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Atajando groserías en el bus, por Mirko Lauer

“El maltrato a la mujer en el espacio público tiene muy poco que ver con sexo, y mucho con la necesidad de ejercer poder”.

La Autoridad de Transporte Urbano empezará a separar el acceso de hombres y mujeres a los buses, y así evitar el acoso a estas últimas. Para consolarnos de este síntoma antibarbarie la noticia trae adosado el dato de que en México este tipo de medida existe hace ya tiempo. Ciudad Juárez, una ciudad de ese país, ha sido durante decenios la capital mundial del feminicidio.

Otras capitales, como Bogotá, también practican esta separación, sobre todo en horas punta. Algunas lo hacen separando los caminos de acceso a la unidad de transporte, otras asignando vagones o buses diferentes a cada género en los momentos de mayor aglomeración. En Lima la hora de tomar este camino había llegado hace mucho, pero aquí la ATU se tomó su tiempo. Lo que está anunciando es solo un plan piloto.

El maltrato de todo tipo e intensidad a las mujeres está por todas partes en el Perú, y en alza. Pero los momentos de hacinamiento en las unidades de transporte alientan formas de patología abusiva que vuelven insoportable el uso femenino de este servicio público. Existen sanciones para esto, pero el número de castigados es penosamente reducido.

Así, la sociedad queda obligada a evitar el contacto físico entre los géneros en movimiento urbano. Sin embargo, Meghan Werft plantea en Global Citizen que ni siquiera el transporte en unidades separadas es la solución. Ya en el 2015, dice, un informe de la ONU para Perú informa que aquí las mujeres se sienten menos seguras esperando el bus que una vez a bordo.

Es obvio que el problema que comentamos nace de las visiones culturales más primitivas de lo femenino: propiedad del hombre, deben reducirse al espacio doméstico, y otras perlas de la convivencia preconizada por el Alá más radical. El maltrato a la mujer en el espacio público tiene muy poco que ver con sexo, y mucho con la necesidad de ejercer poder.

Lo óptimo sería que la separación no fuera necesaria, pero lograr eso parece una tarea educativa de largo plazo, directamente vinculada con la igualdad de géneros, una batalla que todavía está por ganarse. Aquí incluso muchas de las rutas donde se va a manifestar el problema de los géneros todavía están por construirse.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).