El médico del pueblo

Federico Rosado

Docente

José Villalobos Ampuero fue el primer alcalde izquierdista que tuvo Arequipa. Fue elegido con el 50% de los votos mistianos. Entre sus méritos para la victoria electoral estaba el de ser un médico al servicio de los pobres, por eso se le conocía como “el médico del pueblo”.

Era 1980. Cuando había boticas tradicionales de Arequipa, cuando la medicina era un servicio, un apostolado; una profesión altamente respetada, por su dedicación, sacrificio; el doctor no tenía horario, con su maletín y estetoscopio curaba, sanaba, daba confianza al enfermo.

Hasta que apareció el negocio de los laboratorios farmacéuticos. ¡Qué fue lo que cambió la noble profesión médica! Qué es lo que la pervirtió en vil negocio.

¿No es cierto que hay médicos y clínicas donde primero tienes que pagar para que te atiendan?

¿No es verdad, que si una persona no tiene plata, sencillamente se muere?

¿Se puede ser humano y no ser sensible ante el doliente?

Sobre todo en tiempos de coronavirus.

He sido testigo impávido de cómo un galeno te trataba muy bien, hasta te contaba chistes en la clínica privada; y era un patán cuando atendía en el hospital público.

Otro que de frente me dijo que me costaría (cobraría) 3,000 soles por una curación, porque en el seguro se demoraría mucho.

O el otro que me quiso vender un medicamento a 3,500 soles, que lo iba a comprar en la misma farmacia del hospital a 2,000.

Por supuesto que hay médicos, muy pocos, que eran como el doctor Villabobos: cordiales, comprensivos, compasivos, te regalaban medicamentos.

Bien decía Hopócrates: “Divina es la tarea de aliviar el dolor”. Y bien dice la frase popular: “El dinero no cambia a las personas, las muestra tal como eran, son y serán”.