Santiago Roca. Ex jefe del Indecopi. Profesor de ESAN. Autor del libro “Biodiversidad y propiedad intelectual en disputa: situación, propuestas y políticas públicas”., Las empresas han ganado utilidades millonarias con el uso de la biodiversidad peruana y no han retribuido a nuestro país por ello, sostiene el profesor Santiago Roca. En su reciente libro se explaya sobre el tema y propone un cambio en la idea de “patentes” orientado al desarrollo y la protección de nuestro patrimonio biológico. ¿Qué conflicto encuentra la biodiversidad con la propiedad intelectual? Uno de los problemas más importantes en el uso de la biodiversidad es que nadie quiere pagar por los recursos naturales, o sea, por los recursos biológicos o genéticos que existen en la biodiversidad. ¿Por qué? Porque hasta 1993, a nivel internacional, la biodiversidad ha sido patrimonio común de la humanidad y cualquier país podía acceder a estos recursos sin pagar. En 1993, el Convenio de Diversidad Biológica acuerda que los recursos de la biodiversidad son soberanía de cada uno de los Estados y por lo tanto ellos deben legislar las reglas de acceso a la biodiversidad y las reglas de conservación, porque antes de este convenio se depredaba la biodiversidad. Ese cambio en las reglas de juego origina que se apruebe la necesidad de firmar contratos de acceso para obtener recursos biológicos y genéticos, los cuales deben contener consentimiento informado previo de las comunidades donde se encuentran los recursos, el acceso legal y una cláusula de compensación de los proveedores de la biodiversidad por el uso de los recursos. ¿Eso rige así actualmente? Como ha sido muy difícil la puesta en práctica y la ejecución de estos tópicos, se aprobó en el 2014 el Protocolo de Nagoya, donde se acuerda de forma expresa que se respetarán los contratos con los tres ingredientes. El problema es que si bien el Protocolo de Nagoya ya fue firmado por 60 países, el resto no lo está firmando. ¿Qué países ya lo firmaron? El Perú ha firmado este protocolo. Toda Europa también. Ellos están respetando estos tres puntos dentro de los contratos. Sin embargo, Estados Unidos no firmó ni el Convenio de Diversidad Biológica ni el Protocolo de Nagoya. Es decir, para Estados Unidos todavía los recursos biológicos le pertenecen a todo el mundo. ¿Cómo hacer cumplir la formalidad de los contratos? Nagoya advierte que son las oficinas de propiedades intelectuales las que no deben patentar algo que no cumple con los tres agregados. Sin embargo, las normas de propiedad intelectual no obligan a que los solicitantes de patentes tengan que explicitar estos puntos. ¿El Perú ha perdido dinero por esto? Más que eso, las empresas han ganado millones de millones y no han retribuido nada a nuestro país por la biodiversidad. Ahí deben entrar a tallar las políticas públicas. Usted ha sido presidente del Indecopi. ¿Sabe por qué no lo exigen? Porque las entidades de propiedad intelectual e involucradas no han visto cómo hacer para que la propiedad intelectual sea usada para beneficio de la integración de nuestros pueblos. ¿Qué es lo que propone en su reciente libro? Que hay que regresar a la interpretación original de las patentes, que son un activo para promover la innovación y no un activo estratégico para que las empresas consigan activos extraordinarios. Esa es una idea, pero ¿cuáles deben ser las acciones concretas? Es bien difícil. Si los gobiernos no se ponen de acuerdo en regresar, no va a suceder. No es que yo con 20 países regrese a la acepción primigenia de las patentes y los demás no. Porque si uno no está de acuerdo, las patentes se van a otros países y les sacan la vuelta a los protocolos y convenios. Otra cosa que se debe ver es modificar las normas de propiedad intelectual en la práctica. Asimismo, respecto a los convenios, se sugiere hacer cambios en esa legislación.