La aplicación del dióxido de cloro (CDS) contra el nuevo coronavirus ha encontrado diversos promotores que resaltan sus “virtudes” casi milagrosas, pese a las advertencias oficiales de los organismos sanitarios. A través de Facebook, una entrevista a la ortopedista pediátrica boliviana Patricia Callisperis ha sido compartida más de 27.000 veces y tiene casi 3.000 reacciones.
En el video, Callisperis explica cómo actúa el CDS en el organismo, al que compara con una piscina que debe “tratar sus aguas”. Según explicó, el compuesto químico regula el pH del organismo, oxigena las células y elimina “todos los bichos, bacterias y virus”, entre ellos, el SARS-CoV-2. Esta afirmación es falsa, ya que la acidez y alcalinidad del cuerpo no depende de las sustancias que ingerimos. Además, su consumo puede resultar nocivo.
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Video sobre el dióxido de cloro. Foto: Captura.
Patricia Callisperis, quien asegura consumir CDS desde hace tres años, ahora lleva promocionando su consumo en Bolivia como tratamiento para la COVID-19, y, al igual que el alemán Andreas Kalcker, le adjudica virtudes como la cura del Alzheimer y la prevención el cáncer, como afirma en una entrevista concedida a Madrid Market, web a favor del dióxido de cloro.
“Tienes que comenzar a hacer tratamiento con cloro y con otras sustancias para que se vuelva blanquita, para que no crezca bichos”, afirma la profesional dedicada a tratar la ortopedia infantil y traumatología.
“Lo que hace el dióxido de cloro es mantener un pH nivelado de 7.4 y oxigena las células. La consecuencia es que mantenemos un pH equilibrado. ¿Qué quiere decir eso? Todos los bichos, las bacterias, los virus, los parásitos que están acostumbrados a un medio ácido, en cloacas, ya no van a vivir porque no les gusta oxigenarse y estar en un ambiente aeróbico, alcalino (...) El coronavirus, ¿qué es? Un virus que le gusta un medio ácido. Entonces, al tomar esto, lo estamos eliminando”, fueron sus explicaciones.
El dióxido de cloro no regula el potencial de hidrógeno (pH) corporal ni elimina al coronavirus. Anteriormente, Verificador desmintió que la ingesta de sustancias tenga alguna repercusión en el nivel de acidez o alcalinidad del cuerpo. Este se calcula con el pH de la sangre, el cual es neutro y regulado por el propio organismo.
A su vez, el proyecto DIMEANE señala que el cuerpo cuenta con varios “sistemas tampón”, también llamados buffers o amortiguadores, que pueden “neutralizar tanto a un ácido como a una base para que el pH no varíe demasiado”. Asimismo, otras partes del organismo pueden presentar niveles diferentes de pH.
“No importa lo que coma, la comida en el estómago será ácida y en los intestinos, alcalina. La modificación de la dieta no puede cambiar la acidez de ninguna parte de su cuerpo, excepto (la de) su orina”, explicó, en un artículo publicado en Quackwatch en 2009, Gabe Mirkin, Doctor en Medicina Deportiva y exdocente en la Facultad de Medicina Johns Hopkins.
El portal Salud con Lupa detalló que el compuesto químico del dióxido de cloro (ClO2) no libera oxígeno, ya que los átomos que lo componen (uno de cloro y dos de oxígeno) no se pueden disociar, es decir, no pueden separarse de forma simple. Esto ocurre porque la interacción entre ellos es covalente, lo que aumenta la estabilidad de la molécula y la hace más difícil de romper.
Cuando se consume la sustancia, su carácter oxidante puede afectar a la hemoglobina y generar metahemoglobina, que no tiene la capacidad de transportar oxígeno en la sangre y, por consecuencia, tampoco sirve para oxigenar el organismo.
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Verificador ha comprobado que no existe prueba científica que respalde la utilización del dióxido de cloro para tratar la COVID-19. Cabe señalar que, antes de la llegada de la pandemia, este ya era promocionado como un medicamento milagroso que curaba el VIH, cáncer, malaria y autismo, lo cual es falso.
Con respecto a las investigaciones científicas de este compuesto químico, 14 de las 16 investigaciones consultadas se realizaron en una fase preclínica, en la que el dióxido de cloro se analizó fuera de organismos vivos, mediante pruebas in vitro, y en animales. Solo dos pruebas se realizaron en humanos.
La primera, fechada en 1982, concluyó que no había una diferencia entre consumir o no CDS, mientras que la segunda prueba, aplicada a la COVID-19, no ha publicado sus resultados, pese a que la fecha de término se estimó para el 1 de junio. Además, presenta fallas importantes en su metodología, al no contar con un grupo de control, indispensable para demostrar la eficacia del dióxido de cloro.
No obstante, las consecuencias de este compuesto en el organismo pueden incluso ser perjudiciales para la salud, de acuerdo con la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA) y, en Perú, con la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid), que ya en noviembre de 2019, mediante la alerta N°41, advertía sobre el grave riesgo de consumirlo.
Sobre los posibles peligros que puede provocar esta sustancia, el químico farmacéutico Erick Cóndor señaló: “En el organismo causa irritación, destruye glóbulos rojos causando una anemia hemolítica, lo que a su vez puede llevar a una insuficiencia respiratoria que puede ser grave dependiendo del cuadro del paciente. (...) También genera problemas en la actividad cardíaca, arritmias e insuficiencia hepática”.
Cabe señalar que, en Arequipa, el 30% de internos por COVID-19 en el Hospital Honorio Delgado reveló haber consumido dióxido de cloro. Según señaló el jefe de Triaje, los pacientes presentaban alteraciones hepáticas o en los intestinos por efecto de la sustancia.
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La afirmación de la médico ortopedista Patricia Callisperis, referida a que el dióxido de cloro derrota al coronavirus mediante la oxigenación de las células y la regulación del pH del cuerpo, es falsa. La molécula de ClO2 no se disocia ni “libera oxígeno”, sino que oxida la hemoglobina, lo que puede dificultar la oxigenación del organismo. Además, ningún alimento o bebida puede alterar el pH corporal.
Por otra parte, no existen estudios concluyentes que demuestren la eficacia del CDS para curar la COVID-19 ni otras enfermedades. Es más, ingerirlo a modo de tratamiento puede resultar perjudicial para la salud.
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