El último 15 de julio, Juan Carlos Liendo, exjefe de la DINI (Dirección de Inteligencia Nacional), afirmó en una entrevista con RPP que la región de Puno es, después de Ayacucho, “la segunda capital de Sendero Luminoso” (sic).
Las declaraciones del también excoronel del Ejército se dan en vísperas de la 'Tercera toma de Lima'. Dichas manifestaciones han sido convocadas para el 19 de julio para expresar el rechazo de ciudadanos de Lima y regiones al Gobierno de Dina Boluarte, pedir el adelanto de elecciones, entre otras demandas.
Puno es una de las regiones en la que más descontento social existe. El último 9 de enero, 18 manifestantes de esa región fueron asesinados por las fuerzas del orden en las inmediaciones del aeropuerto Inca Manco Cápac en Juliaca.
Verificador analiza si es que la afirmación de Liendo sobre la región tiene algún sustento.
El informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, en el capítulo 1 ('La violencia en las regiones') de la sección tercera ('Los escenarios de la violencia'), explica que, “a diferencia de lo sucedido en otras regiones del país”, en Puno, Sendero Luminoso enfrentó la oposición de diversos actores que impidieron que su proyecto político “prosperara tal como se lo imaginaron sus dirigentes”.
Los principales antagonistas del grupo subversivo, de acuerdo con el documento, fueron las organizaciones campesinas, los partidos políticos, la Iglesia católica y sus organismos de apoyo directo a la sociedad rural, la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas.
Según se señala, Sendero no fue capaz de ganarse la simpatía y apoyo de la población campesina, fundamentalmente aimara, aparentemente por las diferencias culturales. “Nunca los pudieron convencer de su propuesta política”, declara para Verificador Ana María Pino, miembro de la CVR y residente puneña en los años 80.
El grupo subversivo tampoco supo capitalizar el grave problema de la región en torno a la posesión de tierras. Por último, varios de sus asesinatos a líderes comunales generaron más bien aversión en los puneños.
De acuerdo con Pino, los senderistas llegaron incluso a tenerle miedo a la población aimara. “En Cojata, un distrito cercano a Bolivia, cuando los (senderistas) obligaron a hospedarlos (a los aimaras), no les aceptaban el agua. Aparentemente, por un episodio pasado de envenenamiento”.
La conclusión de esa parte del informe de la verdad y reconciliación sobre Puno es que Sendero Luminoso fue derrotado “por la movilización de la sociedad rural puneña y las organizaciones regionales” y no pudo implantarse en esta región.
Para Ana María, la alianza de la Federación de Campesinos y la Iglesia fue vital en esto.
Por otro lado, el número de muertes a causa del conflicto armado en Puno, registradas por la CVR, asciende a 441. La región no llega a ser siquiera la que más víctimas presenta en el sur andino.
El número de fallecimientos en Puno durante el conflicto armado. Tabla: elaboración LR con base en el informe final de la CVR
En comparación, además, con otras regiones como las del sur central, queda bastante relegada.
El número de fallecimientos en la región del sur central. Tabla: elaboración LR con base en el informe final del CVR
Aun así, no se debe negar que fallecieron muchos civiles, autoridades y senderistas en la región. Algunos de los enfrentamientos más relevantes fueron los siguientes:
En conversación con Verificador, Jorge Duárez, sociólogo experto en conflictos sociales, explicó que el señalamiento tanto a Ayacucho como a Puno de “capitales de Sendero Luminoso” es profundamente equivocado.
“Cuando hablamos de una capital, estamos hablando de centro neurálgico, de soporte, de apoyo. Y Sendero tuvo precaria legitimidad en Ayacucho y otros lugares del país”, declaró el investigador.
El informe recoge el testimonio de uno de los altos mandos de Sendero Luminoso, Osmán Morote, quien reconoce que “el Comité Sub zonal de Puno era la segunda prioridad en los planes senderistas”. El primero fue el Comité Regional Principal de Ayacucho, Apurímac y Huancavelica.
Asimismo, Ana Pino Jordán, miembro de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, refiere en el documento que si Sendero Luminoso hubiese convencido a la población aimara de unirse a su grupo, esta región hubiese sido “el segundo Ayacucho”.
La condición principal de este potencial era el problema de las tierras. La reforma agraria de Velasco —se cuenta— no cumplió con su papel principal: la democratización de los terrenos de cultivo. En vez de ello, trasladó la posesión de los latifundistas a las grandes empresas. Antes del inicio de la violencia armada, se calcula que más del 60% de los terrenos de cultivo eran poseídos por este último grupo.
De acuerdo con la Política de Lucha contra el Terrorismo 2019-2023 del Ministerio del Interior, entre 2012 y 2018, no han existido acciones subversivas en territorio de Puno (última fecha del reporte público).
Según este documento, la mayoría de atentados acontecieron en las regiones entre las que está ubicado el Vraem: Cuzco, Ayacucho, Junín, Apurímac y Huancavelica.
Para Ana María Pino, las palabras de Liendo sobre Puno tienen como objetivo “resucitar a Sendero” para generar miedo y justificar la represión del Estado contra los manifestantes.
“A los únicos a los que les interesa resucitar a Sendero es al Estado y eso están haciendo. Les beneficia tener a Sendero vivo para justificar todas las medidas represivas respecto a las demandas de nuevas elecciones, la renuncia de Boluarte, etc.”, apuntó Pino.
En la misma línea opina Jorge Duárez, quien asegura que hay una intención deliberada de criminalizar las protestas sociales asociándolas con el terrorismo. El objetivo es, en palabras del especialista, justificar la represión de quienes se oponen a la línea oficial del Gobierno.
“Basta recordar cómo la propia Policía sostiene que el argumento de la asamblea constituyente es un argumento de Sendero. Este es un claro ejemplo del mecanismo retorcido a través del que se busca abrir las puertas de la represión a todo aquel sector que se identifica con la izquierda y plantea una crítica”, señaló el estudioso.