Desde hace mucho tiempo se sabe que existe subvaluación de los precios de exportación, sobre todo, de los productos básicos: hidrocarburos, minerales y de productos agrícolas. La subvaluación la realiza la empresa exportadora con el objetivo de reducir sus ingresos y, de esa manera, pagar un menor impuesto a la renta. Un reciente estudio de la CEPAL (1) nos dice que las subvaluaciones (llamados flujos financieros ilícitos, FFI) de las empresas exportadoras de oro en el Perú en el periodo 2013-2016 podrían haber llegado a US$ 8,673 millones. Dice también que, en el caso de las exportaciones de concentrados de cobre peruanas, los FFI habrían llegado a US$ 3,849 millones del 2006 al 2016, lo que representa el 6.2% del total exportado de US$ 68,377 millones. ¿Será esto así? Mencionemos que la OCDE tiene ya en marcha toda una serie de disposiciones y convenios internacionales para frenar la erosión de la base tributaria (BEPS, en inglés), sobre todo de los exportadores de materias primas. Dice la UNCTAD que las pérdidas por FFI en el 2015 habrían sido de US$ 90,000 millones en los países en desarrollo. ¿Y cómo lo hacen? Dice la CEPAL que existe “planificación fiscal” por parte de las grandes empresas y que la acumulación de un gran poder económico “les da los recursos necesarios para reducir indirectamente los ingresos fiscales de los territorios nacionales donde realizan sus operaciones y donde se genera el mayor valor agregado”. Volvamos ahora al Perú, donde las exportaciones de minerales representan el 60% del total anual. A lo que se agrega que, en la época de las vacas gordas de precios altos de los minerales, el impuesto a la renta pagado por las empresas mineras llegó a ser el 50% del total. Hoy, como dice Cooperacción, el impuesto neto pagado por las empresas mineras es negativo, debido a las devoluciones del IGV (2). ¿Es cierto que los FFI fueron de US$ 8,673 millones en el caso del oro? La respuesta es sí, si es que se considera la metodología del “país socio”. Pero la respuesta es no, si se utiliza la metodología del “filtro de precios”. En ese caso, la cosa cambia y la subvaluación cae de US$ 3,849 a 96 millones (3). La metodología del “país socio” no toma en cuenta que el oro exportado (que no ha sido refinado al 99% de pureza) contiene otros minerales y metales (sobre todo, plata). Eso sí lo hace la metodología del “filtro de precios” pues compara las exportaciones una por una a través de las declaraciones de aduanas, las mismas que proporcionan la participación desagregada del oro y de los otros minerales. A veces, la proporción de oro no es más que 40% del total y eso es lo que da lugar a que FFI elevados con la metodología del “país socio”. ¿Y qué pasa con el cobre? En este caso tenemos que la mayor parte de las exportaciones peruanas son de concentrados de cobre, lo que quiere decir que el cobre se exporta también mezclado con otros productos. ¿Cuál es la participación del cobre? Pues no se sabe, ya que se trata de grandes cargamentos, pero se estima que oscila entre el 20 y el 30% del total, según la CEPAL. Si la participación del cobre fuera del 30%, entonces los FFI serían de US$ 3,849 millones como dijimos al inicio. Si la participación del cobre bajara al 20%, entonces los FFI también bajarían y solo serían de US$ 96 millones. Pero no se sabe cuál es esa participación. Sería bueno que la Sunat nos diga qué es lo que hace. No es lo mismo que el FFI sea US$ 3,849 que 96 millones. Debiera ser cero (0). Agrega la CEPAL que cuando analiza la exportación de cátodos de cobre (o sea cobre refinado al 99% de pureza), la salida de capital por la manipulación del precio internacional baja al 0.3% del total exportado. Lo que nos dice claramente que refinar el cobre evita los FFI, pues reduce el margen de la manipulación de precios. Lamentablemente, en el Perú la exportación, básicamente, es de concentrados de cobre. En su viaje a China, PPK planteó inversiones en refinerías en el Perú. Más no sabemos. Para terminar, en el Perú existe legislación sobre los precios de transferencia. Eso no basta. Necesitamos la “planificación fiscal” del Estado para contrarrestar la de las empresas privadas. La Sunat y el Ministerio de Energía y Minas deben publicar informes detallados de la tributación minera, con la metodología del “filtro de precios” o similar. También hay que avanzar en el valor agregado minero con la refinación, así como en la cooperación internacional (OCDE, UNCTAD). Hay que ir más allá de los precios de transferencia para acabar, de verdad, con los FFI. ¿Dónde estamos en ese camino? Tampoco lo sabemos. Lo clave es alejarnos de la dependencia en las actividades extractivas (por la volatilidad de los precios y los FFI) y avanzar hacia la diversificación productiva. Pero en eso hemos retrocedido. (1) Flujos financieros ilícitos en los países andinos. Una mirada al sector minero, Michael Hanni y Andrea Podestá, diciembre 2016. (2) http://larepublica.pe/impresa/opinion/852064-crecimiento-economico-y-devoluciones-de-impuestos (3) Llegamos a la misma conclusión que CEPAL en este trabajo: http://www.resourcegovernance.org/blog/peru-losing-out-gold-exports