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Woody Allen: el eclipse

La figura del cineasta se agrietó cuando fue acusado de abuso sexual por su hija adoptiva de 7 años. Pero se rompió cuando Dylan Farrow reiteró esa denuncia, años después. Hace unos días publicó sus polémicas memorias, A propósito de nada, donde da su versión. Su última película Rifkin’s Festival abrirá el Festival de San Sebastián en medio de abucheos.

¿Pueden decirnos por qué tienen un delincuente sexual en su lista? Es desagradable”, escribe una enfadada usuaria de Twitter en la cuenta del festival de San Sebastián. Se refiere al director de cine Woody Allen.

Algunos no han tomado a bien que su última película, ‘Rifkin’s Festival’, sea la que abra, en septiembre próximo, la edición 68 del Zinemaldia, el evento cultural más importante de la ciudad vasca. Los anti-Allen no olvidan que el cineasta fue acusado de abuso sexual por su hija adoptiva Dylan Farrow cuando ésta tenía 7 años, allá por los años noventa. Y si bien el juez Elliot Wilk lo exculpó, tras varios meses de investigación, aduciendo que no había encontrado “pruebas concluyentes”, el señalamiento dio un duro golpe a su reputación.

Dylan nunca retrocedió. Ya mayor de edad, dio varias entrevistas televisivas reiterando el daño que le había provocado su afamado padre. En 2014, a través de una carta que publicó en The New York Times (NYT), dio detalles escabrosos del abuso. Allen lo negó todo diciendo que había sido inducida por su madre, la actriz Mia Farrow, con quien el cineasta tuvo una complicada relación de varios años, y a quien le fue infiel con otra de sus hijas adoptivas, Soon-Yi, de 20 años.

“[Dylan] fue explotada por una madre más interesada en su propia ira enconada que en el bienestar de su hija”, se defendió el realizador en una carta que también se hizo pública.

El movimiento #MeToo, sin embargo, lo tuvo en la mira en los últimos años. En 2019, mientras grababa ‘Rifkin’s Festival’ en San Sebastián, las feministas realizaron un plantón en contra del rodaje: “La exitosa trayectoria cinematográfica de una persona no nos va a fascinar hasta cegarnos”, declararon. Se refieren a las más de seis décadas que tiene Allen en la industria del cine, todo un ícono que en su mejor momento estrenaba una película por año.

Hollywood también le ha dado la espalda. Varios actores y actrices como Greta Gerwig, Ellen Page y Colin Firth, han la- mentado haber trabajado con él. Amazon Studios le canceló un contrato en 2018 y detuvo el estreno de su comedia A Rainy Day in New York, así como la producción de tres películas más. La compañía no le perdonó las críticas que hizo sobre Dylan, a quien acusó de usar “cínicamente el #MeToo”, movimiento que empujó a decenas de mujeres a denunciar públicamente el maltrato machista.

A estas alturas no debe llamar la atención porqué una twittera señaló sin ambages a Allen como depredador sexual. Pero su figura levanta también apasionadas defensas. “Nunca fue declarado culpable” o “es un genio del cine” son los argumentos de quienes siguen creyendo en él. Nadie duda que ha brillado con sus guiones y sus personajes neuróticos y nos ha regalado los planos más inolvidables de la pantalla grande como ese anochecer en el puente junto a Diane Keaton en Manhattan.

Toma la palabra

“Nunca fue declarado culpable” o “es un genio del cine” son los argumentos de quienes siguen creyendo en él. Nadie duda que ha brillado con sus guiones, sus personajes neuróticos y nos ha regalado los planos más inolvidables de la pantalla grande como ese anochecer en el puente junto a Diane Keaton en Manhattan.

Hace unas semanas, su libro de memorias vio la luz luego de ser rechazado por cuatro editoriales. Apropos of nothing (Arcade Publishing) -o A propósito de nada, la versión en español de Alianza Editorial- también levantó polvo en su momento. O lo sigue levantando.

En la publicación, Allen toma la palabra y hace un plano detalle de su vida. Habla de su infancia en Brooklyn, de su padre corredor de apuestas y de su madre trabajadora de una florería. De sus comienzos en la comedia como escritor de guiones para programas de televisión, y de los primeros guiños de su personalidad: “Mi madre aseguraba que yo fui un niño amable, dulce y alegre hasta los cinco años, y que luego me convertí en un muchacho avinagrado, desagradable, rencoroso y malo”, escribe.

Desmitifica su imagen de intelectual: “Yo era un holgazán que no encontraba nada de divertido en abrir un libro. ¿Y por qué iba a hacerlo? Las radios y el cine eran mucho más excitantes”; y es muy crítico con su trabajo como director de cine: “Mis hábitos de filmación son perezosos e indisciplinados; tengo la técnica de un estudiante de cine fracasado al que han expulsado (...). Escribir me gusta más que rodar, porque rodar es un trabajo duro y físico”.

“Cualquiera que haya leído los libros anteriores de Allen sabe que tiene una voz auténtica y tranquila en la página. Eso también es cierto en Apropos of Nothing, al menos por un tiempo. Más adelante, comienza a hacer el sonido de clic que hacen los automóviles cuando la bate- ría ha caducado”, escribe sobre la publicación el crítico Dwight Garner del NYT, y se refiere a lo desfasado que suena cuando comienza a hacer menciones gratuitas sobre la apariencia de las actrices: Christina Ricci “fue muy deseable”, Léa Seydoux “fue un 10 plus”, Rachel McAdams “pa- rece un millón de dólares desde cualquier ángulo”, sobre Scarlett Johansson: “cuando la conoces tienes que abrirte camino a través de las feromonas”.

“Es un hombre del siglo XX en el siglo XXI [...] es totalmente sordo al problema de las mujeres”, apunta el periodista. El libro va entrando por un camino escabroso conforme da detalles de su vida familiar con la actriz Mia Farrow, la acusación por abuso sexual de su hija Dylan y la relación con Soon-Yi,(hija que Farrow adoptó en su relación anterior) con quien se casó.

La pareja tuvo un solo hijo biológico, Ronan Farrow. Allen asegura que fue sometido a una dolorosa cirugía estética de niño para agregar unos centímetros a su altura a pedido de su madre. Criaron una familia numerosa conformada por varios hijos adoptivos: “A Mia le gustaba adoptar y lo hacía con entusiasmo, como quien compra un juguete nuevo; le encantaba la reputación de santa que le confería y los comentarios públicos de admiración, pero no le gustaba criar a los niños y en realidad no se ocupaba de ellos. [...] No es extraño que dos de sus hijos acabaran suicidándose”, cita el periódico español La Vanguardia. Un golpe bajo de Allen a Farrow.

Más adelante, el cineasta afirma que la actriz manipuló a la pequeña Dylan para incriminarlo por abuso sexual cuando descubrió que tenía relaciones sexuales con Soon-Yi, al encontrar unas fotos polaroid eróticas en su departamento. El NYT resalta que Allen se mostró totalmente abierto a las investigaciones. En su libro señala que pasó la prueba de polígrafo, mientras que Farrow se negó a ser evaluada.

“Jamás le he puesto un dedo encima a Dylan, jamás le he he- cho nada que pudiera malinterpretarse como un abuso sexual”, escribe Allen.

“Que conste que ningún verificador se puso en contacto conmigo para comprobar la veracidad de estas memorias” -respondió Dylan al enterarse de la publicación de las memorias de su padre adoptivo- “es otro ejemplo más del profundo privilegio que dan el poder, el dinero y la fama”.

“No puedo ver ninguna diferencia práctica si la gente se acuerda de mí como director de cine o como pedófilo o en absoluto. Todo lo que pido es que mis cenizas se esparzan cerca de una farmacia”, finaliza Woody Allen, de 85 años.

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