Arequipa: Emprendimiento en el último lugar del mundo

Puyca. La República llegó a este poblado a diez horas de viaje desde Arequipa. Aquí la pobreza alcanza al 70% y su tasa de alcoholismo preocupa. Los niños caminan tres horas para asistir a la escuela. Pese a esos desafíos que parecen infranqueables, la comunidad desarrolla algunas iniciativas empresariales. Elaboran miel, tecnifican su agro y fabrican piezas textiles. Una bocanada de esperanza ante tanta desmoralización. ,Arequipa: Emprendimiento en el último lugar del mundo,Arequipa: Emprendimiento en el último lugar del mundo,Arequipa: Emprendimiento en el último lugar del mundo,El nombre del distrito Puyca, en la provincia arequipeña de La Unión, significa “cabecera” en quechua. Pero parece el último lugar del mundo. Asentando en uno de los cañones más profundos del mundo -el Cotahuasi- este pueblito es uno de los más olvidados de Arequipa. De cada diez pobladores, por los menos, siete son pobres o pobres extremos. El programa Haku Wiñay (Vamos a crecer) del Fondo de Cooperación para el Desarrollo Social (Foncodes) es una pequeña esperanza de progreso para Puyca y sus once anexos. Implementó 29 emprendimientos y beneficia 116 familias. En menos de 3 años se aprecian algunos resultados. PUEDES VER: Lava Jato: se busca a dueños de 790 millones de dólares Pobre realidad Tres de la tarde de cualquier día. Suena el claxon del único carro que hace servicio en Puyca. En este pequeño distrito el transporte solo sale dos veces al día: uno a las seis de la mañana y el otro en la tarde. Los últimos pasajeros son niños del único colegio del distrito, San Santiago N.° 40525. El bus les da un aventón hasta su respectiva comunidad. En Puyca, estudian poco más de 130 niños de primaria y secundaria. Los que pueden viajar en carro son privilegiados. La mayoría deben caminar hasta tres horas diarias para llegar al colegio y otras tres de horas de regreso a casa. Por eso muchos desertan y abandonan sus estudios para dedicarse a los quehaceres diarios de la chacra. La tasa de analfabetismo en Puyca es de 57%, según el INEI. Y los de violencia y alcoholismo son aún mayores, explica Rubén Huamaní Jiménez, regidor del distrito. Para revertir esta situación, el municipio del lugar construyó hace 3 años el albergue “Cristo Obrero”. Allí se alojan 40 niños de las comunidades alejadas los cinco días de labores escolares. Regresan a casa los fines de semana. Pero estos esfuerzos no son suficientes. Este año solo 18 jóvenes egresarán de la secundaria. Ahora para estudiar alguna carrera técnica deben mudarse hacia Cotahuasi o en el mejor de los casos emigrar a la ciudad de Arequipa, pero eso ya sería un lujo. La pobre economía de los hogares no da para mucho. La alternativa es que todos los integrantes de la familia migren buscando un mejor porvenir. Por eso pueblos como Maghuanca, Huactapa o Churca tienen casas abandonadas y los que se quedan son los viejos. “Es muy poca la población joven que se queda”, cuenta Huamaní Jiménez. Una nueva esperanza El poco progreso que existe en Puyca llegó a cuentagotas. Tienen agua, luz y desagüe, y en algunos de sus anexos con suerte llega la señal de telefonía celular. Viven del autoconsumo, cultivan habas, papas y maíz. No hay peones ni patrones. Para sembrar y cosechar utilizan el sistema milenario del ayni, una forma de ayuda comunitaria para el trabajo. El poco comercio se desarrolla en las tiendecillas de cada pueblo o ferias que se arman alrededor de las fiestas patronales. Ante la falta de dinero algunos continúan usando el trueque. Con sus cosechas consiguen ropa y herramientas de trabajo. Esta realidad es una de las razones por las que Foncodes eligió hace dos años a Puyca para aplicar el programa Haku Wiñay. Financian emprendimientos para generar ingresos, explica el supervisor del proyecto en Arequipa, José Luis Condo Quico. Tras la evaluación a cada proyecto aprobado se le entrega 4050 soles. Incluye las herramientas, la capacitación, etc. Miel de cantuta Así ganó Adán Heredia Buiza y sus otros tres compañeros. Ellos producen y comercializan miel de abejas y además crían reinas para crear colmenas nuevas o venderlas a otros apicultores de los pueblos aledaños. La afición de Heredia por este oficio nació años atrás. Cuenta que su hija tuvo una grave enfermedad. Un día un amigo que vive en el valle de Cotahuasi le regaló miel de sus colmenas. Gran remedio. Su hija sanó y no enfermó más. Adán compró una colmena a su amigo para hacer su propio producto. Ahora tiene 32 repartidas en todo el pueblo y alrededores. Su materia prima: variedades de flores que crecen en Puyca. La más común es la Cantuta, una flor bandera del Perú. Cuando se enteró del programa Haku Wiñay no dudó en ayudar a sus vecinos para que críen sus propias abejas y reinas. Y no les va mal. Ahora tienen 40 colmenas. Sus productos se venden en Cotahuasi y Arequipa. Y algunos ya llegaron a Lima. En la capital, cuentan los apicultores puyqueños, su miel llegó al paladar de uno de los organizadores de Mistura, el evento más grande la gastronomía peruana. Sin embargo, no pudieron participar porque no cubrían la dotación necesaria de 2 mil potes como mínimo. Economía diversa Una gran necesidad de los pueblos puyqueños es el agua. En el anexo de Suni los comuneros riegan sus tierras cada 45 días. Tomás Jara es uno de muchos comuneros afectados. Él propuso un emprendimiento pocas veces visto en los andes: riego por aspersión utilizando gravedad. Su técnica es sencilla. Toma agua de la acequia y la llena en un bidón. De este sale una manguera que surca unos 3 andenes hacia abajo y el agua toma tal fuerza que hace mover 3 aspersores en puntos estratégicos de sus chacras con alfalfa. De esa forma ahorran el líquido. Con la dotación sobrante ampliaron los cultivos. Al ver el éxito de Jara, quieren imitar el ejemplo. "Es lo que se quiere. Foncodes pone el primer impulso y ahora nosotros podemos avanzar y cultivar más para vender", explica Marcelino Cachuco, presidente del núcleo ejecutor de Suni. En torno al riego se ciernen otros emprendimientos. Hilda Quilli Ccaylla tiene su propio biohuerto. Haku Wiñay le apoyó con la instalación de unos pequeños aspersores en una habitación de 4 por 5 metros. Allí siembra tomate, lechugas, beterraga, apio, repollo y otras verduras que difícilmente crecen en climas de más de 3500 m.s.n.m. En su biohuerto la temperatura constante es de 25 °C, y el riego se hace una vez cada 2 días. De igual forma, la familia de Cisario Peralta Quispe, del caserío de Ccalla Meclla, ha tecnificado la crianza de cuyes. Tienen poco más de 120 roedores. Ellos los venden pelados o preparados en las fiesta patronales de los anexos de Puyca. Estas fiestas también son aprovechadas por el grupo de las costureras de Maukallacta. Son cuatro y pudieron comprar tres máquinas de coser con las que hacen polleras para venderlas a sus paisanas. "El estilo que usamos es el mismo de todo el tiempo. A la gente les gusta y vendemos las polleras en todo el distrito", cuenta Cleofé Laime, una joven de 26 años que trabaja en sus horas libres. Ella apoya también a su esposo en la chacra y cría a su hijo. El dinero que gana de la venta de sus polleras lo usa para comprar los útiles escolares que su hijo necesita para la escuela. Y es que la economía de estas familias ha mejorado en los dos años que se viene implementando Haku Wiñay.

Arequipa: Emprendimiento en el último lugar del mundo

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