La posibilidad de un lustro 2016-2021 que sea exitoso.,La gobernabilidad peruana se perfila hoy con mucha complejidad, pero también hay razones para pensar que este lustro puede ser provechoso para el país porque hay factores que promoverán que el gobierno y las oposiciones actúen con sensatez y espíritu de cooperación en vez de conflicto. A pesar de la distancia abierta en la elección entre Fuerza Popular y PPK, hay algunas coincidencias que pueden ayudar al acuerdo. Más allá de que los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta tengan una orientación económica parecida, es la primera vez en buen tiempo que habrá una clara mayoría pro inversión privada en el Congreso: entre FP (73), PPK (18), APP (9) y el Apra (5) suman 105 curules de un total de 130. El problema para la gobernabilidad se origina porque no obstante que los gobiernos peruanos están acostumbrados a vivir sin mayoría en el Congreso, por primera vez en mucho tiempo en este lustro habrá la oposición de un solo partido (FP) con una clara mayoría parlamentaria. Así, el desafío central para la gobernabilidad del lustro 2016-2021 no es económico sino político: cómo estructurar la convivencia de un gobierno débil frente a una oposición fuerte y sólida. Ante dicha perspectiva se abren dos escenarios futuros. El escenario optimista consistiría en un acuerdo político que establezca las condiciones correctas para la gobernabilidad y que permita poner en marcha varias reformas básicas que promuevan el crecimiento económico, la mejora de la calidad de vida, y la seguridad ciudadana. En el otro extremo, habría un escenario pesimista en el que se genere inestabilidad por la tensión permanente entre la vacancia presidencial y la disolución del Congreso, que acabe en un grave crisis institucional. Pero en un país como el Perú que prefiere los grises en vez del blanco o el negro, el escenario más probable estará en un punto entre ambos, sin alianzas políticas estables y una presidencia de PPK negociando apoyos para cada iniciativa, caso por caso, y haciendo lo políticamente viable. Sin dejar de reconocer el riesgo de inestabilidad que se corre, es probable que, a medida que se cierren las heridas, prime la sensatez y se avance en acuerdos que mejoren la perspectiva para que este lustro ofrezca una oportunidad singular para recuperar la confianza ciudadana y de la inversión, lograr mayor crecimiento, reducir la pobreza, mejorar la calidad de vida y avanzar en institucionalidad. Pero ello será posible si se entiende que este será el lustro de la política antes que el de la economía, y en el que se puede construir un mejor país.