Inercia y resignación

Federico Rosado

Docente

Según el diccionario, inercia es la “propiedad de los cuerpos de mantener su estado de reposo o movimiento; rutina, desidia”.

Frente a las consecuencias de las lluvias, las autoridades son inertes. Su rutina es la incapacidad. Aunque en realidad las autoridades tienen como hábito la inutilidad.

Viene el huaico, se ponen su chalequito, lamentan lo sucedido, piden que vengan el presidente de la República y aparece una palabra que es magia: emergencia.

Como si declarando en emergencia el distrito o la ciudad resolviera ipso facto todos los problemas.

Miles de huecos en las pistas. La inercia se mezcla con la resignación.

Resignación: “entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona”.

Autoridades y vecinos estamos esperando que esos huecos se llenen solos o tal vez que crezca tierra.

Dejará de llover, volverá a llover, funcionará de nuevo el Congreso, se cerrará el Congreso, llegará el Bicentenario. Inercia y resignación. Es más, la inercia dejará de ser una rutina y se convertirá en parte de nuestro paisaje. Viviremos en estado permanente de resignación.

Así fue, es y será en la política, deporte, economía, religión, familia, colegio, urbanización, ciudad, distrito, provincia, país.

¿Siempre será así? ¿Es nuestro destino? ¿Sucede lo mismo en otros países?

Por supuesto que no.

En algunos sus autoridades son eficientes, honestas; de verdad.

En otros sus habitantes se cansaron y protestan, luchan, quieren vivir mejor.

¿Y usted?

¿Es inerte frente a lo que pasa en su casa? ¿Usted también se ha resignado?