opacó su buen nombre. En 1997 fue nombrado obispo de Buenos Aires por el papa Juan Pablo II.,Un día antes de ser elegido como el sucesor de Benedicto XVI, el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, ante sus pares eclesiásticos reunidos en Roma, improvisó un discurso que fue luego difundido en parte por Jaime Ortega, arzobispo de La Habana. “La Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales”, se lee en las anotaciones que el ahora líder de la Iglesia Católica realizó durante aquella jornada. PUEDES VER Pensamiento Francisco: ¿Por qué una mujer no puede ser sacerdote? Ese pedido, para quienes han conocido y estudiado la biografía del papa Francisco, demuestra que su pontificado es una “expansión natural de un estilo de vida, unas convicciones y un magisterio” que ya había desarrollado como sacerdote y arzobispo de Buenos Aires, cargo que ocupó entre 1998 y 2013. Así lo explica Nicola Girasoli, nuncio apostólico en Lima, que entre 2000 y 2006 formó parte del servicio diplomático del Vaticano en Argentina. En su libro Papa Francisco, la Iglesia de lo esencial, Girasoli asegura que ese modo de vivir la fe era evidente incluso en “los albores de su ministerio episcopal”. Formación espiritual En entrevista con los periodistas Francesca Ambrogetti y Sergio Rubin, Bergoglio ha contado que su vocación religiosa se le reveló a los 17 años, pero no fue hasta que cumplió los 21, en 1957, cuando decidió ingresar al seminario para ordenarse como sacerdote. En el libro El Papa Francisco. Conversaciones con Jorge Bergoglio, editado por los mencionados periodistas, él mismo cuenta que al principio “no tenía muy claro hacia dónde rumbear”, de modo que se inscribió en el seminario arquidiocesano de Bueno Aires. Pese a ello, optó finalmente por la Compañía de Jesús porque le atraía “su condición de fuerza de avanzada de la Iglesia, (…) desarrollada con obediencia y disciplina y por estar orientada a la tarea misionera”. Allí nace su intención de partir como misionero a Japón, deseo que no cumplió por sus problemas de salud. Entre 1958 y 1963 se dedicó a completar sus estudios en humanidades, lo que le sirvió para desempeñarse como profesor de Literatura y Psicología en colegios religiosos de Buenos Aires. En 1960, mientras completaba su formación jesuita en Chile, escribió una carta a su hermana María Elena: “Los chicos son muy pobres, algunos hasta vienen descalzos al colegio. Muchas veces esos niños no tienen nada que comer (…). Y lo peor de todo es que no conocen a Jesús. No lo conocen porque no hay quien se los enseñe”. Bergoglio recibió la ordenación sacerdotal recién en diciembre de 1969, cuando tenía 33 años, pero le bastaron cuatro años más para ser nombrado Superior Provincial de la Compañía de Jesús en Argentina. Ocupó ese cargo hasta 1979. La dictadura argentina Fue en ese periodo, que coincide con la dictadura de la Junta Militar argentina, en el que se desarrolla la etapa más controvertida del actual Papa, pues se le relaciona, e incluso se le hace responsable, con el secuestro de dos sacerdotes jesuitas que fueron torturados en las instalaciones de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma). Ha sido el periodista Horacio Verbitsky, del diario Página12, el que más ha investigado dicho episodio en la vida de Francisco. En 2010 publicó testimonios que lo acusaban de haber denunciado y retirado el apoyo a los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics, que estuvieron recluidos en la Esma por cinco meses. En noviembre de 2010, en un suceso sin precedentes, Bergoglio declaró como arzobispo de Buenos Aires en el juicio oral que la justicia argentina realizó por los crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura militar. Allí reconoció reuniones con el dictador Jorge Videla y con Emilio Massera, jefe de la armada, a quienes les pidió que “aparezcan” ambos sacerdotes. Tres años después, tras asegurar que ya se había "reconciliado con lo sucedido", Jalics difundió un comunicado en el que calificaba de "infundada" la supuesta complicidad de Bergoglio con la dictadura. Sin embargo, escribió también que no podía “juzgar” el papel del cardenal en el mencionado secuestro. El cura villero El sacerdote jesuita Víctor Hugo Miranda, vocero de la Conferencia Episcopal Peruana, asegura que desde muy joven Bergoglio estuvo vinculado al trabajo con los más pobres. Relata que como encargado de los jesuitas en la zona de San Miguel, en Buenos Aires, acompañaba personalmente a los "curas villeros". Cuenta Austen Ivereigh, otro biógrafo del Papa, que el antiguo arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarracino, le habló a Juan Pablo II sobre el trabajo de Bergoglio. Ese mismo año, en 1992, lo nombró obispo auxiliar. Su labor se concentró en el barrio porteño de Flores, donde nació el 17 de diciembre de 1936. Hasta dicho lugar llegaba en bus, sin avisar y sin custodia de seguridad para ver las necesidades de la gente y el trabajo de los párrocos. Quarracino contaba también que Bergoglio se oponía a ejercer cargos en la jerarquía eclesiástica. En 1997, sin embargo, Juan Palo II lo designó como nuevo arzobispo de Buenos Aires, cargo que aceptó porque los jesuitas le prometen obediencia al Papa. Su etapa como cardenal también estuvo marcada por gestos que hoy son antecedentes de su estilo como líder de la Iglesia: Bergoglio usaba transporte público y no ocupó la residencia del Arzobispado, pues prefirió instalarse en un sitio más sencillo. Incluso tras su elección como el primer Papa latinoamericano dijo sentirse como un obispo de las periferias. “Ustedes saben que el deber del Cónclave es dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo…”. El encuentro entre el cura Bergoglio y el agnóstico Borges Fue un encuentro adelantado a su tiempo, entre Jorge Bergoglio y Jorge Luis Borges, mucho antes de que el primero de estos argentinos se convirtiera en Papa. El religioso convocó al escritor para que dicte un curso, y hasta lo ayudó a afeitarse. Era el año 1965 y el entonces maestro jesuita de Literatura convocó al ya célebre escritor para dar un curso a sus alumnos del Colegio Inmaculada Concepción de la provincia argentina de Santa Fe. Jorge González Manent, director por ese entonces de la revista del colegio, contó a la cadena BBC que ese encuentro quedó perennizado en una fotografía que se publicó en el periódico El Litoral. En ella se ve a Bergoglio recibiendo a Borges, quien era un conocido agnóstico, en la sala del colegio. “Recuerdo que lo íbamos a buscar al hotel. Y un día subió Bergoglio a buscarlo a la habitación y tardó más de lo que se suponía para ir a un tercer piso. Cuando vienen, disimuladamente le hago el gesto de '¿qué pasó?', y Jorge me dice: 'El viejo me pidió que lo afeitara'. Ese había sido el motivo de la tardanza”, evoca. De esa reunión entre el escritor y el ahora Papa surgió un concurso de cuentos. Se seleccionaron ocho textos de alumnos del colegio y se editó Cuentos originales, un libro en el que Borges escribió el prólogo.