Primero, seleccionamos la afirmación de un político (no opinión) o una publicación en las redes sociales que sea potencialmente falsa.
Los criterios para realizar esta selección se basan, en primer lugar, en la relevancia del personaje o la relación del contenido con el contexto local. En segundo lugar, en el peligro al que exponga a las personas que crean el contenido falso. Nos preguntamos si puede afectar el voto, la salud o la vida de las personas. Por último, también tomamos en cuenta la viralidad. Este indicador nos muestra que el bulo puede ser creíble o que hay un grupo interesado en que se difunda.
Una vez seleccionado el contenido, precisamos los aspectos que vamos a verificar (y, en caso sea necesario, cuáles no).
En Verificador, realizamos una búsqueda exhaustiva en Internet que incluye fuentes locales, otras notas de fact cheking, datos abiertos y documentos en línea; que referenciamos indicando la fecha de publicación y los nombres de los artículos.
En el caso de que se trate de la verificación de una afirmación, contactamos —siempre que sea posible— a la persona que emitió la declaración. Si es sobre una publicación viral, rastreamos el origen de las imágenes mediante la búsqueda inversa en Google, Yandex y Tin Eye. Para los videos usamos la extensión InVid.
Consideramos que es preciso contextualizar los datos, así que consultamos a especialistas que puedan explicar los matices de la información.
Por último, calificamos el viral o la afirmación como ‘Cierto’ (verde), ‘Falso’ (rojo), ‘Impreciso’ o ’Engañoso’ (ámbar). La categoría ‘Impreciso’ implica que la información es insostenible o que no hay elementos suficientes para calificarla como cierta o falsa. ‘Engañoso’ indica que el contenido se genera a partir de elementos ciertos para sostener una conclusión que no coincide con la realidad.
Estamos abiertos a recibir pedidos de verificación por parte de nuestros lectores. Por ese motivo, tenemos el apartado solicitar verificación.