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Justicia para los maestros

Anuncio gubernamental de nuevas plazas magisteriales no incluye la meritocracia.

Ser maestro en el Perú representa una vida de sacrificios sin recompensa suficiente. Hay mucha necesidad, poco presupuesto y una niñez y adolescencia que podrían encontrar en la educación una oportunidad para superar la pobreza, y no la hallan.

Hay múltiples factores que así lo establecen. Sueldos exiguos, poco compromiso de las autoridades y una creciente demanda de mejoramiento de la calidad sin los incentivos que podrían dinamizar esta urgencia.

A ello, hay que sumar el contexto de pandemia, en el que se tuvieron que cerrar los colegios y adaptarse sobre la marcha a una enseñanza en línea que comprometió aún más la equidad y profundizó la brecha entre los que tienen de los que menos tienen.

Los resultados han sido desastrosos. Se ha conocido que los estudiantes no pudieron obtener los conocimientos adecuados según el grado que les correspondía y la falta de capacidad tecnológica para acceder al conocimiento vía internet hizo el resto, comprometiendo gravemente la formación de las nuevas generaciones.

Un factor clave en esta etapa en la que se deben llenar los vacíos provocados por la falta de transmisión de conocimientos sin perder de vista la adaptación a las nuevas tecnologías, lo constituyen los maestros que tienen ante ellos nuevos y más complejos retos.

La profesionalización continua, la meritocracia como una exigencia sistemática para mejorar las condiciones del maestro, no pueden perderse de vista en vísperas de un nuevo año con plena asistencia en los centros de estudios y la reactivación de todas las labores educativas tradicionales.

El anuncio presidencial que da a conocer las más de 40 mil nuevas plazas educativas orgánicas y el concurso para 80 mil nuevos nombramientos es oportuno y garantiza la formalización para miles de contratados que trabajaban en condiciones de alta precarización. Hacer que se reconozcan años de servicio y que esta incorporación sea de acuerdo a esta antigüedad, para incorporarse al escalafón, es una buena forma de hacer justicia.

Pero el sector Educación requiere no solo justicia para el maestro en un plano sindical, sino que demanda calificación de ese profesional. El objetivo debe ser contar con los mejores educadores y reconocerles sus calificaciones. Cualquier iniciativa de desarrollo en el país pasa por mejor educación. Y el reto actual es hacerlo rápido para que la brecha no siga creciendo y la iniquidad se establezca como un mal endémico. Justicia para el maestro, pero con apego a la meritocracia.

La República

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