Macron

Las claves de una inédita gobernabilidad de cara a Europa.,El sistema político francés, garante de las libertades, abierto a Europa y a la inmigración aun a pesar de las restricciones de los últimos años, ha triunfado sobre la propuesta populista y ultranacionalista. Emmanuel Macron ha triunfado sobre Marine Le Pen por 65% contra 35% en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Es un resultado nada convencional. Macron es un recién llegado a la política francesa a pesar de su paso por el gobierno socialista. Hace poco más de un año no tenía partido y ahora mismo su movimiento En Marche no es ni la pequeña parte de los aparatos de los grandes partidos franceses. Tampoco está relacionado desde la política con los grandes centros de poder económico de su país, y para ser más inédita su figura en medio de la larga crisis francesa, es centrista en lo político pero profundamente liberal en lo económico, por encima de los programas tradicionales de la derecha e izquierda francesas. Su ascenso solo puede explicarse por el agravamiento de la desconfianza del pueblo francés frente a los partidos que se han turnado en el poder desde los años setenta, que no se propusieron renovar la ilusión republicana, sujetos de denuncias de corrupción y de un uso desmedido del poder. Esa clase política tampoco fue eficaz para atajar el paro, reducir las brechas sociales y evitar los certeros golpes del terrorismo. El simple hecho de que dos políticos ajenos a los grupos que gobernaron Francia en los últimos 40 años disputaran la presidencia, confirma el fin del bipartidismo, el cierre de una época y el inicio de otra donde la incertidumbre es alta, a pesar inclusive de tratarse de un sistema político que ha operado de memoria en las últimas décadas. Y quizás también por eso. Si todo ello explica su ascenso, la victoria de Macron ayer no se explica sino por el auge del ultranacionalismo europeo del que Le Pen es su emblema, una propuesta reconvertida ayer mismo en “soberanista” en las palabras de la candidata derrotada, enfrentada según ella al “mundialismo”. Macron fue aupado a la victoria por la Francia de las libertades, resistente al potente mensaje nacionalista que ha crecido al compás de la desigualdad y el terrorismo. A pesar de su derrota, Le Pen obtuvo 11 millones de votos. En pocas semanas se realizarán las elecciones legislativas francesas y ese será el momento en que se apreciará si el Frente Nacional avanza a ser realmente la primera fuerza de la oposición, si los viejos partidos recuperan algo del aire perdido, y cuál será el margen de maniobra del nuevo presidente francés en un país que, habría que recordarlo, opera como un sistema mixto donde el Congreso decide sobre el premier pero el presidente conserva las funciones claves de Defensa y Relaciones Exteriores. Sería un exceso afirmar que Francia ha elegido un presidente muy débil; al contrario, ha elegido a un jefe de Estado que por ahora tiene la llave de los grandes cambios que el país reclama y que será quien escriba las primeras líneas de una gobernabilidad inédita.

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