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South Park, la sátira hecha realidad: ¿cómo evolucionó para no perecer en lo burdo?

La polémica serie ha evolucionado, pero no se confundan: sigue siendo tan corrosiva y aún más transgresora que la primera vez. Después de 25 años, continúa apuñalando el corazón de la idiocracia americana.

Foto: Comedy Central
Foto: Comedy Central

Ninguna comedia es tan insólita como South Park, la serie creada por Trey Parker y Matt Stone. Mucho menos podrían mantenerse 25 años en la televisión teniendo como bandera lo políticamente incorrecto y quedar impune. Poco efecto pueden hacer las sirenas ante las carcajadas y las fuerzas del orden contra los miles de seguidores. Aunque la censura pise fuerte, los responsables no lo toman como desaliento sino como combustible y reafirmación de que están en el camino correcto para el pésame de sus víctimas.

Caracterizada por su humor negro y crítica hacia la cultura estadounidense, la serie nos cuenta las aventuras de cuatro niños del pueblo South Park (Kyle, Stan, Kenny y Cartman) y nos advierten: “Este programa es irreal y grosero. Las voces célebres son pobres imitaciones y debido a su contenido nadie lo debe ver”. 10 años después, la revista Time la incluyó entre Los 100 mejores programas de televisión de todos los tiempos, nombrándola como la mejor sátira de la década del 2000.

Pese al actual reconocimiento de South Park, su contenido fue muy criticado durante sus primeros años. La línea que diferenciaba a los detractores de los ofendidos era más clara y razones no le faltaban. El método efectista con el que buscaba una reacción del espectador se valía del humor de shock, lenguaje soez e imágenes violentas. Solo con la titulación de su primer episodio, Cartman recibe una sonda anal. Era de esperarse que estaba concebida para hacer tambalear a los más conservadores y mofarse de los liberales.

Nadie estaba a salvo. Ed Sheeran confesó que su vida fue arruinada por el capítulo Ginger kids, donde se mofaban de los pelirrojos. Kanye West fue blanco de burlas en Varitas de pescado así como su esposa en El hobbit. Paris Hilton tuvo un duro retrato como pésimo ejemplo para la juventud femenina.

Como estos casos, miles más seguían acrecentando la infame lista que no se concentraba solo en personalidades, sino también en situaciones sociales, sobre sexualidad, religiosos, políticos y morales.

Foto: Comedy Central

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Pese a la chocante forma en que la serie abordaba estos temas controvertidos, nada era gratuito. Al final del día, se inducía el pensamiento crítico y la reflexión en la audiencia, puesto que todo ocurría a través de los ojos de unos niños, que intentan aprender lecciones de vida.

Con mayor o menor éxito, las intenciones del programa encontraron mejor fuelle con el paso de las temporadas. Como era de esperarse, South Park evolucionó a la par de sus creadores. Así fue como estos afinaron su mordaz ojo crítico, pero sin dejar de lado la agresividad con la que apuñalaba el corazón de la idiocracia americana.

Gracias a esta renovación es que el show se ha mantenido relevante en la cultura pop durante tantos años y no da pistas de detenerse. Trey Parker y Matt Stone tienen su particular forma de ver el mundo. Se burlan sagazmente de la sociedad y realizan feroces denuncias de la insensatez contemporánea, mientras que se nutren de la ridícula realidad que incluso atenta con superar la ficción.

Los niños terribles de la televisión

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Ciertamente, el arte de ofender requiere destreza artística y la sátira como medio se vale de la sutileza. Caso contrario, los aludidos se amparan en la famosa cultura de la cancelación contra la que South Park parece haber desarrollado cierto grado de inmunidad. Desde su inicio, la serie fue pionera en disrumpir la censura televisiva y ejemplificar qué ocurre cuando la incorrección política no tiene límites.

Licenciado en Periodismo en la Universidad San Ignacio de Loyola, crítico de cine y redactor en La República. Mis intereses: el cine, poetas malditos, todo revés proveniente de un buen thriller o fatilismo de una novela negra.