Ricardo Sumalavia. El escritor acaba de publicar la novela No somos nosotros, un libro fragmentario en el que narra el retorno -un viaje interior- de un escritor peruano, después de diez años, a Lima. ,“La microficción me ayudó a afinar la potencia de la palabra”,Abandonó su oficina en la Universidad Católica del Perú un momento para conversar sobre su nueva novela, No somos nosotros (Seix Barral). En esta novela, que a veces parece un diario o bitácora, se narra el retorno de un escritor peruano desde Burdeos, Francia, a Lima, después de diez años de ausencia. Es decir, a través de un libro fragmentado, el autor narra, desde un alter ego, un viaje interior. Así, el escritor-personaje, antes que reencontrarse con su país, con su tribu, intenta reencontrase consigo mismo.¿Es una novela de autoficción?Cuando comencé a escribirlo no era un término que tenía en la cabeza. Desde mi primer libro, he tratado de no sujetarme a ningún lineamiento que me restrinja mi capacidad creativa. Y eso que en mis talleres señalo reglas de técnicas literarias, pero, como ves, soy el primero en patearlas. Simplemente he querido darle una vuelta de tuerca a mi propia imagen, un poco como una parodia de mí mismo. Es decir, el personaje puede tener mucho de mí mismo, pero también hay trastocamientos continuos, incluso puede cuestionar la noción de autoficción. Es un libro que cuestiona el yo, la identidad. Si partimos de eso, no puede ser un libro estrictamente autoficción. Pero en la novela queda el “yo” como tú mismo o como un alter ego, no hay otra.Yo creo que es más un alter ego. Pero lo estamos mirando desde el lado de la lectura. Si lo vemos desde el lado de la creación, era asumirme a mí mismo, como a mis hijas, y demás trastocados desde el lado de la ficción.Si decimos novela, habrá quienes exijan conflicto y los mecanismos de la novela.Determinados lectores tienen unas ideas preconcebidas de lo que debe tener cada género. Creo que las expectativas son de acuerdo a los niveles de lecturas de cada lector. Yo, cuando escribo un texto, busco primero que me satisfaga a mí y después tengo la esperanza de tener un lector que, no sé si cercano o remoto, quiera también leerlo. Creo que eso es lo que espera todo escritor en el fondo.El criterio fragmentario de la novela, ¿le viene de su ejercicio como escritor de microficción?Sí, sin duda. El fragmento, lo breve, se ha adaptado a mí y yo me he adaptado a lo breve. Ha habido una relación de mutua correspondencia, que tiene que ver con mi carácter, con mi sensibilidad y con mi manera de ver el mundo. La microficción me permitió afinar la potencia de la palabra.Por lo fragmentario, el libro se presenta como un acordeón de anécdotas.Eso tendría que explicarlo a partir de mis vínculos con las culturas orientales. En su literatura y su arte en general, muchas veces se parte de hechos cotidianos, pero en el mundo oriental, lo simple, lo cotidiano pueden sugerirte cierta trascendencia en determinado momento. Lo vemos en los haykus, en los cuentos orientales, etc. Por un lado, lo fragmentario por la microficción y, por el otro, mi vínculo con lo oriental, de alguna manera ha condicionado mi forma de ver el mundo.Si bien el libro anuncia el retorno a Lima, las anclas están más en Burdeos...Yo creo que la estrategia de hablar, descubrir, entender Burdeos es que en el fondo lo que yo quería afirmarme es que nunca había salido de Lima. Es decir, había salido de Lima de una manera física, pero en realidad la he llevado conmigo. Esto, de una manera simbólica, aparece en Alma, la niña que vi morir cuando yo era niño y este libro es una suerte de Beatriz que me va indicando el cómo volver. Entonces, curiosamente, aprendo a volver a Lima y aprendo de ella, hablando de Burdeos.Hay una frase en que se dice que el retorno no coincide con la llegada.Es que volver no implica para mí el cambio de ubicación del punto A al punto B de un objeto. Salí de Burdeos y físicamente aterrizo en Lima, sino que hay diferentes estadios en ese volver. Si bien uno llega físicamente, hay partes de ti que están en proceso. Esas partes se integran a ti mientras vas descubriendo o redescubriendo al punto en el que llegas, en este caso Lima.En un pasaje se cuenta que un general ruso, para vencer, arroja sus muertos sobre el ejército enemigo. Ud. afirma que en los 80 nosotros nos arrojamos nuestros mismos muertos. Sí, en ese texto hay una referencia a lo que pasó en el Perú, sus años sangrientos de la guerra interna. Es decir, es un libro no del todo intimista. En el ejemplo que tú acabas de dar es clara la relación de un individuo con su sociedad. Tratar de hacer autocrítica, realizar un ajuste de cuentas. Yo, al momento de escuchar esta historia sobre la batalla de Shipka, en Bulgaria, traté de adoptarla para crear una metáfora de lo que nos pasó aquí en el Perú. Pueden decir que en su libro no suceden muchas cosas.Lo que pasa es que si estamos pensando en una suerte de narrativa con mucho peso en nuestra tradición, narrativa realista, de hechos grandilocuentes y vinculados con lo que pasa en el país, uno puede decir, desde esa mirada, que en mi libro no pasan muchas cosas. Sin embargo, hay que preguntarse qué realmente le asigna un valor a una acción como trascendente o intrascendente, como banal o cotidiana o importante. Pero no, a uno le puede cambiar la vida ver caer una hoja de un árbol o estar en el centro de una batalla para definir el destino de dos naciones.Entenderá que con este tipo de propuesta no se articula a lo que todo el mundo hace.Eso yo lo tengo claro desde mi primer libro y ya lo acepté. No fue fácil al comienzo, porque cuando uno comienza a publicar quiere ser parte de una tradición. Pero luego me di cuenta que mi tradición era la que se consideraba marginal como La casa de cartón de Martín Adán, El cuerpo de Giulia-no de Eielson. Es decir, lo que es considerado la parte lateral de la literatura peruana, ahí me inserto yo. Eso lo tengo bien claro, bien asumido y me siento muy cómodo.¿Tiene en perspectiva algún nuevo proyecto?Sí, lo que pasa es que yo dudo mucho que cambie mi manera de escribir. Lo que yo voy a hacer es continuar explorando dentro de mi registro.¿Y si termina escribiendo diarios?¿Por qué no? Fíjate que siempre me he considerado incapaz de escribir diarios, nunca he seguido diarios. Y si los he empezado, nunca me han durado más de una semana.Pero No somos nosotros se parece un poco a un diario.Sí, quizás es un libro que es la imagen de un diario frustrado. Se puede acercar a muchas cosas, también puede ser la crónica de un diario de viaje. Es decir, desde la limitación tú puedes expandir tus fronteras. Esto suena contradictorio, pero creo que es bastante válido para lo que yo hago. ❧“Es un libro que cuestiona el yo, la identidad. He querido darle una vuelta de tuerca a mi propia imagen, un poco como una parodia de mí mismo”.