Una extensa publicación titulada ’El peligro de la desinformación en medicina’ se compartió en Facebook. El texto, autoría de una usuaria que se identificó como “pediatra y homéopata”, contenía afirmaciones que no se ajustan a la realidad.
Este artículo se limitará a aclarar o desmentir las afirmaciones engañosas y falsas del post sobre el CDS y el dióxido de cloro, debido a que el compuesto químico puede resultar peligroso para la salud. Las opiniones no son materia de verificación.
Publicación fue visualizada más de 20.000 veces en los últimos nueve días. Captura: Facebook.
PUEDES VER Es falso que las pruebas moleculares puedan dar falsos positivos “porque captan el ADN humano”
“El CDS se utiliza para eliminar todo riesgo de virus, bacterias y hongos de las bolsas de transfusión de sangre. O sea que todo individuo que recibe una transfusión de sangre, también recibe dióxido de cloro o CDS endovenoso”, afirmó en el post ’El peligro de la desinformación en medicina’.
La solución de dióxido de cloro (CDS) no se utiliza para desinfectar las bolsas de sangre. El protocolo de la Organización Mundial de la Salud recomienda que la sangre donada se debe recolectar en contenedores plásticos con anticoagulantes y preservantes, los cuales tienen citrato, fosfato, dextrosa y adenina, según el informe ’El uso clínico de la sangre’, de la OMS.
Como la mayoría de bulos, este se origina en algo real: una patente (vencida). En 1991 —de acuerdo a Chequeado— la empresa Alcide Corporation obtuvo la patente para “desinfectar o esterilizar componentes de la sangre añadiendo un compuesto liberador de dióxido de cloro con un ácido orgánico débil y un sacárido activado por calor” en Estados Unidos.
Pero la misma Administración de Alimentos y Medicamentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) considera que “no se ha demostrado que los productos de dióxido de cloro sean seguros y eficaces para ningún uso, incluyendo COVID-19″. Actualmente, la patente está abandonada.
Por otra parte, la médica Gloria Chumpitaz, miembro de la Sociedad Peruana de Hematología; Enrique Argumanis, hematólogo del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN); y Luis Hercilla, médico infectólogo del Hospital Sabogal, desmintieron que el dióxido de cloro se llegue a mezclar con la sangre o se utilice para “desinfectarla”. Indicaron que el químico tiene un “efecto oxidante” y, por lo tanto, no podía mezclarse con nuestro tejido líquido.
“Se ha venido investigando y utilizando el CDS desde hace más de 13 años en distintas partes del mundo (impulsado por el Dr. Andreas Kalcker en conjunto con médicos de todo el mundo) contando con muchos testimonios que demuestran su acción terapéutica frente a virus y bacterias”, manifestó.
El uso como desinfectante del dióxido de cloro está ampliamente estudiado. Se utiliza, entre otras cosas, como blanqueador, de acuerdo a la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades de Estados Unidos.
Buscamos investigaciones de Andreas Kalcker en tres conocidos repositorios de publicaciones científicas (Publons, Scopus y Orcid) y en ninguno había algún artículo científico suyo. En el primero encontramos a otro investigador, con el mismo nombre y apellido, cuyos papers giraban alrededor de la integración multisensorial y la mano de goma. En el segundo no obtuvimos ningún resultado y en el último encontramos un perfil modificado por última vez en el 2018, el cual dirigía a una página eliminada.
La búsqueda de ’Andreas Kalcker’ en Google Scholar nos arrojó 18 resultados. El primer resultado era una entrada del blog ’La ciencia y sus demonios’. El segundo, una presentación de diapositivas sobre el autismo donde aparecía la fotografía del economista alemán. El cuarto era un enlace de Google Books al libro ’Cuando ocurre un desastre’.
El tercer resultado se titulaba “Evaluaciones clínicas controladas de dióxido de cloro” y estaba en la página MMS Perú. Este se presenta como la traducción al español del artículo ’Controlled Clinical Evaluations of Chlorine Dioxide, Chlorite and Chlorate in Man’, publicado en 1982 y del que ya informamos en julio.
Búsqueda en Google Scholar no incluyó patentes ni citas. Captura.
La plataforma MMS Perú afirmaba, falsamente, que “las pruebas realizadas con el dióxido de cloro a varios voluntarios, demuestran que no puede causar daños y perjudiciales a nuestra salud”. Esto no es lo que dice la misma investigación.
El estudio de 1982 —que investigó cuán seguro era potabilizar el agua con dióxido de cloro en bajas concentraciones— indicó que no hubo cambios significativos, pero que “no se podía descartar” que fuera peligroso para la salud si se usaba durante más tiempo.
“No hubo secuelas clínicas indeseables evidentes observadas por cualquiera de los sujetos participantes o por el equipo médico observador. En varios casos, las tendencias estadísticamente significativas en ciertos parámetros bioquímicos o fisiológicos fueron asociados con el tratamiento; sin embargo, se consideró que ninguna de estas tendencias tenían efectos fisiológicos. No se puede descartar la posibilidad de que, durante un período de tratamiento más largo, estas tendencias podrían alcanzar proporciones de importancia clínica”, dice el estudio de 1982.
Estudio de 1982 fue traducido al español. Captura: MMS Perú.
“Dentro de las conclusiones del estudio (hecho en humanos) se plantea la posibilidad que el uso crónico pueda provocar los efectos negativos encontrados en los modelos animales (ratas), como un incremento leve en la tasa de mortalidad de dos años y una reducción en la tasa de ganancia de peso”, detallaron en el artículo ’Rompiendo mitos: dióxido de cloro’, respaldado por la escuela de Medicina de la Universidad Internacional del Ecuador.
Los siguientes resultados eran una página web (Lewrockwell) que “Andreas Kalcker dirigió un estudio clínico con médicos en Ecuador sobre pacientes con COVID-19 que usaban dióxido de cloro por vía oral e intravenosa”.
El documento se describe como un “trabajo de investigación experimental” realizado por la Asociación Ecuatoriana de Médicos Expertos en Medicina Integrativa (AEMEMI) y se titula ’Dióxido de cloro, una terapéutica efectiva para el tratamiento del SARS-Cov 2 (COVID-19)’. Supuestamente se realizó en Guayaquil, en mayo de 2020.
Uno de los resultados derivó a unas pruebas en Ecuador, que estaban mal planteadas. Captura: Google.
Sin embargo, este trabajo tiene “graves fallos” en su metodología, de acuerdo a Maldita Ciencia. Para empezar, no cuenta con un grupo de control; es decir, no se compararon los resultados obtenidos con los de otras personas que no tomaron dióxido de cloro (o que tomaron un placebo). Otra falencia era que las pruebas no fueron “ciegas”.
O sea, el paciente sabía qué estaba recibiendo y, por lo tanto, era posible “condicionar un importante sesgo en los resultados”, ilustró Juan González del Castillo, responsable de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) a Maldita Ciencia. Bolivia Verifica también realizó un análisis desglosando las inconsistencias del documento.
El siguiente resultado era “Antivacina, fosfoetanolamina e Mineral Miracle Solution (MMS): mapeamento de fake sciences ligadas à saúde no Facebook”. Un artículo en el que se registró el monitoreo de desinformación que incluía a los movimientos antivacunas, la fosfoetanolamina y la solución de milagro mineral (MMS) en la red social de Mark Zuckerberg.
Biosil (el séptimo resultado) fue identificada como contenido malicioso por la extensión Web Of Trust (WOT). El octavo resultado daba cuenta de un estudio en Colombia, del que todavía no hay resultados y, por lo tanto, no puede servir como evidencia. Sigue un libro con autismo y otra web maliciosa.
Los otros ocho resultados siguientes eran entradas de blogs, foros y páginas web. Finalmente, encontramos una tesis que mencionaba el nombre de Andreas Kalckler. Esta es ’Transtornos del espectro del autismo y la educación desde una visión parental’. Los tesistas, quienes elaboraron su trabajo de investigación para lograr ser psicólogos, recogieron el testimonio de una mamá sobre la información que le enviaron a través de un grupo de Facebook.
Captura: Trastorno del espectro del autismo y la educación, desde una visión parental.
Además, cabe precisar que el dióxido de cloro no cura enfermedades como el cáncer, la malaria o la COVID-19, como ya explicamos anteriormente. Tampoco el CDS (protocolo de dióxido de cloro).
“Por otro lado, se está autorizando a investigar una vacuna contra la actual epidemia, que ya ha matado a varios de los voluntarios que la han recibido en otros países; que contiene material genético que puede modificar el código genético de la persona que la recibe y luego el de su descendencia”, aseguró la usuaria de la publicación sobre la “desinformación” en medicina.
Hace cinco días verificamos un video en el que se afirmaba que las vacunas ARN modificaban nuestro código genético. En resumen, esto no es posible porque la vacuna está diseñada para que actúe en el citoplasma de la célula, no en el núcleo, que es donde está el ADN. Además, son químicamente diferentes.
“Sucede que el ARN que se utiliza está modificado para que funcione a nivel citoplasmático. No para que sea transportado al núcleo donde está nuestro ADN”, declaró el doctor en Inmunología comparada Juan More Bayona en esa ocasión.
Puede leer más detalles en esta nota o en esta otra. Por último, en esta verificación dimos más alcances sobre cómo funcionan las posibles vacunas contra la COVID-19.
Si bien la mayor parte del texto es opinión, estaba construido con base en bulos desmentidos anteriormente. Por lo tanto, calificamos las afirmaciones expuestas como falsas.
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