Cuando escuchamos el nombre de Richard Ford, tenemos la certeza de que nos encontramos ante palabras mayores en lo que a la literatura norteamericana se refiere. Y es el caso de Canadá, novela que revela de manera contundente un tópico que siempre está presente en la obra de Ford: “La comprensión de los hijos ante las decisiones de sus padres”. En Canadá se manifiesta una estructura dividida en tres capítulos cuidadosamente desarrollados, en donde se narra la historia de una joven familia que es destruida por un conjunto de acto delictivos realizados por los padres: Deciden asaltar un banco. Dell Parson, el narrador de esta historia, nos arrastra hacia esa frontera imaginaria que existe entre Canada y EEUU, con pequeños pueblos, grandes zonas geográficas unidas por carreteras y vías ferroviarias, y que será el lugar de maduración de estos personajes. Lo que significó este atraco en el transito de su existencia es el hilo conductor de la trama. En los habituales territorios de Montana, en donde se desarrolla mucho de la obra de Ford, convergen ante un discurso de madurez, de comprensión y de tremendo valor, ante la exposición de las miserias humanas de los personajes. Una novela intensa, llena de momentos ásperos, pero con un lenguaje delicado y reflexivo. No sorprende que consideren a esta novela como una de las más brillantes de Ford.