El Perú y el Gobierno no son un burdel

“Ojalá que la renovación del Consejo de Ministros lo ayude a reconstruir lo perdido, lo que dependerá, primero, de la composición del nuevo gabinete”.

El nuevo gabinete para un país que necesita más orden. Ojalá que el gabinete presidido por Mirtha Vásquez aporte orden a un gobierno sin rumbo que, en solo dos meses, puso al Perú en un despelote absurdo por la responsabilidad estelar de Pedro Castillo.

Siendo valiosa la expectoración de la PCM del mequetrefe de Guido Bellido, cuyo único ‘mérito’ es ser piquichón del matón atorrante de Vladimir Cerrón, los largos dos meses que Castillo alargó su indecisión destruyeron su credibilidad y confianza presidencial.

Ojalá que la renovación del consejo de ministros lo ayude a reconstruir lo perdido, lo que dependerá, primero, de la composición del nuevo gabinete –que será evaluado mañana en esta pequeña columna–, pues Bellido no era el único impresentable del anterior.

Segundo, dependerá de que, con la salida de Bellido, que también debe implicar una distancia de esa sanguijuela de Cerrón y de una oportunista como Verónika Mendoza, Pedro Castillo decida, por fin, ser presidente de la república, lo cual ha estado evitando desde que juró el cargo.

El país necesita, con urgencia, que Castillo asuma el encargo que el país le dio en la elección. Sin ninguna experiencia administrativa en el sector público, es evidente que él no llegó preparado para una tarea de esa dimensión, pero eso no debe impedir que busque rodearse de un equipo capaz, honesto y experimentado que le permita aprovechar, para el bien del país, su vinculación emocional con los sectores más pobres, poniendo en marcha políticas públicas inteligentes y viables.

“El Perú es un burdel”, dijo una vez el historiador Pablo Macera, y el psicólogo Baldomero Cáceres Santa María lo corrigió, con acierto: “Te equivocas, Pablo, en el Perú los burdeles son lugares bien organizados”.

Es una afirmación sustentada, por ejemplo, en el estupendo libro de Roberto Prieto Sánchez ‘Guía secreta, barrios rojos y casas de prostitución en la historia de Lima’.

Con todo eso en cuenta, no se puede acusar al gobierno de Pedro Castillo, hasta ahora, de ser un burdel, aunque, a veces, lo parezca, pero más organización y menos caos requiere su presidencia. Ojalá que el nuevo gabinete le aporte eso, pues el país y la ciudadanía lo necesitan con urgencia.

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