La historia de Felipe Morante y la chicha huarmeyana

La bebida típica de Huarmey (Áncash) sorprende a los paladares de los viajeros; pero la historia del hombre que la rescató, es aún más deliciosa. , Iván Vicente / Revista Rumbos Cuando Felipe Morante se propone hacer algo... lo hace. Su determinación ha logrado que su nombre forme parte de la historia reciente de Huarmey (Áncash). Y es que él es un referente y una autoridad en lo que respecta a la chicha huarmeyana, esa bebida de compleja elaboración, sabor natural y color sublime, que se debe probar cuando se visita estas tierras costeras. Dejar de hacerlo podría considerarse un pecado. PUEDES LEER: Inglaterra: diseñan carpa solar que genera energía eléctrica Don Felipe preparando su famosa chicha. Foto: Iván Vicente Todo empezó en los años 97 y 98 del siglo pasado, cuando el fenómeno El Niño castigó al pequeño pueblo de Cuscus. Fue terrible. El río Huarmey se desbordó, entonces, se perdieron vidas, varias casas fueron destruídas y en los campos -arrasados- ya no se podía cosechar el maíz, el principal y único ingrediente de la chicha. Pasado los efectos de El Niño, Don Felipe recuperó su chacra y empezó a sembrar maíz y a recolectar leña de sauce. Todo lo enviaba a las 'chicheras', las únicas que conocían los secretos prehispánicos para preparar la bebida típica del valle. Pero ellas estaban desanimadas, porque el proceso es trabajoso. Hay que desgranar el maíz, usar muchos litros de agua y mover la mezcla cada cierto tiempo por un periodo de dos semanas. “Hasta yo me desilusioné”, dice con nostalgia este hombre de 80 años, que, a pesar de eso, decidiría tomar la posta. Él, con la ayuda de sus hijos, decidió emprender una aventura inédita: preparar la chicha. Pero existía un problema. No sabían cómo hacerlo. Así que invitaron a una de las señoras. "Fue muy gentil y simpática. Ella nos enseñó”, recuerda don Felipe, quien luego de tres clases aprendió todo el proceso. Con esfuerzo, don Felipe aprendió a preparar la bebida típica de su tierra. Foto: Iván Vicente Construyeron el horno de barro, compraron las vasijas especiales que se hacen en Huaraz y Trujillo, y comenzaron la tarea de continuar la tradición. Desde ese momento, su nombre y apellido se convertiría en símbolo y sinónimo de la chicha huarmeyana. Hoy, don Felipe, ya no puede dedicarse de lleno a la exigente y agotadora preparación de la bebida. Su hija Silvia lo reemplaza. El patriarca solo supervisa y se asegura que se cumplan sus exigentes estándarse de producción. Así se mantiene la calidad y la fama de su chicha. Si vistas Huarmey (a 297 kilómetros de Lima), dese una vuelta por la casa de don Felipe, donde disfrutará de una chicha incomparable, respirará aire puro, probará exquisitos platos típicos, y, sobre todo, tendrá la satisfacción de conocer un poco más del Perú y su gente.