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Cultural

Ignacio López-Calvo: “El haiku se ha convertido en un meme cultural muy importante, que se ha exportado a todo el mundo”

Publicación de la Asociación Peruana Japonesa pone de relieve la riqueza de la literatura nikkei en Latinoamérica. ¿Cómo se forjó en medio de la adversidad?

Bodega en la hacienda Paramonga. Fuente: Asociación Peruana Japonesa.
Bodega en la hacienda Paramonga. Fuente: Asociación Peruana Japonesa.

Habría que preguntarnos lo siguiente: ¿en qué pensamos cuando pensamos en nikkei cuando hablamos de nikkei?, ¿qué entendemos del registro del haiku? Estas son un par de preguntas válidas que nos deja la lectura de Más allá del haiku. Antología de autores nikkei latinoamericanos (Asociación Peruana Japonesa, 2024) de Koichi Hagimoto e Ignacio López-Calvo.

Para empezar, llama poderosamente la atención la carga irónica del título, quizá una provocación premeditada cuyo objetivo no es otro que la discusión. Porque valgan verdades, ¿acaso si hablamos de lo nikkei necesariamente tiene que estar asociado, en su práctica de escritura, al haiku, como generalmente se podría pensar?

Por su ambición, más de 500 páginas, Más allá del haiku se ha convertido desde su salida en un documento de referencia obligada. Primero, por su diversidad de registros que abarca a autores de Argentina, México, Chile, Brasil y Perú; y segundo, porque a los interesados les permitirá acceder a un panorama más completo de la influencia de la cultura japonesa en Latinoamérica, prácticamente a la fecha impregnada en su ADN.

 Koichi Hagimoto e Ignacio López-Calvo.

Koichi Hagimoto e Ignacio López-Calvo.

“Aquí en Estados Unidos, se suele pensar que todos los autores latinoamericanos escriben como Cien años de soledad y Gabriel García Márquez. Como sabes, hoy es una literatura superminoritaria en Latinoamérica. Lo mismo pasa cuando digo que me especializo en autores asiáticos de Latinoamérica, me empieza todo el mundo a hablar del haiku como si no hubiera otra literatura japonesa que el haiku. El haiku se ha convertido en un meme cultural muy importante, que se ha exportado a todo el mundo, pero hay mucha más literatura en Japón y, por supuesto, no hay que ser nikkei para escribir haiku. Tenemos autores importantes en nuestra lengua como Juan José Tablada, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, por mencionar a algunos, que han escrito haikus. No es tan especial”, señala el investigador Ignacio López-Calvo para La República.

Más allá del haiku tiene el espíritu de antología y, como tal, depende de algunas zonas de radiación que sirven de fuentes. Es decir, voces medulares sin las que resultaría más que difícil armar un cuerpo textual completo. En este caso, las canteras mayores están representadas por los países que aportan más autores nikkei: Brasil y Perú.

“Sí, este es un libro cuya base principal es Brasil. He escrito dos libros sobre lo nikkei y básicamente estaba conformado por autores de Brasil y Perú. Cuando escribí el de Perú, incluía a todos los autores que conocía. No hay muchos pese a ser un número a considerar. Pero para Brasil tuve que hacer una selección. Hay una sólida tradición de escritores nikkeis en Brasil. Además, desde hace muchos años hay tres premios sobre lo nikkei de poesía, prosa y ensayo. Hay autores para elegir, en comparación a la comunidad argentina que es más pequeña, aunque tiene dos o tres nombres bastante importantes, pero no se pueden comparan con Brasil”, dice el estudioso sobre la presencia brasileña, 21 autores, en el presente trabajo. Uno de esos nombres de Brasil, cuyos libros pueden encontrarse en el circuito local, es la autora Leila Guenther, que ha publicado en editoriales independientes locales desde hace ya varios años. A saber: El vuelo nocturno de las gallinas (2010).

A la fecha es imposible entender la cultura peruana sin la presencia de lo nikkei en su configuración. Ya van seis generaciones de peruanos descendientes de japoneses, que en el caso literario que nos compete, han sumado para nuestra tradición. Pensemos en el desaparecido Augusto Higa Oshiro, en el imprescindible José Watanabe, en el destacado poeta Juan de la Fuente Umetsu y en el narrador Carlos Yushimito. Pero esta historia dista de ser feliz.

 "Más allá del haiku".

"Más allá del haiku".

“En este proceso migratorio coinciden dos periodos imperialistas, que también se hizo en Corea, cuya política era mandar población a sitios donde querían tener influencia política y económica. Entonces, el primer lugar a donde los mandan es a Hawái en 1868, luego a Canadá y a Estados Unidos. Pero cuando se prohíbe la inmigración a estos tres lugares, la alternativa siguiente fue Chiapas, en México. Fueron a una colonia con terrenos comprados por el Gobierno japonés. Ahí fracasa, es una colonia muy pequeña. Y después van a Perú y a Brasil, países en los que ya estaba prohibida la trata de esclavos. Se intenta sustituir a los esclavos primero con chinos, tanto en Cuba como en Perú. Pero claro, los chinos ya llevaban medio siglo en Perú y se habían ido a las ciudades y no querían seguir siendo explotados. Y la siguiente opción que se les ocurre, cuando fracasa la idea de traer europeos, porque primero no quieren trabajar en esas condiciones, ni por esos sueldos tan baratos, tan bajos, es la opción de japoneses que llegan un poco semiengañados por su propio gobierno, que les dice que van a ir cuatro o cinco años y van a volver ricos. Muchos no pueden volver porque ni siquiera se pueden permitir el billete de vuelta. Son explotados, son maltratados tanto en Perú como en Brasil. Y luego, claro, cuando llega la Segunda Guerra Mundial, olvídate, no pueden volver a un país destruido. Entonces, esta situación coincide con que el Gobierno japonés se quiere deshacer de una población, sobre todo de Okinawa, ubicada en el sur de Japón, que no tiene tierras, que está desempleada, y que le sirve para crear mercados hacia donde exportar sus materias primas e igualmente su influencia política y económica. Esa fue la razón principal”.

Las crónicas peruanas de la época dan cuenta de lo que tuvieron que pasar los japoneses tras la Segunda Guerra Mundial. “Se quedan desamparados. En Estados Unidos, les quitaron el pasaporte antes de llevarlos a los campos de concentración, entonces se quedan en tierra de nadie. Hay un libro muy famoso que se llama Adiós a las lágrimas de Seiichi Higashide, un inmigrante japonés que estuvo en Perú y que denuncia los maltratos sufridos en Cristal City, campo de concentración en Texas durante la Segunda Guerra Mundial. No solo permitieron que los deportaran, sino que además no los aceptaron de vuelta. El gobierno peruano sí aceptó a los italianos y alemanes, que se quedaban deportados. Puro racismo, ¿no?”.

En los años cuarenta, con la cabeza caliente por los ecos de la guerra, se persiguió a los japoneses. En el lado peruano, destruyeron sus casas y quemaron sus negocios. El disparador/pretexto fue “la muerte de María Acosta tras una pelea entre dos barberos nikkeis. Acosta era familiar del dueño de un diario sensacionalista, quien se vengó incentivando a la población y estudiantes a ir contra los japoneses. A esa campaña se sumaron otros medios y comenzaron a propagar los mismos rumores que circulaban por el FBI sobre actividades militares secretas entre los residentes japoneses”.

Historia y literatura. Más allá del haiku tendría que figurar en toda biblioteca que se respete. Muy buenas plumas, algunas reconocidas, otras por descubrir. Muy bueno.