La vuelta al Ausangate: fascinante reto de altura en el Cusco

Sin lugar a dudas, la vuelta al Ausangate, es una de las rutas de trekking más espectaculares del Perú y el mundo. Conozca las razones en la siguiente crónica. ,Cristóbal Katari / Revista Rumbos A un par de horas de la ciudad del Cusco, se avista el sagrado Ausangate, el nevado más alto del nudo de Vilcanota (6 410 m.s.n.m.), el apu tutelar de los incas. PUEDES VER: Cusco Barroco: cinco alternativas para disfrutar del valle sur En la cosmovisión local, el Ausangate es el creador de las aguas, cuna del legendario Willcamayu (río Vilcanota) que en su discurrir fertiliza a la madre tierra en los valles interandinos, para luego perderse en la Amazonia. El Willcamayu retorna cada noche convertido en la Vía Láctea o ‘río sagrado de estrellas’ para llenar los lagos y los glaciares en las laderas del apu. Pastores del Ausangate. Foto: Roger Valencia Dicho ciclo es simbolizado en las ofrendas de los pastores cuando entregan los kintus de coca al Ausangate, al que llaman pastor de hombres y ruegan para que los guíe a los mejores pastizales para cuidar las llamas y alpacas. Son estos pastores de tierras altas, capaces de sobrevivir en condiciones de vida muy difíciles en valles glaciales, quienes decidieron hace algunos años mostrarle al mundo sus tradiciones ancestrales, su universo religioso y ese estilo de vida milenario que los une al apu Ausangate. Junto a su socio, el andinista cusqueño Roger Valencia, los pastores o llamichus crearon la ruta denominada Camino del Ausangate, ideal para viajeros aventureros en busca de un reto exigente combinado con comodidad y buen gusto. Para ello las comunidades han sido capacitadas y cuentan con 'tambos' o albergues de montaña (Andean Lodges) donde los andariegos podrán descansar. Los hijos del Apu El centenar de familias que integran la comunidad de Chillca se dedican a la ganadería de camélidos, complementada con el cultivo de papas resistentes a las heladas y adaptadas a subsistir sobre los 4 350 m.s.n.m. Estos pastores son herederos de una tradición de 7 000 años de adquisiciones culturales. Las evidencias físicas de esta presencia milenaria se pueden ver en las pinturas rupestres que decoran cientos de refugios naturales en los roquedales, identificados por el experto Rainer Hosnig, estudioso de origen austriaco que ha investigado gran numero de refugios altiplánicos. En la ruta se conoce el trabajo artístico de las mujeres cusqueñas. Foto: Roger Valencia Experiencia transformadora Los pastores de la comunidad de Chillca son los dueños de las llamas y de los caballos que nos acompañarán en nuestro trekking y que cargan el equipaje y los equipos. Ellos compartirán con nosotros su tierra y el ánima de su mundo inspirador. Se encargarán de preparar diariamente las sabrosas comidas, incluyendo una gran variedad de delicias peruanas y productos andinos. En algunas noches, nos presentarán en los 'tambos' esa auténtica música tradicional miembros de la comunidad. Este proyecto también ha generado empleos y un mercado para carne de alpaca, productos de lana, como también para tejidos tradicionales, confeccionados por las señoras de las comunidades de Chillca y Osefina. Impresionante panorama nevado. Foto: Roger Valencia El itinerario Día 1: Cusco - Chillca Salida temprano en la mañana por un interesante viaje en bus a lo largo del fértil valle de Vilcanota, rumbo a Checacupe. Después de la visita del templo colonial ascendemos el valle de Pitumarca, siguiendo el espectacular cañón de Japura que conduce a la unión de aguas del Quencomayo con el Ausangate. El almuerzo es campestre y se realiza junto al molino colonial de granos. Al terminar iniciamos nuestra breve caminata hasta el primer 'tambo'. Luego de pasar el pequeño cañón, accedemos al amplio valle glacial de Chilca. Sobre los 4 300 m.s.n.m. se abre al espectador una impactante vista de los nevados de Hatun Hampa. Este es el lugar ideal para aclimatarse y para sumergirse en un valle alto andino donde se encuentran los cultivos de papas amargas más altos del mundo. Caminaremos en medio de hatos de alpacas y llamas hasta llegar al 'tambo', donde seremos recibidos por la comunidad. Las llamas sirven para llevar la carga, recuperando así una costumbre ancestral. Foto: Roger Valencia Día 2: Chillca – Machuracay La caminata empieza en el amplio valle de Upis que permite hermosas vistas a los majestuosos glaciares del Nudo de Vilcanota. El sendero se hace más estrecho mientras nos acercamos a las cascadas que descienden de la montaña Santa Catalina. Este camino es frecuentado por las recuas de llamas que abundan en esta región y terminará a orillas de la laguna Paloma, donde descansaremos y disfrutaremos del almuerzo. Luego ganaremos altura ascendiendo por una antigua morrena hasta llegar a orillas del Cochaccasa, donde se tiene una de las más imponentes vistas de la cara oriental del nevado Ausangate. En seguida y luego de cruzar una larga serie de morrenas, se llega al Machuracay Tambo, un albergue que puede ser considerado el más alto del mundo, sobre los 4 800 m.s.n.m. y ubicado justo en la falda del apu Ausangate. También puede ser usado como campo base para escalar la cumbre más alta en la cordillera Vilcanota. El camino es exigente, en las jornadas diarias se recorren de 10 a 16 kilómetros. Foto: Roger Valencia Día 3: Machuracay – Anantapata Después de un exigente ascenso al paso de Palomachayoc, a 5 150 m.s.n.m. y con un panorama inolvidable, bajamos hasta la laguna Ausangatecocha. Impresionantes vistas al glaciar de la parte sur del apu nos inspirarán en nuestra caminata, mientras nos acercamos a las formaciones areniscas, de color rojizo, del nevado Tacusiri. Pernoctamos en el Anantapata Tambo, en las inmediaciones de la imponente montaña. Este lodge se diferencia de los demás por su estructura de madera prefabricada sobre un sólido fundamento de piedras. Cómodo refugio en las montañas. Foto: Roger Valencia Día 4: Anantapata – Huampococha Este trecho ofrece excelentes oportunidades para estudiar las maravillas geológicas y para admirar la belleza única de los paisajes. Destacan los colores del abra de Yauricunca, y las montañas de los míticos defensores del Cusco, los Puruauccas. También es el lugar ideal para observar grupos de graciosas vicuñas silvestres que se merodean con frecuencia por estos parajes altiplánicos poco transitados por seres humanos. Rodeados por extrañas formaciones rocosas, pasaremos la noche en el Huampococha Tambo, cerca de la laguna del mismo nombre, donde usualmente anidan parejas de huallatas (gansos andinos). El último de los cuatro albergues está ubicado dentro el territorio de la comunidad de Osefina. Junto con sus distantes vecinos de Chillca, ellos también participan en el proyecto de los Andean Lodges. Impactante panorama de nieve. Foto: Roger Valencia Día 5: Huampococha - Cusco Después de un último y breve ascenso al abra de Anta, gradualmente empezamos nuestra bajada. Pronto aparecerán las primeras casas y campos cultivados. Las señoras de la comunidad son tejedoras muy hábiles y aquí el visitante tiene la oportunidad de presenciar su tradición milenaria y comprar de primera mano alguna valiosa pieza artesanal, mientras participamos de una demostración de técnicas textiles andinas en el anexo de Pachachani. El paisaje cambia rápidamente y a las rojas formaciones areniscas siguen montañas erosionadas de caliza que formen un bosque único de piedras, el hábitat ideal para las tímidas vizcachas (de la familia de las chinchillas). A la hora que llegamos nuevamente al valle de Pitumarca, nuestro bus nos estará esperando para el viaje de regreso al Cusco. Los datos Se recomienda una estadía de mínimo 3 ó 4 días en la ciudad del Cusco, el Valle Sagrado del Urubamba o Machu Picchu, antes de emprender la caminata. El punto más alto de la travesía se alcanza al tercer día, en el paso Palomachayoc (5 100 m.s.n.m.). Los cambios de altura en el transcurso de un día son significativos. Las dificultades empiezan a partir de los 4 000 m.s.n.m. La distancia que se camina diariamente fluctúa entre los 10 y 16 kilómetros. En la travesía solo se carga una pequeña mochila para la cámara, una botella de agua, un impermeable y algo de abrigo en el caso de cambio de clima. Caballos y llamas cargarán el equipaje principal. Para evitar el daño ecológico se utilizan detergentes biodegradables en los baños y en las cocinas. Además, se usan las llamas como animales de carga, fomentando el transporte tradicional y creando al mismo tiempo más oportunidades de trabajo. Reflejo cordillerano. Foto: Roger Valencia