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Sociedad

Un bikini azul

Sobre los exagerados e irracionales ataques a la campaña “Hombres por la igualdad”, está la urgencia de que Educación no retroceda en su reforma para no producir ciudadanos estereotipados y machistas.

Columna Eduardo Ugarte
Columna Eduardo Ugarte

Eduardo Ugarte

Periodista

En el Renacimiento, a los niños se les protegía contra los “malos espíritus” con ropa azul cuando nacían. Entonces, la mujer reclamó lo mismo para las recién nacidas y se les “asignó” el color rosado. Sin embargo, en el siglo XVII, la elección del color por género se invierte, hasta entrado el siglo XX en que vuelve y crea el estereotipo en conservadores extremos que critican la campaña Fuerza sin Violencia del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, porque su presentación se hizo con militares usando mandil rosado.

La casulla rosa del sacerdote en la misa de Adviento y Cuaresma no indica que es una mujer quien la usa, como tampoco el rosado de la camiseta del Sport Boys. Corbata rosada con terno gris, camisa rosada con jeans y pantalón rosado en cualquier ocasión, nada de esto pone en duda el género de quien lo usa, salvo, solamente, en quienes han reducido la distinción entre hombre y mujer a algo tan convencional y superficial como es el color (cuántos errores cometerán y qué sentirán ante un bikini azul) y, peor aún, a la designación del mandil como prenda solo femenina, que desconoce a todos los cocineros y “machos parrilleros” del mundo.

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Este suceso —militares con mandiles rosados— ha disparado la homofobia de sus críticos, similar a la que llevó a Hitler a poner un tatuaje rosa en quienes calificaba de homosexuales; igualmente su ignorancia de la historia, pues, al decir que se está “abriendo la puerta a la homosexualidad en el Ejército” y al poner como ejemplo al varonil soldado espartano, muestran que no saben que los 300 del batallón Sagrado de Tebas no eran sino 150 parejas de amantes, todos hombres.

Pero, sobre estos exagerados e irracionales ataques a la campaña, está la urgencia de que Educación no retroceda en su reforma para no producir ciudadanos estereotipados y machistas, porque, como manifestó Martín Vizcarra, “el gran problema que tenemos en el Perú de violencia contra la mujer es porque existe, ya desde hace mucho tiempo, el criterio de que están para unos roles y el hombre para otros... donde se considera al hombre superior… Dejemos de generar tanta polémica alrededor de un pedazo de tela, de un color. Lo que valen son las personas”.

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