Un rólex de antaño hace daño, por René Gastelumendi

Hablamos de un objeto, de un bien, que no cualquiera se puede comprar y que, por ética mínima y según la ley, debe ser consignado en la declaración jurada de un funcionario público cuando asume el cargo.

Steve McQueen, Elvis Presley, Cristiano Ronaldo, Brad Pitt, Dina Boluarte, todos los mencionados, entre muchas otras estrellas y ricachones que quieren anunciar que son ricachones, que simplemente les gusta la marca o ambas posibilidades, usan relojes Rolex. Una de las marcas de relojes, de origen suizo, más famosas y caras del mundo, símbolo inequívoco, mensaje contundente, sin ambages, a la cara, de lujo y de dinero. De tener plata, de tener billete. También de glamur, por supuesto, pero ese es otro tema. Pocas cosas para enrostrarle al mundo que uno ostenta poder adquisitivo que comprarse una Porche Cayenne si vives, por ejemplo, en el Perú, o un Rolex, si vives en cualquier parte del mundo.

Queda claro que la presidenta Dina Boluarte no es una estrella y, en principio, no es ricachona o, de momento, no sabemos si es ricachona o, lo más preocupante, si se ha vuelto ricachona desde que ocupa la más alta magistratura del Perú o desde que fue ministra de Desarrollo e Inclusión social, ja. En todo caso, ser ricachona, en buena o mala lid, es la única posibilidad, porque ni es una estrella ni tiene glamur. No tiene por qué tenerlo, bastaría con que gestione con acierto.

La coleccionista peruana Maggie May ha revelado, desde  Alemania, que el primero de los tres Rolex detectados a la mandataria, durante sus apariciones televisadas, se caracteriza por su brazalete Jubilee, los números romanos con un VI engastado de diamantes y, sobre todo, por la combinación del oro rosa y acero.

Aseguró que su precio exacto es 14.775 dólares, es decir, más de 54.000 soles y solo es uno de tres. Hablamos de un objeto, de un bien, que no cualquiera se puede comprar y que, por ética mínima y según la ley, debe ser consignado en la declaración jurada de un funcionario público cuando asume el cargo. Lo dice la ley. Claramente. en la resolución n.º 328-2015-CG de la CGR, de acuerdo con el Formato Único de Declaración Jurada de Ingresos, de Bienes y Rentas; se precisa un apartado de 'bienes muebles del declarante y sociedad de gananciales' en el que se solicita el registro el tipo de bien, sea pinturas, joyas, objetos de arte y demás antigüedades, cuyos valores superen las 2 unidades impositivas tributarias (UIT x2: 10,300 soles).  

Si tomamos en cuenta los tres relojitos estamos hablando de, digamos, 150 mil soles. No es poca cosa. Los peruanos y peruanas, como ciudadanos y votantes, queremos y tenemos el derecho a saber cómo llegaron esos relojes a las muñecas de Dina, sin importar, de momento, quien haya soltado el dato. Imposible no tomar en cuenta que Boluarte se pasó toda la campaña electoral, al lado de Cerrón y Castillo, hablando de pobreza, de humildad, usufructuando su propia historia de “poética” sencillez andina y quechuahablante que distaba mucho de un Rolex. Se ubicaba, según ella, en ese entonces, en las antípodas de la ostentación y la pretensión material.

Es más, ahora en el podio del poder, sigue hablando, como todos los políticos, de “manos limpias” y de combatir la pobreza en un país con 26% de compatriotas pobres y con siete de cada diez peruanos en situación de vulnerabilidad, pobre o con el riesgo de caer o regresar a la pobreza, pero, ahora lo hace con un Rolex en la muñeca. ¿Qupe cosas ¿no? Cómo cambia el poder a ciertas gentes, ¿no? Resulta pues, que a la señora Boluarte, en el país de los desconfiados, en el país de la sospecha, en el país de las diferencias y las fracturas, nos saca la lengua y se mete un tremendo autogol con su inconsecuencia sin pudor.

¿Se imaginan si al preso expresidente golpista Pedro Castillo se le hubiese descubierto un Rolex en su muñeca cuando estaba en palacio? ¿Se imaginan si se le hubiesen descubierto 3 Rolex? Hubiese sido un escándalo mayor, bien ruidoso, de enriquecimiento ilícito, que es, precisamente, uno de los delitos que está investigando el Ministerio Público. De solo pensarlo, de inmediato se me aparece el rostro de Patricia Chirinos salivando, diseñando una moción de vacancia por incapacidad moral, a Montoya despotricando del humilde profesor, sentenciándolo desde los pasos perdidos del Congreso a una destitución express por inmoral, a Cueto hablando de traición con histeria castrense, a Rosángela Barbarán, activísima, buscando los votos, a Norma Yarrow denostando la hipocresía ajena, entre muchas otras oportunamente indignadas performances. Sería comprensible. ¿Se imaginan a Vizcarra con un Rolex, a Alan, a Nadine, ayayaii? También, es comprensible, aunque groseramente incoherente que, esta vez, con Dina Boluarte, los congresistas- abnegados y feroces fiscalizadores de cualquier cosa-, ni se den por enterados. De nuevo: la vacancia, tal como sigue puesta en la Constitución, no depende de la falta o de la “incapacidad moral”, si no que depende de quién esté en la presidencia y de que tan bien se lleve con el parlamento de acuerdo con intereses que, en modo alguno, pasan por el bien común. Muy peligroso. El doble rasero no debiera existir, pero, existe y, si existe, no debiera ser tan impúdico.
Es muy descarado que un o una presidenta use un Rolex con oro y diamantes en sus apariciones públicas en un país pobre y fracturado. No se trata de resentimientos, no se trata de cuestionar por cuestionar o de “poner en riesgo” la democracia por “tonterías”, se trata del mensaje que está dando Boluarte, por medio de uno de los emblemas de la riqueza más célebres como es esta marca de reloj tan clásica, pero también tan aspiracional.  “Se lo pueden haber regalado”, dice su abogado defensor, respecto a la joya de “antaño”. Bueno, pues, ¿quién y por qué se lo regalaron? Queremos saber, en el caso de Boluarte, tal como sería con cualquiera que llegue a su posición en el ejecutivo. “Puede ser una réplica, yo me he comprado alguna vez un Rolex falso”, dice la exministra Perez de Cuéllar, irónicamente, expresidente del Indecopi, para intentar amortiguar el daño causado por esta metida de pata.  Así que, antaño, sí, antaño terruqueadores de Boluarte, no se arañen, esto no pasa por preferencias políticas. 

René Gastelumendi

Extremo centro

René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.