
Arqueólogos descubrieron que existe una red de caminos subterráneos debajo del Cusco: unen a 4 ciudades incas
Arqueólogos peruanos comprobaron que una inmensa red de túneles subterráneos conecta Coricancha con Sacsayhuamán y otras obras incas en Cusco. El camino mide más de 1500 metros de longitud.
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Las chincanas conforman una amplia red de pasadizos subterráneos incaicos en Cusco. La Asociación de Arqueólogos del Perú (Asarp), en un comunicado, dio a conocer que Coricancha, Sacsayhuamán, Muyumarca y Callispuquio logran conectarse gracias a este camino. El trayecto permanecía oculto, así que no era fácil observarlo.
Los arqueólogos peruanos Jorge Calero y Mildred Fernández identificaron una vía principal con más de 1.500 metros de longitud a una profundidad de entre 1,4 y 2,5 metros. Asimismo, los investigadores detectaron ramificaciones que extienden esta red a otros sectores arqueológicos, lo que refuerza la importancia cultural y estratégica de estas estructuras en la historia del Tahuantinsuyo.

Los túneles entre Sacsayhuaman y Coricancha tendrían un recorrido de 1,750 metros. Foto: Lima Gris
¿Cómo serían los túneles subterráneos bajo el Cusco?
Los investigadores detallaron que los pasajes subterráneos incas fueron construidos mediante un sistema sofisticado: los incas excavaron zanjas profundas, las recubrieron con muros de piedra y las cubrieron con vigas labradas que sostenían techos perfectamente ensamblados. Encima de estas estructuras subterráneas se trazaron caminos, andenes o incluso calles de la ciudad, lo que permitió ocultar su presencia a simple vista.

Estructura trapezoidal en la explanada de Sacsayhuaman, según datos obtenidos a través del georradar. Foto: Lima Gris
Uno de los hallazgos más impactantes es el trazo principal que une Sacsahuamán con el Coricancha, con una extensión aproximada de 1,750 metros. Además, se identificaron tres ramales secundarios: uno hacia Callispuquio, otro hacia Muyucmarca y un tercero que bordea la parte posterior del templo de San Cristóbal. Estos caminos atraviesan zonas arqueológicas clave y el tejido urbano colonial, revelando la pervivencia de una planificación ancestral.
La ruta de la chincana se inicia en el sector del Rodadero, en Sacsahuamán, y continúa por la explanada arqueológica, cerca del río Choquechaca. Luego sigue el perímetro del Palacio de Colcampata hasta conectar con el templo de San Cristóbal, donde se detectaron evidencias de una estructura de soporte y tránsito subterráneo. Finalmente, la línea principal avanza hasta el templo de Santo Domingo, edificado sobre las ruinas del Coricancha.
¿Qué representa una chincana en la cultura inca?
En el imaginario andino, las chincanas son mucho más que pasajes físicos: simbolizan la conexión espiritual y energética entre espacios sagrados. Estos túneles eran concebidos como caminos reservados para rituales, procesos de iniciación o desplazamientos estratégicos entre templos y centros administrativos del Tahuantinsuyo.

Representación en 3D de una estructura trapezoidal próxima a la torre del templo de Santo Domingo. Foto: Lima Gris
El arqueólogo Jorge Calero destacó una cita de Garcilaso de la Vega como clave en la interpretación del hallazgo: “Debajo de los torreones había labrado, debajo de tierra, otro tanto como encima; pasaban las bóvedas de un torreón a otro, por las cuales se comunicaban los torreones, también como por cima”.
Estos datos refuerzan la hipótesis de que los incas diseñaron estructuras subterráneas para mantener la comunicación interna de sus edificaciones monumentales. Las chincanas no solo cumplían funciones prácticas, sino que eran parte del paisaje sagrado de la capital del imperio.
¿Cómo se descubrieron los túneles subterráneos incas?
El hallazgo es el resultado de más de una década de investigación liderada por el Proyecto Chincana – Sacsahuamán. Para confirmar la existencia de estos caminos subterráneos, se combinaron fuentes históricas con tecnología de punta. Se analizaron documentos de cronistas como el anónimo jesuita de 1594, quien describió rutas que pasaban por debajo de templos y viviendas coloniales.
Se analizaron crónicas como la del historiador Manuel Chávez Ballón, quien sugirió buscar bajo los caminos y andenes. Luego, usaron pruebas de sonido para identificar ecos que indicaban estructuras huecas. También se emplearon georradares, los cuales detectaron vacíos cercados por paredes trapezoidales, confirmando la presencia de túneles. El siguiente paso en esta investigación arqueológica en Cusco será excavar puntos clave de la red.